Subsidios de vivienda son insuficientes para hogares de menos ingresos
Así lo destaca el economista Daniel Eduardo Heredia Carrillo, magíster en Ciencias Económicas de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien considera que “aunque este programa tiene un efecto positivo a corto plazo, es prioritario fortalecer los subsidios para hogares con ingresos inferiores a 2 salarios mínimos, a los cuales se les dificulta acceder a los créditos con entidades bancarias”.
La estrategia aprovecha los mecanismos de mercado para crear una demanda efectiva de vivienda nueva por parte de los hogares, los cuales necesitan una ayuda para lograr el cierre financiero, y con ello acceder a la oferta de proyectos.
Actualmente el programa tiene como objetivo entregar 200.000 viviendas disponibles hasta 2022 (100.000 VIS y 100.000 no VIS), de los cuales se han entregado cerca de 56.000.
Tras proponer su tema de investigación, el magíster analizó tres variables principales: déficit habitacional, reducción de la pobreza monetaria y asignación de vivienda de interés social (VIS). Después construyó una base de datos a partir de información pública del MinVivienda –que consigna el número de hogares a los que les ha sido asignado el subsidio en cada departamento– y del DANE, que da cuenta de cuántos proyectos nuevos tipo VIS se construyen cada año.
“Con la base de datos realicé los cálculos considerando los departamentos que en proporción a su población habían recibido subsidios por encima de la mediana, y aquellos que habían recibido menos de esa medida los tomé como hogares control”.
Su estudio muestra de forma estadística y objetiva que el programa “Mi Casa Ya” permitió que los departamentos que más subsidios recibieron vieran una mejor dinámica frente a las necesidades de vivienda, es decir que el programa tiene un efecto a corto plazo, ya que cada vez hay más participantes y constructoras asociadas.
“Esto tiene unas consecuencias importantes, porque no solo habla de cuántos departamentos están asociados a un subsidio, sino cuántos subsidios promueven una serie de competencias entre las constructoras para más proyectos y soluciones de vivienda con o sin el beneficio”.
No obstante, los impactos en las variables de pobreza humanitaria y déficit habitacional resultaron poco significativos. Aunque ambas tuvieron mejoras durante los años estudiados, podrían tener otras explicaciones, como por ejemplo el aumento de los ingresos de los hogares, ya sea porque encontraron empleo, iniciaron un emprendimiento o son beneficiarios de otro tipo de subsidio por parte del Gobierno.
Una de las principales recomendaciones que deja el estudio es fortalecer el segmento de hogares con ingresos inferiores a 2 salarios mínimos, pues una de las limitantes identificadas es que para estos es complejo llegar al cierre financiero, que es una condición para que los bancos evalúen si pueden ser beneficiarios del subsidio.
En este sentido es importante la educación financiera y los programas que la promuevan, para que las familias aprendan a ahorrar para su vivienda y aspirar a estos subsidios.
“Es vital fortalecer las instituciones locales, en las que alcaldes y gobernadores trabajen en cooperación con el Gobierno nacional para que haya una mayor habilitación de suelos y así las constructoras se interesen en proyectos en sus regiones, para que los insumos de la construcción lleguen a mejores precios y las familias puedan aspirar al beneficio”, explica el magíster.
Aclara además que, “más que modificar el mecanismo de mercado en el que está basado el subsidio, se deben buscar alternativas en los departamentos que tienen mayor déficit habitacional y mayores cifras de alta pobreza. Por ejemplo, buscar incentivos para que los gobiernos regionales promuevan la asignación de los subsidios y que de la más reciente asignación, un porcentaje se dirija exclusivamente a estos departamentos”.