Los atributos de la guayaba ahora podrán encontrase en bocados típicos como el pan y la arepa. Un grupo de químicos y médicos halló que la pectina de la fruta ayuda a controlar el riesgo cardiovascular, y para aprovechar dicha virtud, incluyeron la sustancia en estos dos alimentos básicos de la canasta familiar.
La guayaba es un fruto asombroso. Las abuelas siempre lo han sabido, sin embargo, no se había realizado un estudio científico serio que corroborara sus beneficios. Las químicas Luz Patricia Restrepo, Blanca Laura Ortiz y Cecilia Anzola, junto a Clara Pérez, de la División de Lípidos y Diabetes, de la Facultad de Medicina, y sus estudiantes, fueron más allá.
"La idea surgió porque en la Universidad manejábamos un proyecto de actualización de la Tabla de Composición de Alimentos Colombianos para el Bienestar Familiar. En ese momento, el Ministerio de Agricultura hizo una convocatoria en busca de un alimento de gran potencial y decidimos que la guayaba era perfecta", dice la profesora Luz Patricia.
Aunque en la Tabla se habían establecido componentes básicos de la fruta, las investigadoras hicieron análisis biológicos más profundos para hallar valores agregados aún sin descripción. Encontraron que la pectina de la guayaba (considerada una fibra polisacárida de tipo soluble) puede ser un elíxir de la salud.
Anzola, del Grupo Cambios Químicos y Bioquímicos de Alimentos Frescos y Procesados, del Departamento de Química, indicó que buscaron alimentos de uso masivo, que no tuvieran fibra y se les pudiera agregar la pectina de guayaba.
El pan y la arepa fueron los candidatos perfectos. Por eso mientras iban amasando mezclaban la sustancia. Luego eligieron a un grupo de 70 personas, de diversas condiciones físicas, para que consumieran el producto y así adelantar los análisis clínicos que permitieran comprobar los beneficios de la prometedora pectina.
El objetivo, según sostiene la investigadora Blanca Laura Ortiz, era evaluar los efectos de la sustancia en los niveles de colesterol total, colesteroles HDL y LDL. De igual manera, triglicéridos en adultos, divididos en tres grupos de riesgo cardiovascular. Durante 15 días estas personas consumieron los alimentos criollos que contenían la pectina de guayaba.
Según Clara Pérez, de la Facultad de Medicina, el periodo se eligió debido a que se ha determinado que el colesterol cambia en las personas cada ocho días, lo que significa que en 15 días se observarían cambios significativos en la población de estudio.
"Dividimos a los pacientes en tres grupos: menores de 24 años, entre 35 y 45 años y mayores de 50 años "cada uno con características propias de riesgo cardiovascular", más edad, peso, circunferencia de la cintura, posibilidades de problemas de dislipidemia (aumento en el nivel de los lípidos) o de diabetes", describe Pérez.
Al comparar los exámenes previos y los realizados después del consumo cotidiano de pectina, se comprobó que, en efecto, esta sustancia redujo significativamente los niveles de colesterol malo (LDL) y en general produjo un impacto positivo en el perfil lipídico de los pacientes.
La profesora Restrepo explica que la pectina actúa en el organismo creando una capa "como una fina película" en las paredes de los intestinos, la cual disminuye la absorción de las grasas, del colesterol e inclusive de la glucosa.
"Además tiene un efecto adicional. Debido a que la pectina captura mucha agua, genera una sensación de llenura que le ayuda a controlar el apetito a quienes consumen más alimentos de lo debido", dice la química.
Paralelo a la investigación se realizó un estudio con las semillas de la guayaba, bastante desperdiciadas también en la industria del bocadillo. De estas pepitas los investigadores extrajeron fenoles, que son antioxidantes naturales.
"La carnosidad de la fruta contiene la pectina. Esa parte comestible se convirtió en ácido con una solución de ácido clorhídrico, se filtró y recibió una adición de etanol, con el cual se obtuvo un glóbulo de pectina pura", describe Luz Patricia Restrepo.
El último proceso consistió en quitarle el natural color rosa a la guayaba, pues "¿imagina usted una arepa o un pan rosados? ¡Raro, ¿verdad?! Por eso debimos afinar los lavados con etanol para quitar el pigmento", dice jocosamente la química.
El producto resultante fue molido hasta obtener el polvo fino que se incorporó a las masas de pan y de arepa. Para Clara Pérez sería ideal que la harina de maíz pudiera contener esa pectina. Así los consumidores contarían con un alimento que, por anticipado, previene los factores desencadenantes de enfermedades cardiovasculares.
Las investigadoras aclaran que para beneficiarse de las propiedades de la pectina de guayaba habría que consumir la fruta diariamente en grandes cantidades, mientras que al extraerla previamente y adicionarla en forma concentrada a la harina del pan o de la arepa, se obtendrían los beneficios descritos. "Por supuesto, no hay que dejar de consumir este fruto crudo o en jugo, pues por sí mismo es un alimento maravilloso", concluyen las científicas.
Sedes