Vacunas contra tuberculosis se optimizarían con células defensoras del sistema inmune
La bacteria M. tuberculosis es un patógeno que necesita del oxígeno para expandirse (aerobio), y aunque generalmente ataca los pulmones, también afecta otras partes del cuerpo como riñones, columna vertebral y cerebro. Dentro de ella existen 7 cepas de micobacterias que generan tuberculosis en el ser humano y en otras especies como vacas, cabras y focas.
El licenciado en Química Christian Sánchez, magíster en Bioquímica de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), explica que “cuando esta bacteria entra al cuerpo –ya sea por tos, saliva o expectoración por microgotas que viajan de la persona infectada a una sana– los glóbulos blancos se encargan de hacerle frente; entre estos están las células dendríticas, las cuales envían señales a otras células (linfocitos) para que ataquen al patógeno rápidamente”.
Desde la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia (Fidic) se ha desarrollado una metodología lógica, racional y robusta en la búsqueda de antígenos peptídicos candidatos a vacuna contra diversos patógenos.
“En el caso de tuberculosis se han encontrado varios péptidos similares a proteínas de M. tuberculosis, los cuales permiten bloquear el ingreso de la micobacteria a células blanco de infección; sin embargo, se desconoce si estos péptidos son reconocidos por el sistema inmune”, señala el magíster.
Ante esto, en su investigación evaluó mediante ensayos de laboratorio (in vitro)el aumento en el reconocimiento de los péptidos por las células dendríticas.
Así, al potencializar la proliferación de linfocitos constató un efecto inmunomodulador –capaz de aumentar o disminuir la respuesta inmune– que evitó el aumento en alrededor del 80 % de la carga micobacteriana en un ensayo denominado co-cultivo.
“Hemos desarrollado una metodología robusta en busca de antígenos peptídicos que permitan bloquear la entrada de las micobacterias a las células. Así, en el caso de tuberculosis encontramos proteínas que dan estas características importantes, como bloquear el ingreso de las micobacterias”.
“Si estos se quisieran usar como vacunas, sería necesario que el sistema inmune de las personas (células dendríticas) reconozca ese péptido y genere poblaciones de otras células para que ataquen pequeñas porciones de ellos y así quede protegido”, explica el magíster Sánchez.
En la investigación participaron 12 donantes con tuberculosis (activa y negativa) que se clasificaron según su contacto con micobacterias (hubo o no) a través de la prueba diagnóstico PPD (tuberculina).
Además, se les extrajeron muestras de sangre para analizarlas y se determinó su perfil genético para ver cómo se enlazaban las células dendríticas a los péptidos de las proteínas de la bacteria.
“En el estudio les enseñamos a las células dendríticas del organismo a actuar y defenderse, como una reprogramación para que actúen contra la bacteria de manera específica, usando esos pequeños péptidos”.
“Todas las personas reaccionaron positivamente a los péptidos que se probaron, y estos fueron capaces de proliferar linfocitos aptos para enfrentar el patógeno in vitro”.
“Esto significa que a largo plazo podríamos inocularle a una persona diferentes péptidos alelo-específicos, y estos ser reconocidos por células presentadoras de antígenos como dendríticas, las cuales van a activar y generar linfocitos T capaces de atacar al patógeno de tuberculosis”, señala el magíster.
Al emplear péptidos modificados considerados como candidatos vacunales contra la tuberculosis y presentados por células dendríticas, se puede incrementar la respuesta inmunológica y contribuir en el control de la infección por M. tuberculosis, mediante la presentación antigénica a linfocitos (T CD4+), conocidos como los mayores efectores en una respuesta protectora contra esta enfermedad.
El investigador menciona que hoy existen 14 candidatos vacunales contra tuberculosis en el mundo, es decir instituciones encargadas de desarrollar vacunas, pero ninguna de las alternativas planteadas ha logrado ser más efectiva que la vacuna BCG o bacilo de Calmette-Guérin, por lo que el hallazgo de la investigación del magíster representaría una opción a futuro para inducir una respuesta inmune adecuada contra el patógeno usando células dendríticas, entre otros beneficios.