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Ciudad y Territorio

Viviendas de sustento, oportunidad para desplazados

  • El cultivo de hongos comestibles en las viviendas de sustento son una opción económica para familias vulnerables.

  • En Colombia hay un promedio anual de 211.000 de desplazados.

  • La investigación realizó una simulación de escenarios en el municipio de Pacho (Cundinamarca), que alberga 144 familias desplazadas.

  • La investigación se adelantó en la Maestría de Hábitat, de la Facultad de Artes.

Un modelo que permita a las familias víctimas del desplazamiento forzado superar la vulnerabilidad mediante comunidades de sustento, basadas en el cultivo de hongos comestibles en el interior de las viviendas, es el objetivo de esta iniciativa.

Según las cifras oficiales, las víctimas por desplazamiento forzado en Colombia, desde 1985, asciende a 5,7 millones con un promedio anual de 211.000 personas; a esta población se le define como la más vulnerable del país, una razón de peso para considerar este trabajo.

Nelson Cervantes Forero, magíster en Hábitat de la Facultad de Artes de la U.N. y autor de la tesis que propone el modelo, explica que su investigación se concentró en el hábitat como un entorno colectivo de seres humanos.

"Las personas se relacionan con su entorno a través de un medio de vida, un oficio o una actividad productiva", asegura el magíster. Por eso, el modelo de viviendas de sustento se propuso como un medio sostenible por sistemas, añade.

En este sentido, se comenzaron a generar subsistemas que se encargarían de la parte organizacional, la formación de las comunidades de sustento; un subsistema de calidad y de vida para catalogar las necesidades y saber cómo se van a abordar; otro para responsabilidad ambiental, que se refiere a la manera como se van a manejar los recursos y qué se va a aportar al medio ambiente; por último, un subsistema productivo que termina en la propia vivienda de la familia en donde se produce.

El trabajo se desarrolló desde tres líneas distintas, la primera fue la sistematización de los procesos del hábitat, promotores tanto de vulnerabilidades como de oportunidades; la segunda línea era sobre la construcción del modelo de tipo teórico desde la Metodología de los Sistemas Suaves, la cual se fundamenta a través de subsistemas productivos, ambientales y sociales; por último estaba la construcción de normas con las que se trazarían las metodologías necesarias para la implementación del modelo.

Las expectativas del modelo se amplían al considerar la situación actual del país, sobre las ofertas que pueden tenerse en cuenta para un posconflicto. Según el investigador, se espera que este modelo se fundamente como una empresa de tipo social, que aporte a la disminución de la vulnerabilidad, más que buscar utilidades para sus socios.

Para la investigación se realizó una simulación de escenarios, por ello se tomó la realidad percibida del municipio de Pacho (Cundinamarca), que alberga 144 familias desplazadas y que permanecen en condición de pobreza.

Según el magíster, si el modelo se ejecutara allí, se podría hacer mediante la apropiación de residuos agrícolas a base de hoja de plátano y la utilización de las mismas viviendas, además de satisfacer las necesidades vitales (subsistencia, protección, afectivas, de identidad, entendimiento, creación, libertad y de ocio), lo que propiciaría una adecuada reinclusión social.

La idea es crear dos empresas, una conformada por mujeres madres de familia, quienes se encargarían de la parte administrativa, las responsabilidades crediticias y proveer los hongos a las familias. La otra empresa, conformada por múltiples familias, estaría encargada de cultivar los hongos, cosecharlos y entregarlos a la primera empresa para comercializarlos en el mercado de la región o el exterior. Esta es una norma necesaria para que ambas crezcan proporcionalmente.

"De esta manera, se podrá responder a un mercado, con productos de calidad, libre de plaguicidas, que se convierte en una alternativa alimenticia que a nivel internacional tiene gran demanda", afirma el investigador.

Este modelo provee a las familias el equipo necesario para el cultivo, además de capacitaciones en vigilancia y cosecha. "El reto que tenemos es de tipo organizacional, pues no tenemos esa cultura de trabajar de manera comunitaria", por eso es importante conformar las famiempresas para que no tengan problemas con desconocidos, asegura.

La implementación del modelo constituye, de esta forma, comunidades de sustento y fortalece sus relaciones que podrían generar otro tipo de actividades ligadas a la acción comunal.