UNAL y entidades aportan al fortalecimiento de la gestión de riesgo ante huracanes en San Andrés
El paso de los huracanes Eta e Iota en noviembre de 2020 ocasionó graves daños y una enorme destrucción en la infraestructura y el ecosistema de Providencia y Santa Catalina y San Andrés. Superar esa crisis y generar condiciones para el desarrollo de la comunidad insular ha sido muy difícil e incierto cada vez que inicia una nueva temporada de huracanes en el Caribe, el 1 de junio.
Está claro que no se puede regresar a las condiciones previas al impacto del Iota, máxime cuando el cambio climático sigue avanzando de manera vertiginosa, intensificando la frecuencia y las categorías de los huracanes, según datos de las últimas décadas en el Gran Caribe.
Por esa razón, el proyecto liderado por la UNAL, que cuenta con recursos por más de 8.000 millones de pesos, busca fortalecer la gestión del riesgo de desastre incrementando el conocimiento y la capacidad de preparación y respuesta frente a eventos extremos climáticos, que contribuya a la seguridad humana y a la preservación de la base ambiental marina del territorio insular.
Entre las principales actividades que se están desarrollando se encuentran: comprender los efectos, la respuesta comunitaria y las lecciones aprendidas del desastre por el huracán Iota, junto con una estimación de la vulnerabilidad global-multicriterio para enfocarse en su reducción.
También se busca implementar una estrategia de comunicación plurilingüe construida desde lo local, entender el potencial del impacto de las inundaciones por marea de tormenta generadas por los ciclones tropicales, todo en el marco del cambio climático y pensando en futuras medidas de adaptación.
“La gestión del riesgo de desastres ante huracanes, inundaciones y aumento del nivel del mar son algunos de los problemas apremiantes de nuestra generación y de las próximas en el Archipiélago, y este proyecto traza un camino a seguir desde nuestras instituciones fortaleciendo capacidades y medios de vida locales”, explica la profesora Adriana Santos Martínez, directora de la UNAL Sede Caribe y del proyecto.
El desastre provocado por el huracán Iota evidenció la necesidad de tener mejores datos en la zona. Por eso el proyecto está implementando una red de monitoreo de variables físicas, químicas y biológicas en tierra y en aguas marinas de las islas, con el propósito de utilizar toda esta información para tomar decisiones.
Así mismo, atiende el uso de las algas de sargazo –que afectan regularmente a las islas– y desarrolla procesos de restauración con cultivos de manglar y pastos marinos.
De igual manera, se busca comprender cómo fortalecer los arrecifes de coral de la isla de San Andrés como una medida de reducción del riesgo basada en la conservación de ecosistemas; y desde una visión integral, desarrollar negocios verdes que contribuyan a los medios de vida de las islas, además de implementar tecnología con estaciones meteorológicas y red de monitoreo comunitario transferibles a las instituciones del gobierno local.
Las instituciones que aúnan esfuerzos para abordar los desafíos del cambio climático y fortalecer la resiliencia de las comunidades en el Archipiélago son: la UNAL Sedes Caribe, Bogotá y Medellín; la Corporación Ambiental Coralina; la Escuela Naval de Suboficiales ARC “Barranquilla”; la Dirección General Marítima (Dimar); el Centro de Investigaciones Oceanográficas e Hidrográficas del Caribe (CIOH); la Corporación del Laboratorio al Campo; el Instituto Nacional de Formación Técnica Profesional (Infotep); la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD); la Gobernación Departamental del Archipiélago de San Andrés; la Universidad de Guadalajara (México) y la Corporación Centro de Excelencia en Ciencias Marinas (Cemarín).