Turismo de sol y playa desplazó a comunidades raizales de la bahía Cocoplum
En este modelo de sol y playa no existe una apropiación histórica o cultural –diferente a la gastronómica y a las posadas nativas– que se vincule con el turismo y permita que este sea sostenible; además no cabe la idiosincrasia del pueblo sanandresano, su arquitectura, su idioma, religión, e incluso su gente.
“Se generan procesos de desplazamiento porque los isleños pierden el uso tradicional del lugar (ocio, esparcimiento, familia, trabajo) por lugares de consumo turístico; el desplazamiento se da en los diferentes aspectos de la vida, cultural, social, económica y política”, afirma el economista Diego Javier Barrios Torrejano, magíster en Medio Ambiente y Desarrollo de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).
La gentrificación es un anglicismo que surgió en la década de 1960 para describir los procesos de renovación de antiguos distritos populares de Londres causados por la llegada de nuevos habitantes de clases media y alta. En este caso, los habitantes originales eran desplazados o expulsados por la imposición de esta nueva dinámica o de esta nueva clase social. En el caso del turismo, la clase media y alta son los turistas y la industria, o las distintas asociaciones que los soportan.
Para entender cómo se ha dado este proceso en la bahía de Cocoplum, el magíster realizó entrevistas a residentes del sector, hoteleros y representantes del Estado, además de observación participante –para tener una aproximación y relación con el entorno, el territorio y la forma de interactuar de los sujetos– y análisis documental de periódicos y revistas, entre otras fuentes.
Así, identificó que los factores que han impulsado los procesos de gentrificación o desplazamiento de las comunidades locales en esta zona de San Andrés son tres: narcotráfico, un estado débil, corrupto o cooptado por intereses económicos, y la propia industria del turismo, que se impulsó después del colapso de puerto libre en la Isla (1991-2000), mediante modelos como “todo incluido”, “low cost”, y las nuevas plataformas digitales.
“Desde el modelo de puerto libre implementado en San Andrés, el turismo jugó un papel en la transformación del territorio, con notorias consecuencias sobre la población y los ecosistemas, evidenciadas en el cambio del territorio con la gentrificación, que cambió el espacio del isleño en dos sentidos: el físico (arquitectura e infraestructura) y el emocional (modificación de la vida misma)”, señala el investigador.
En este proceso ha participado el narcotráfico, que en las décadas de 1980 y 1990 construyó gran parte de la infraestructura turística, la que luego fue incautada, dada en concesión y aprovechada por grandes cadenas hoteleras. Además, la implementación de los modelos “todo incluido” y las políticas de securitización, que junto con un enorme crecimiento del turismo, dieron como resultado el aumento de clubes de playas, hoteles y privatización sobre Cocoplum.
En su investigación, el magíster también encontró que hoy Cocoplum y Rocky Cay son espacios residenciales y turísticos en donde participan grandes corporaciones para el desarrollo de la industria y se sigue un modelo fordista: de turismo de masas y todo incluido.
Sobre las características ecosistémicas de la playa, la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Archipiélago (Coralina) indica que predominan los fondos de arena y las praderas de pastos marinos, las cuales ocupan gran parte de la zona norte de la playa, y casi la mitad de la superficie del área ubicada entre el extremo norte de la playa y el cayo (Rocky Cay).
Y aunque en la mayor parte del área trasera de la playa está ocupada por edificaciones ligadas a los servicios de hotelería y gastronomía, aún existen espacios con una vegetación importante.
Según el investigador, aunque existen formas de resistencias, también se ha evidenciado una mayor participación de la población local en el turismo, propiciado en gran medida por el rol de las plataformas digitales y la mayor rentabilidad del alquiler de viviendas a turistas que a residentes, desplazando así a la población de los barrios.
“Se pasa a un modelo porfordista, sigue siendo de masas, pero permite más participación. Las personas no se oponen al turismo, sino a un turismo que deja más impactos negativos que positivos. Y con esta noción seguirá creciendo, intensificando los procesos de gentrificación, desplazamiento y acaparamiento del costado litoral”, concluye el magíster.