Para los wayúu (que representan el 20 % de los indígenas de Colombia, con un total de 270.413 personas según el censo de 2005), las enramadas son una especie de casas comunales ancestrales. En ellas cuelgan sus vistosos chinchorros para recibir a los visitantes, realizan sus ceremonias tradicionales, velan a sus muertos o celebran sus festividades.
"Se trata del único espacio donde realizamos asambleas o socializamos con las demás rancherías (otras comunidades), por lo que es un lugar de suma importancia para la cohesión social y la conservación de nuestras costumbres", afirma Libardo Pushaina, vocero de la comunidades Ichien, Poloushirras, Walaschein y Patsua"in.
Pero estas especies de chozas sin paredes, por donde el aire caribeño corre libremente, son pequeñas (tienen dimensiones de 6 x 6 metros), no son muy altas (1,80 m máximo) y el techo es casi plano.
Frente a ese escenario, 24 estudiantes de arquitectura del Grupo de Investigación en Madera y Guadua de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), bajo la coordinación del profesor Jorge Lozano, diseñaron una enramada más amplia y segura para esta comunidad.
Con el fin de obtener los primeros insumos, que les sirvieran como base en el diseño de la nueva propuesta, los futuros arquitectos tuvieron la oportunidad de interactuar durante varios días con los integrantes de las comunidades, quienes compartieron sus expectativas y necesidades en torno a la construcción de un lugar que, además de amplio, respetara su tradición y concepto de territorio.
Superado el proceso de acercamiento y sensibilización, se desarrollaron diez propuestas de diseño, de las cuales cuatro fueron escogidas por la comunidad wayúu.
El estudiante León Andrés Montoya y el arquitecto Nick Acero señalan que "cada una de ellas está enfocada en criterios técnicos, exigencias climáticas y geográficas e involucran las ideas surgidas de las reuniones". En 2016, se tiene prevista la construcción de las otras tres.
La construcción
La propuesta comprende un armazón de 12 x 8 m de base y 4 m de altura, la cubierta está seccionada para dar espacio a una chimenea que facilita la circulación del aire y consta de una estructura tridimensional central que soporta la mayor parte del peso de la construcción y de las hamacas.
Además, el área cubierta está libre de columnas centrales, lo que facilita la interacción entre las personas y libera el espacio para albergar a más de 50 asistentes; finalmente, en los vértices de la enramada se diseñaron paneles que emulan los diseños de las tejedoras wayúu y funcionan como elementos que le dan rigidez a la estructura.
Lo primero que hizo el equipo de trabajo fue seleccionar y clasificar la madera según su longitud y uso final; el siguiente paso fue armar las vigas y columnas sobre el suelo, así como trazar el área para intervenir; a continuación, identificaron los puntos donde irían las columnas y las alturas a las que se levantarían las vigas (proceso que se conoce como replanteo), y con los elementos ensamblados mediante pernos metálicos se levantó la estructura.
En cuanto a la cubierta o techo de la "lú"úma" (enramada), se escogió la parte leñosa del yotojoro seco, con la cual se armaron y ataron manojos que posteriormente se ubicaron en capas superpuestas de 20 centímetros de distancia uno de otro y se instalaron de abajo hacia arriba, tal y como se hace con los techos de paja; una vez realizado ese proceso, se amarraron con tiras que se obtienen del reciclaje de llantas; de esta parte, se encargaron algunos integrantes de la comunidad wayúu, pues corresponde a una técnica ancestral con la que suelen cubrir sus construcciones.
Gracias a esta iniciativa financiada por la Fundación Caminos de Identidad (Fucai), los wayúu ya tienen una nueva casa comunal diseñada desde la arquitectura moderna, en la cual los conocimientos adquiridos les servirán como fuente de inspiración la próxima vez que erijan sus propias construcciones.
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