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Ciudad y Territorio

Zonas de reserva campesina del norte del Cesar como experiencia “ecocreadora”

    Las comunidades campesinas que habitan los municipios de Codazzi, La Paz, Manaure, Pueblo Bello, San Diego y Valledupar han atravesado un largo y difícil camino para construir lo que hoy se puede considerar como una propuesta “ecocreadora” de la Zona de Reserva Campesina (ZRC) de la parte norte de la Serranía del Perijá. Es una estrategia autónoma en el territorio para proteger y defender la vida de los seres y de las comunidades que lo habitan.

    “La ecocreación es una propuesta conceptual para hablar de una organización territorial basada en proyectos de vida y no en planes de desarrollo. Se fundamenta en alternativas al desarrollo, es decir que ya no hablaremos del desarrollo sostenible sino de la transformación de la relación ser humano-naturaleza sustentada en la relación con los organismos vivientes que confluyen y existen en determinado espacio”, explica la politóloga Carolina Cristancho Zarco, magíster en Ordenamiento Urbano Regional de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).

    Según la experta, las ZRC se pueden considerar como experiencias de “ecocreación”, en la medida en que quienes las apropien partan de una manera de ver y vivir el mundo en la que el relacionamiento con los otros se base en el reconocimiento de la diversidad. En este caso, entendiendo que en la Serranía del Perijá confluyen campesinos, indígenas yukpas y wiwas, así como desplazados de otras localidades del país.

    “Municipios como Media Luna, que son relativamente nuevos, se conformaron por una gran diversidad de personas que venían de diferentes lugares de Colombia, y no necesariamente de la zona caribeña, como por ejemplo de Tolima, Nariño y los Llanos, que por todo el fenómeno del conflicto armado terminaron refugiándose allí”, detalla la politóloga Cristancho.

    Su objetivo es cuestionar la relación ciudad-campo, que aunque para muchos es normal, desde el punto de vista de las comunidades que viven la realidad es una relación desigual, de subordinación, de dominación e incluso de explotación de un espacio.

    Después de realizar 50 encuestas y visitas de campo a esta región del país –apoyada con el grupo de investigación Espacio, Tiempo y Territorio de la UNAL Sede Bogotá–, la magíster concluye que la ZRC del norte del Cesar comenzó a mediados del siglo XX con el desplazamiento y la migración de campesinos de todas las regiones del país –particularmente del Norte de Santander– hacia el Cesar.

    Este fenómeno poblacional constituyó el germen del proceso de colonización de la Serranía del Perijá, a partir del cual se fueron configurando nuevos tejidos socioculturales que hoy subsisten a pesar de las adversidades.

    “Es de resaltar que las comunidades campesinas no llegaron al Perijá como comunidad organizada estática o permanente, sino que se fueron reconstruyendo a partir de lo que comparten en común, que es su herencia campesina. Esta es fundamental para entender cómo, a pesar del cambio en las condiciones espacio-temporales, los campesinos vuelven a echar raíces sobre las nuevas dinámicas, y a partir de ahí reconstruyen los tejidos de la comunidad”, manifiesta la investigadora.

    Es así como la subsistencia del campesino se basa en la agricultura familiar, la tierra como medio de trabajo, la conciencia de la posesión colectiva de los recursos y los mecanismos de autogestión política.

    “Los campesinos han tomado acciones de resiliencia propia con sus territorios y han buscado los mecanismos para reorganizarlo de tal forma que las prácticas campesinas guarden armonía con los ecosistemas naturales de la región. Esto necesariamente implica procesos democráticos participativos y autónomos en los que, como organización social, definan zonas y espacios para ciertas actividades, según las lógicas de la vida en comunidad”, señala la magíster.

    Al respecto, Orlando Olaya, campesino de Asoperijá, dice: “estamos formando conciencia para que la gente no tale. Había mucha gente que mantenía la finca sola; ahora se siembra aguacate, cacao, café y lulo. Estamos arborizando bastante y cuidando las fuentes de agua”.

    La investigadora recalca que las ZRC son más que una figura jurídica reconocida en la normatividad colombiana, son más que un marco jurídico con elementos técnicos y normativos, van más allá del modelo de división político-administrativo del Estado: son un mecanismo de reorganización territorial que surge del autodiagnóstico como campesinos y del reconocimiento de los marcos relacionales que configuran el territorio.

    “Son una estrategia autónoma en el territorio para proteger y defender la vida de los seres y de las comunidades que lo habitan”, concluye.