El incremento de la producción frutícola en Colombia es innegable. Del mismo modo que el área sembrada, el volumen de la producción de frutas ha adquirido progresivamente una mayor participación en el sector agrícola, alcanzando, en el 2005, un total de 2,9 millones de toneladas y una participación del 11,7% en la producción total del país, según el Plan Frutícola Nacional (PFN).
A la luz de estas cifras se vislumbra un futuro prometedor, más aún cuando la tendencia mundial está dirigida al mayor consumo de frutas, tesis que sustenta el PFN cuando señala un incremento, a partir de 1982, del 80% de abastecimiento en los países de la Unión Europea y de un 35% en los países de Asia y América Latina. De tal manera, es imperante continuar investigando, entre otros temas, sobre mejores métodos de producción que le permitan al país aumentar su participación en el mercado mundial, y brindar mejores oportunidades a los pequeños agricultores, quienes desarrollan sus cultivos en condiciones económicas difíciles y en zonas marginales de ladera.
Tal es el caso de la región semiárida del Cañón del Dagua, principal productor piñero del Valle del Cauca. Sus cultivos mueven una pequeña economía y generan empleo, sin embargo, provocan un elevado impacto ambiental cuestionado intensamente por los grupos ecologistas. Esto llevó a que, desde el 2003, expertos del Instituto de Investigaciones del Espacio Rural (IIER), de la UN en Palmira, investigaran nuevos modos de cultivo para disminuir el impacto ambiental.
Uno de los principales aportes del grupo es un hoyador mecánico para la siembra a "chuzo" de piña, que potencialmente les permitirá a los productores agilizar su trabajo sin afectar el suelo y el recurso hídrico. La idea surgió del profesor José Otocar Reina y su preocupación por los niveles de contaminación ocasionados en los sistemas tradicionales de siembra: "Los agricultores preparan los suelos con bueyes o tractores y modifican completamente su estructura. Ello causa erosiones que se complican en épocas de invierno", aseguró el profesor Otocar.
En términos ambientales, se ha comprobado que el sistema más apropiado para obtener piña es la siembra "a chuzo". No obstante, su uso no ha sido acogido ampliamente debido a los altos costos que implica tener que hacer manualmente un hueco por cada planta. "En el caso de Dagua, solo algunos agricultores utilizan este método como alternativa para cultivar pequeñas áreas, pero para reducir costos de labranza emplean su propia fuerza de trabajo y la de su familia", aseguró el profesor Óscar Chaparro Anaya, doctor en el área de Ingeniería y Mecanización Agrícola.
Además de contaminar menos, uno de los objetivos del hoyador mecánico es motorizar la siembra "a chuzo" para facilitar la labor de los agricultores sin afectar su productividad, y brindarles un instrumento viable comercialmente como muestra de lo que la academia puede hacer por el campo.
Innovación en el agro
El hoyador mecánico desarrollado en la UN propone una forma distinta de hacer la siembra, pues además de abrir huecos rápidamente (cada 6,5 segundos, a través de brocas de diferentes formas y tamaños), asegura que sus dimensiones y la roturación del suelo sean los apropiados para el buen crecimiento de la piña en zonas de ladera. Otra de las ventajas del sistema es que economiza el uso del agua.
En este sentido, el profesor Chaparro califica como una innovación el producto elaborado por su grupo de investigación: "El hoyador es ergonómico y posee cambios en la caja de transmisión para que el usuario le imprima la velocidad requerida. Sin lugar a dudas es un equipo novedoso que reemplazaría los bueyes, el tractor y la rudimentaria siembra a chuzo. Su diseño incluye materiales nacionales, y su peso es tan liviano que facilita la interacción hombre"máquina.
Agricultores que han seguido de cerca cada uno de los pasos de construcción del hoyador, como Lucy Stella Escobar, directora de la Fundación Agroecológica Colombiana, lo califican como un trabajo mancomunado entre investigadores y agricultores. "Es loable la forma desinteresada en que los expertos de la UN nos entregaron todo su conocimiento y tuvieron en cuenta nuestras necesidades. Por eso estamos ansiosos por recibir el producto final", manifestó.
Otros agricultores ven el hoyador como un gran avance para el campo y en particular para el cultivo de la piña en Dagua, zona donde esta fruta se ha convertido en la base del sustento familiar. "En pruebas preliminares observamos que disminuyó, casi cuatro veces, el tiempo en que se abren las camas de las semillas. Lo que indica que el rendimiento puede ser mayor", dijo la directora Escobar.
Para el profesor Chaparro queda claro que los beneficios obtenidos con el hoyador motorizado frente a sistemas tradicionales, de amplio uso en la zona, permitirán reducir los costos de mano de obra y modernizar la siembra.
Los profesionales trabajan en los últimos ajustes de la máquina, que estará lista el primer semestre de este año. El equipo podrá adaptarse a cualquier taller local y les dará la oportunidad a los agricultores de contar con una herramienta tecnológica con la cual podrán competir en el mercado y obtener mayores índices de productividad y efectividad. Lo mejor, cuidando el medioambiente.
Sedes