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Ciencia y Tecnología

Software hace seguimiento riguroso al impacto ambiental en la construcción de vivienda

    El transporte de materiales –que suele implicar largas distancias– y el uso desmedido de cemento o acero son algunos procesos que, aunque contaminantes, no cuentan con un seguimiento riguroso. Para saber con más certeza sobre los niveles de dióxido de carbono (CO2) que se generan en cada paso de una obra, la propuesta de combinar el análisis del ciclo de vida y el mapa de flujo de valor sería en una herramienta idónea para las constructoras.

    Según el Programa para el Medio Ambiente de Naciones Unidas, la construcción y el funcionamiento de edificios en el mundo produce cerca del 38 % de todas las emisiones por CO2, por lo que uno de los principales objetivos a largo plazo es disminuir la contaminación por este gas tóxico para la atmósfera y la salud. Se espera que para 2050 haya “neutralidad climática”, o sea un impacto cero.

    Pese a ese desafío, en Colombia la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol) indica que en 2022 este sector tuvo un crecimiento del 6,4 % con respecto a 2021, y específicamente en el ámbito de los edificios o edificaciones hubo un aumento del 11,8 % en construcción de vivienda.

    Uno de los modelos de viviendas más promovidos en el país es el de interés social (VIS), que busca brindarles a millones de personas un lugar propio y de bajo costo; sin embargo, esta iniciativa no es ajena al impacto ambiental, por lo que empieza a ser un área de interés para los expertos.

    El ingeniero civil Nicolás Gallego Gómez, magíster en Construcción de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), encontró que el seguimiento que hacen las empresas no siempre es el indicado, pues desconocen etapas como la contaminación por las distancias en el transporte de materiales o la cantidad desmedida de recursos no renovables que se usa para fabricar insumos como el concreto o el acero.

    El problema de los residuos de la construcción es alarmante, pues es una de las principales fuentes de contaminación del aire y poco se menciona. Según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, cada año se producen en promedio 22 toneladas de estos residuos, lo cual los hace un factor determinante para tener en cuenta.

    El investigador utilizó el software OpenLCA, en el que puede modelar con datos lo que ocurre en este tipo de construcciones, el paso a paso, desde que se extrae el material para luego llevarlo a plantas proveedoras de acero y concreto en Bogotá, y finalmente, distribuirlo a cada empresa y obra. El programa utiliza esta información y arroja resultados sobre la cantidad de CO2 que se genera en total.

    “La metodología evidenció que el transporte de los materiales es uno de los factores determinantes de la contaminación en la industria de la construcción, pues las distancias son muy largas y el humo de los camiones y volquetas termina representando niveles altos del CO2 que se concentran en el aire que respiramos, por lo que se necesitan medidas urgentes”, indica.

    Por otro lado, la cantidad de acero y concreto empleado también estaría contribuyendo en mayor proporción al problema, pues el uso de estos materiales es la principal causa de emisiones de CO2 en la construcción.

    “La metodología consiste en unificar el análisis del ciclo de vida –un seguimiento riguroso sobre cada paso de una obra de construcción– y el mapa de flujo de valor, una herramienta digital que con el software permite identificar precisamente lo eficiente o no de cada uno de esos pasos en una obra, recopilando todo tipo de información y alertando sobre posibles riesgos”, asegura el investigador.

    Explica además que “uno de los principales problemas a la hora de construir es que los encargados de realizar el monitoreo prefieren no hacerlo, ya sea por costos o porque muchas veces no lo tienen en cuenta, pero sí es indispensable, de ahí la importancia de esta nueva metodología”.

    Se logró reducir la contaminación por CO2 hasta en 1.361 kgCO2eq/m³, lo cual multiplicado por los 5.568 m³ que tiene la obra estudiada (ubicada en el barrio 20 de Julio) son más de 7,5 toneladas de este gas tóxico.

    En 2023 Bogotá ha registrado dos alertas por la calidad del aire, lo que indica que este es un problema latente que requiere aportes como los de esta investigación. El experto concluye que “las certificaciones para las construcciones ‘sostenibles’, o que disminuyen el impacto ambiental, aún necesitan de mejores medidas e incentivos, pues se quedan cortas en temas como los mencionados: el transporte del material y las cantidades que no corresponden con lo necesario”.