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Desarrollo Rural

UNAL y comunidades indígenas unen fuerzas por sistemas agroalimentarios sustentables

    La Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y la Universidad del Cauca, junto con comunidades indígenas de Nariño y Cauca, implementan el proyecto “Territorio, Comida y Vida” a través de rutas de transición para transformar los sistemas agroalimentarios territoriales que forman parte de las tradiciones alimentarias de las comunidades misak y ampiuile, en el Cauca, y los pueblos pastos en Nariño. Hoy el Consejo de Gobernadores del International Development Research Center de Canadá, entidad financiadora, conoció los avances del proyecto.

    Al sur de Colombia, entre Cauca y Nariño, hay una gran riqueza biológica y cultural. Aquí conviven el 27 % de los pueblos étnicos del país, como los misak, ampiuile y los pueblos pastos, custodios milenarios de saberes ancestrales sobre los alimentos, la medicina tradicional y la interculturalidad.

    Sus amplios conocimientos sobre la tierra, heredado de generación en generación, les han permitido desarrollar prácticas agrícolas sostenibles y adaptadas a las condiciones climáticas únicas del macizo, que varían según la altitud. Cultivan una gran variedad de productos, como maíz, papa, yuca, fríjoles y hortalizas, utilizando técnicas ancestrales como la rotación de cultivos, el uso de abonos orgánicos y la conservación de semillas nativas.

    Como existen muchos factores que pueden afectar esa sustentabilidad de los sistemas agroalimentarios de estos territorios, un equipo multidisciplinario de investigadores de la UNAL y de la Universidad del Cauca se alió con unidades indígenas del lugar, en un novedoso proyecto encaminado a evaluar su sistema agroalimentario, que abarca todo lo que se produce, se consume y se vende. A su vez, buscan aportar a la sustentabilidad para que respondan a las necesidades de sus comunidades.

    La profesora Teresa Mosquera Vásquez, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNAL Sede Bogotá, líder del proyecto, explica que “lo primero fue identificar los puntos críticos en los sistemas agroalimentarios de las comunidades pastos, ampiuile y misak”.

    “Un aspecto preocupante que encontramos en ambos territorios es la pérdida de diversidad en los productos agrícolas, lo cual afecta directamente la diversidad de la dieta, y por ende la salud de estas poblaciones”, señala.

    El proyecto, que inició en 2022 y se extenderá hasta 2025, se ha enfocado en caracterizar los sistemas agroalimentarios de estas comunidades, teniendo en cuenta la diversidad de pisos térmicos, culturas y actores involucrados.

    Este proceso se adelanta de manera colaborativa, involucrando a jóvenes indígenas en la redacción de la propuesta y reconociendo a las comunidades como investigadores copartícipes.

    “Nosotros no vamos a investigar y a ver cómo hacer las cosas; ellos construyen con nosotros en un diálogo de saberes”, enfatiza la profesora Mosquera, resaltando la importancia de la co-creación de conocimiento y el respeto por las cosmovisiones (visión del universo) indígenas.

    Para ello se han conformado “equipos de cocreación” en los cuales tanto los líderes comunitarios como los técnicos e investigadores definen rutas de transición hacia sistemas más sustentables, basados en una profunda comprensión de los actuales modos de producción, distribución y consumo de alimentos en los territorios.

    Esto ha implicado el mapeo colectivo de los hogares, los roles de género y la relación con el territorio y los alimentos, así como ejercicios vivenciales en los “fogones”, espacios íntimos de cuidado y transmisión de saberes culinarios ancestrales.

    Uno de los aspectos innovadores del proyecto es la implementación de las “rutas de transición”, las cuales representan apuestas concretas para fortalecer la diversidad de productos, preparaciones y formas de comercialización en estos territorios. Las comunidades presentan proyectos que son financiados por la iniciativa, y durante un año se evalúan los impactos de estas rutas en los puntos críticos identificados previamente.

    La iniciativa también involucra a las universidades propias de estas comunidades, como la Universidad de los Pastos y la Universidad Misak, en un esfuerzo por integrar los conocimientos ancestrales con los enfoques académicos de las universidades nacionales.

    Durante la socialización del proyecto, la mama Mercedes Tunubalá, gobernadora del Resguardo de Guambia, expresó: “somos hijos del agua, hijos del árbol, hijos del trueno y del arco iris. Nuestra forma de gobierno es el Plan de Vida, a partir del cual construimos nuestro desarrollo en armonía con la Pachamama (Madre Tierra) y los espíritus de la naturaleza”.

    “La visión de desarrollo, según la visión de cada comunidad y en consonancia con el cuidado y no la explotación de la Pachamama, es fundamental para su buen vivir”.