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Medioambiente

Turistas con huellas ambientales positivas: así funciona el turismo regenerativo

    Implementar prácticas agroecológicas en entornos turísticos puede aumentar la biodiversidad local hasta en un 30 %, además de mejorar la conservación de los ecosistemas. Así lo evidencia un proyecto de turismo regenerativo en el embalse conocido como Lago Calima (Valle del Cauca), en donde los visitantes participan de la restauración del suelo, plantan árboles nativos y apoyan la economía de la región.

    Una tesis de la Maestría en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira busca demostrar los aportes de la agroecología en la transformación de la industria turística para conservar la biodiversidad, fortalecer las economías locales y promover el desarrollo sostenible en esta región del país, mediante el estudio de caso de una finca agroecológica en donde funciona el Hotel La Huerta, ubicada en el municipio vallecaucano de Calima El Darién.

    Desde hace más de 7 años en esta finca –que antes era cafetera– dejaron de utilizar agroquímicos para empezar a recuperar el suelo mediante técnicas de manejo sostenible como la siembra de árboles nativos, la aplicación de compost orgánico y el uso de insecticidas naturales que han permitido el control biológico de plagas. En estas actividades también participan los turistas para aprender y contribuir directamente con su regeneración.

    Desde su implementación en 2017 este emprendimiento ha visto numerosos beneficios tanto para el medioambiente como para la comunidad local. Por ejemplo, la plantación de corredores de árboles ha contribuido a reducir la temperatura local en hasta 10 °C promedio creando un microclima más fresco y agradable. Además la biodiversidad ha aumentado notablemente, con el registro de 172 especies de aves, frente a las 100 iniciales.

    La profundización del suelo ha sido clave para producir alimentos y mejorar la retención de humedad, ya que reduce significativamente la necesidad de riego. En este proceso se enriquecen las capas profundas del suelo con nutrientes y materia orgánica como el estiércol de los cerdos, mejorando su estructura y capacidad para almacenar agua. También se han hecho terrazas en las pendientes y trasplantado microbiota del bosque a las zonas de cultivo.

    Respecto a la huella de carbono emitida como resultado de las actividades turísticas en la finca, gracias a las prácticas agroecológicas el suelo captura un poco más de 50 toneladas de carbono por hectárea al año, las cuales compensarían las emitidas, y así contribuyen con la mitigación del cambio climático en esta zona del país. Cabe anotar que el turismo regenerativo contabiliza el carbono emitido por los visitantes y trata de compensarlo a través de actividades que beneficien el suelo y reduzcan la generación de gases de efecto invernadero como el carbono.

    A partir de estos resultados, el ingeniero agrónomo Iván Darío Castrillón Libreros, de la UNAL Sede Palmira, autor de la tesis para la Maestría en Ciencias Agrarias en la línea de investigación en Agroecología, inició su proyecto de investigación para demostrar los aportes de esta disciplina al turismo regenerativo, el cual implementa en la finca cafetera que era de su padre, inspirado por modelos de agroturismo nacionales e internacionales mediante los cuales los agricultores diversifican sus ingresos con turismo.

    La finca produce más del 50 % de los ingredientes consumidos en el restaurante del Hotel, un arcoíris en el plato gracias a la variedad de alimentos que incluyen pollo, cerdo, cordero, pescado, leche, queso, yogur, huevos y legumbres, además de 60 tipos de vegetales. Allí, 1 de cada 3 pesos que entran en el Hotel quedan en la comunidad rural a través de la nómina de los colaboradores, quienes habitan en el entorno.

    En el estudio, el ingeniero Castrillón analiza la captura de carbono en el suelo, y luego la comparará con otras fincas de la región que continúan usando agroquímicos para determinar la salud del suelo, la biodiversidad de especies arbóreas y de aves, la reforestación y los corredores biológicos. Mediante metodologías cualitativas y cuantitativas, que contemplan entrevistas en profundidad y encuestas para medir el impacto en la vida de los visitantes, el magíster evalúa el impacto en la comunidad local y la experiencia transformadora en la vida de los turistas.

    “Nuestra misión es enseñarle a la mayor cantidad de personas posible a producir alimentos sin agroquímicos. Antes trabajé en la industria de agroquímicos, pero un cultivo de banano orgánico en Ecuador me mostró otro camino”, comenta el investigador Castrillón.

    Hacia políticas públicas

    El tesista espera que su investigación inspire políticas públicas que promuevan la agroecología y el turismo regenerativo en todo el país: “queremos demostrar que sí es posible producir alimentos de manera sostenible y mejorar la calidad de vida de las comunidades rurales. Nuestra experiencia es replicable y contribuye a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, entre ellos el 2, Hambre cero”, agregó.

    A diferencia del turismo convencional, el regenerativo busca que los turistas vivan una experiencia transformadora, haciéndolos conscientes de lo que comen y del impacto que generan; evita el uso de plásticos de un solo uso y promueve la participación de los visitantes en proyectos de conservación y monitoreo de aves, así como en iniciativas de reforestación.