La zona, ubicada entre las localidades Suba y Usaquén de Bogotá y declarada con fines de conservación ambiental el pasado 19 de julio con el nombre de Reserva Forestal Regional Productora del Norte de Bogotá Thomas Van der Hammen, hoy es motivo de discusión, principalmente para quienes ejercen actividades económicas en ella.
A pesar de la declaratoria, en parte del territorio se pueden ver empresas automovilísticas que se expanden silenciosamente, tres universidades, cultivos de flores perjudiciales para las aguas freáticas de la región, infraestructura construida sobre rellenos de humedal y algunos avistamientos de futuros planes de obras, que se esconden tras altos jarillones al borde de la Autopista Norte. Por eso, investigadores de la UN y entidades asociadas buscan la forma de mitigar el impacto y conciliar con quienes ven en la zona de reserva un futuro económico, y no ambiental, para que el área cumpla su objetivo: la conservación.
"Nosotros estuvimos acompañando el proceso de declaratoria y ahora viene la preparación del plan de manejo de la zona. Por eso estamos involucrados en hacer todo lo posible porque la Corporación Autónoma Regional (CAR) de Cundinamarca disponga del conocimiento, el análisis y una gama variada de propuestas que les permitan tomar la mejor decisión, tanto con los habitantes de la zona como con los contradictores", explicó Gerardo Ardila, director del Instituto de Estudios Urbanos (IEU) de la UN, durante un recorrido por la recién declarada Reserva Forestal.
Acompañados de organizaciones internacionales, interesadas en el desarrollo sostenible de Bogotá, durante el recorrido realizado recientemente se reconocieron algunos de los problemas que hoy aquejan la región de conservación y se discutieron estrategias para el futuro de la zona.
"El trabajo que viene ahora es hacer más público este bien público, hacer conocer esta reserva, hacer que cada ciudadano pueda tomar como suyo este proceso, este parque y esta posibilidad de pulmón para sus hijos, nietos, bisnietos y tataranietos. Lo que haremos es promover el plan de manejo ambiental para que los ciudadanos se apoderen de él", explicó Diana Castro, coordinadora de ciudades sostenibles de Avina, entidad que trabaja por el desarrollo sostenible de ciudades como Córdoba (Argentina) y México D.F. (México) y ahora Bogotá.
El 19 de julio del 2012 deberá estar establecido el plan de manejo de la reserva, que implica la regulación para las diversas actividades, predios y usos de suelos que existen en la zona, lo cual llama la atención de los investigadores, quienes manifiestan su preocupación ante las variadas opiniones que aún existen.
"Sentimos que algunos candidatos a la Alcaldía, en particular el doctor Enrique Peñalosa, no respetarán las determinaciones sobre la reserva y por el contrario harán todo lo posible por echar atrás la decisión. Tenemos también, de manera paradójica, a la Secretaría de Medio Ambiente del Distrito en contra (la reserva fue declarada por 12 votos a favor y 1 en contra, correspondiente al secretario distrital de ambiente, Juan Antonio Nieto) y todo esto lleva a que busquemos explicar todos los ámbitos posibles del trabajo que se ha hecho desde la UN, la visión, los avances de plan de manejo, para que sean consecuentes por la parte física, ambiental y ecológica, pero también con las condiciones de vida de los habitantes" señaló Ardila.
El trabajo realizado por la Universidad incluye estudios geológicos de la zona, clima, cobertura, historia de la región, identificación de los propietarios actuales, variación de las propiedades del suelo, implicaciones de la conectividad regional ambiental, implicaciones para la ciudad y su futuro, posibilidades de almacenamiento de carbono en el área, entre otros aspectos, razones por las que cada vez más organizaciones han buscado el apoyo de la UN para el trabajo en la reserva.
"Consideramos que Bogotá se merece una mejor calidad de vida. Y por eso estamos elaborando un plan piloto con el que se genere un proceso de reflexión sobre lo que es la ciudad como bien público y los espacios de reserva, que generan procesos de adaptación en los ciudadanos e impactan positivamente en la calidad de vida de los habitantes. Para nosotros trabajar con el IEU es una maravilla porque ellos cuentan con la experticia de los procesos y nosotros lo que haremos será vincular actores en torno a las iniciativas que se tienen", afirmó Castro.
Mientras se define el plan y se continúa apoyando el proceso desde el conocimiento académico, los investigadores continuarán promoviendo los beneficios de la zona para el futuro de Bogotá y sus circunvecinos. "Esta reserva sin duda es una ventaja, un regalo para Bogotá, pero debería ser también una razón de satisfacción para la zona; en estos procesos es muy difícil que todo el mundo se sienta feliz porque uno u otro siente que ha perdido algo, pero en aras del bien común hay que debatir muy bien el tema, explicarlo y acercarnos con mucho detenimiento", concluyó Ardila.