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Desarrollo Rural

Solo 11 de 60 agrorredes que abastecen de alimentos a Bogotá están consolidadas

    Falta de formalización, de acceso a crédito y bancarización, de desarrollo de estrategias comerciales y de uso de herramientas tecnológicas son las principales dificultades que afrontan las organizaciones agroalimentarias, conocidas como agrorredes, encargadas de abastecer de alimentos a la capital del país y que forman parte del Plan Maestro de Abastecimiento y Seguridad Alimentaria de Bogotá.

    La seguridad alimentaria es un tema de vital importancia para los grandes centros urbanos como Bogotá, con 8 millones de habitantes. Proveer a una población tan grande con alimentos frescos y de calidad requiere del trabajo conjunto de diversos actores, entre ellos las agrorredes, o redes de gestión de vecindad rural.

    En Bogotá, estas redes fueron concebidas a través del Plan Maestro de Abastecimiento y Seguridad Alimentaria, con el objetivo de coordinar la demanda de alimentos y fomentar la integración de los actores involucrados en el proceso de abastecimiento.

    Dichas redes están conformadas por pequeños y medianos productores y juegan un papel fundamental en el suministro de alimentos a las ciudades, ya que les permiten a los productores acceder a mercados y obtener mejores precios por sus productos. En Bogotá, la mayoría llegan a la Central de Abastos de Alimentos Corabastos.

    Y aunque estas organizaciones son muy importantes, Miguel Augusto Delgado López, magíster en Gestión y Desarrollo Rural de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), encontró que actualmente presentan dificultades para desarrollar estrategias de corto, mediano y largo plazo. Muchas de ellas aún están en etapas incipientes y no han logrado consolidarse por limitantes como la formalización.

    En su estudio, el magíster caracterizó el desempeño de 60 asociaciones que le suministran a Bogotá alimentos como leche, carne y huevos, y productos agrícolas como cebolla, zanahoria y papa.

    Para esto, midió mediante encuestas 5 dimensiones clave: administración y finanzas; comercialización y mercadeo; asociatividad; gestión de las tecnologías de la información, y gestión en la logística de almacenamiento.

    “Las encuestas se aplicaron a los representantes legales de cada asociación, quienes tienen información de primera mano sobre el funcionamiento de las organizaciones”, explica el investigador.

    Con base en las respuestas se aplicaron técnicas de estadística multivariada que incluyen análisis de correspondencia múltiple y análisis de clúster para agrupar a las organizaciones en categorías según sus similitudes en el desempeño organizacional.

    Además se hicieron pruebas de significancia estadística –como Chi cuadrado o de Fisher– para determinar la importancia de las variables en el desempeño de las organizaciones.

    Con esta metodología se identificó que solo 11 de las 60 asociaciones, es decir el 18,3 %, están en una etapa de madurez organizacional; 43 (71 %) en un estado de desarrollo organizacional, y 6 (10,7 %) en fase de apertura.

    “Estos resultados se explican en que las organizaciones en fase de apertura enfrentan dificultades significativas en aspectos clave como la bancarización, la elaboración de presupuestos y la falta de acceso al crédito”.

    “Evidenciamos que estos obstáculos sugieren la necesidad de contar con políticas públicas orientadas a fortalecer la gestión financiera y la formalización de estas asociaciones”, señala el magíster Delgado.

    Por otro lado, las organizaciones maduras demostraron una mayor capacidad para operar de manera eficiente, con prácticas como la generación de presupuestos, la constitución legal y la realización de alianzas comerciales. Aunque este grupo representó una minoría, el experto menciona que en el sector agroalimentario existe un camino claro hacia la madurez organizacional.

    La tarea pendiente es encontrar mecanismos para fortalecer estas agrorredes, que son vitales para los consumidores de Bogotá y sus alrededores. El beneficio es claro: en la medida en que estas organizaciones se fortalezcan esto se traduciría en precios más asequibles y una mayor calidad de los productos, pues se reducirían los intermediarios fomentando un contacto más directo entre productores y consumidores.

    El investigador, quien forma parte del grupo de investigación Biogénesis de la UNAL, aclara que este estudio se puede aplicar en otras zonas del país para identificar mejorías en pro de la seguridad alimentaria.

    “A raíz de esta investigación surgió un artículo científico que estamos en proceso de publicarlo en una revista internacional”, agrega el experto, cuyo trabajo fue dirigido por los profesores Dursun Barrios y Juan Carlos Barrientos, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNAL.