Terrazas de banco, barrera viva contra la erosión de las laderas en el Valle del Cauca
Los procesos de degradación por erosión de las tierras de ladera están directamente asociados con el empobrecimiento de los agricultores por factores como la escasa profundidad de la tierra, que impide obtener altos rendimientos en los cultivos; además, la escorrentía causada por las lluvias generan alto riesgo de erosión y deslizamientos, y todo esto contribuye a que las tierras pierdan valor.
En Colombia, 3.800 millones de hectáreas son laderas y están ubicadas sobre las cadenas montañosas y colinas, con el agravante de que la mayoría de sus suelos son ácidos, y por lo tanto de baja fertilidad o con baja disponibilidad de nutrientes, lo que afecta negativamente el desarrollo de las plantas.
La iniciativa de dar soluciones a la problemática se originó en el curso “Mecanización en ladera”, impartido por el profesor Sandro Nolan Ipaz Cuastumal como un proyecto de aula en el que los estudiantes abordan el desafío de usar maquinaria (mecanizar) en suelos de ladera con pendientes superiores al 25 %, en donde no es recomendable usar tractores por la inclinación del terreno. Es en el corregimiento de La Paz –en donde las pendientes pueden ser incluso mayores al 40 %– donde los estudiantes proponen cristalizar la propuesta.
De acuerdo con la metodología para definir la "Capacidad de Uso de las Tierras", el profesor Ipaz afirma que “las laderas con pendientes superiores a 75 % son áreas de conservación, pero las que tienen pendientes entre 25 y 75 % se pueden cultivar mediante la implementación de prácticas de conservación de suelos, acordes con cada situación”.
Interesado en atender esta problemática, el profesor retó a sus pupilos a construir terrazas agrícolas, inicialmente soportadas con materiales locales como la guadua, y finalmente estabilizarlas con pasto vetiver. Así se aumenta la profundidad efectiva para proporcionarles a las plantas un mayor volumen de suelo para extraer nutrientes, disminuir la pendiente del terreno, controlar el flujo del agua de lluvia e incrementar el rendimiento de los cultivos.
Para diseñar las terrazas de banco se usaron tecnologías como GPSMAP 64 para referenciar el levantamiento de la información en la zona de trabajo, ya que una de las principales limitaciones es que no se contaba con datos del lugar.
“A partir de la caracterización del suelo se obtuvo su profundidad efectiva (20 cm) y la pendiente (40 % de inclinación), parámetros que determinaron las dimensiones de la terraza: ancho de 100 cm y talud de 40 cm”, menciona.
Los estudiantes socializaron el diseño con la comunidad de la Institución Educativa Rural La Paz, y, aunando esfuerzos, pasaron a la construcción en campo. El trazado de la terraza se realizó manualmente con el agronivel Tipo A, conservando una inclinación de 2 % para evitar encharcamientos.
La estructura de soporte se construyó en forma de trincho con altura de 40 cm, y a 50 cm de distancia debajo del eje de la terraza. También sembraron barreras vivas de vetiver con el fin de estabilizar el talud de la terraza cuando la guadua deje de cumplir su función. En dichas áreas se están sembrando plantas medicinales de romero y albahaca.
El componente más relevante del proyecto fue la participación de la comunidad. La estudiante Omaira Berrocal, de Ingeniera Agrícola, destacó el enfoque comunitario en el que se involucró a estudiantes de todos los grados en la implementación de estas tecnologías, “lo que garantizará su continuidad y la propagación de la técnica en el área circundante”.
La siguiente fase incluirá evaluaciones más detalladas sobre la rentabilidad y adaptabilidad de las terrazas en diferentes cultivos y condiciones ambientales, consolidando así el impacto positivo en las comunidades agrícolas colombianas.