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Medioambiente

UNAL gana premio Alejandro Ángel Escobar por trabajo de restauración en páramos de Colombia

    La ganadería y la minería son algunos de los problemas que a diario afrontan estas zonas protegidas; por eso, comunidades y científicos claman por un mejor plan de conservación y restauración de estos santuarios que surten el agua de casi el 70 % de la población del país. Una investigación de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), sin precedentes, plantea estrategias posibles para que los páramos se salven y puedan seguir aportando vida.

    Colombia tiene la mayor extensión de estos ecosistemas en el mundo, ya que cuenta con más de 2 millones de hectáreas que sirven de casa para los conocidos frailejones, que captan el agua, protegen los suelos y controlan la erosión, entre otras muchas otras funciones para el ecosistema. Según el Instituto Humboldt, en los páramos andinos hay más de 3.500 especies de plantas vasculares (tienen tallo y flor), y cerca del 60 % de ellas son endémicas.

    Por ser un ecosistema tan importante para el país, del Grupo de Restauración Ecológica (GREUNAL), del Departamento de Biología de la UNAL, ha centrado interés en él. Gracias a su trabajo por la restauración de los páramos del país, entre ellos el de Chingaza (entre Cundinamarca y Meta) el grupo ganó el Premio Nacional Alejandro Ángel Escobar 2023 en la categoría de “Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible - Camila Botero Restrepo”. 

    Este galardón es un reconocimiento a la larga trayectoria del grupo, que desde hace más de 15 años ha estado trabajando para restaurar estos ecosistemas, y para que los actores encargados de su conservación tengan una mayor consciencia de los problemas presentes. De hecho, en 2008 ya habían recibido el Premio, y con el dinero realizaron el Primer Congreso Colombiano de Restauración Ecológica, que este año cumplió su quinta edición.

    El profesor Orlando Vargas Ríos, del Departamento de Biología de la UNAL e integrante del grupo, asegura que “la restauración de los páramos es posible en el país, pero hay diversos factores sociales, económicos y políticos que no lo permiten, lo cual dificulta la ardua tarea; por eso este tipo de premios ayudan a que se siga trabajando en el manejo de estos santuarios de la vida”. 

    Son muchas las estrategias presentes en la investigación “Bases ecológicas y sociales para la restauración de los páramos” con la que ganaron el premio. El profesor menciona dos que son principales y en las que el grupo ya ha logrado resultados importantes. 

    La primera es el traslado de especies de frailejones y otras plantas de zonas afectadas, lo cual ha demostrado tener una restauración importante, pues en menos de 2 años estas especies se empiezan a recuperar, florecen y vuelven a cumplir su ciclo de vida. Una estrategia relacionada con esta situación es la construcción de viveros de páramos, una iniciativa que aún está en construcción, pero que también permite una reparación rápida”.

    “Estos traslados se realizan en lugares que, por ejemplo, han sido afectados por la ganadería, ya que las reces dañan el suelo de los páramos y lo convierten en un prado. El pisoteo de estos animales va resquebrajando y deteriorando la condición del ecosistema; este es un problema que debe tener un control riguroso y en el que se debe trabajar articuladamente con las comunidades, pues el componente social es la clave, y así lo hemos plasmado en el trabajo”, asegura.

    Por otro lado, la minería también ha sido uno de los obstáculos más grandes para restaurar, y por eso “la regulación debe ser la prioridad”. Aunque hay una ley que establece la necesidad de proteger y restaurar los páramos, la realidad es otra, lo cual también afecta la vida de las personas que viven alrededor, pues hay que procurar brindarles más oportunidades y una mejor calidad de vida, para que no tengan que dedicarse a otras actividades que dañan el ecosistema.

    “Algo que hay que tener en cuenta es la fauna que vive en los páramos, una que está viviendo un problema de desbalance, pues animales como los venados son cada vez más abundantes, ya que no están presentes sus depredadores y terminan alimentándose de los frailejones. A este problema se suma el calentamiento global, que cambia las dinámicas propias de las temperaturas del páramo”, recalca.

    Añade que el trabajo con las comunidades es el primer paso real para lograr la meta de restaurar estos ecosistemas, pues aún hay un desconocimiento de temas como dónde volver a sembrar los frailejones y cómo protegerlos. Destaca una iniciativa en el páramo de Sumapaz, en donde las personas han aportado al control del problema del retamo espinoso, una especie invasora que trae daños para el funcionamiento natural de estos lugares.

    El trabajo fue realizado en conjunto con la profesora Luz Marina Melgarejo, del Departamento de Biología de la UNAL; Sandra Milena Armero, docente de la Universidad de Nariño; Jennyfer Insuasty Torres, empleada del Ministerio del Medio Ambiente; y algunos investigadores independientes.