Y es que la ganadería es uno de los sectores que más está sufriendo a causa del fuerte verano. Aunque aún hay pastos, estos pierden una parte de sus nutrientes por la falta de hidratación del suelo. "La planta se reduce a su mínima expresión y, por tanto, lo consumido por los animales contiene menos propiedades nutricionales, que se reflejan en la pérdida de la biomasa y en la producción de leche", señaló el profesor Cárdenas.
Por ejemplo, si un animal normalmente dura cerca de dos años para obtener su peso ideal, con el impacto de la sequía podría duplicar el tiempo, es decir, tomaría entre 4 y 5 años. Ello se debe a que, al no existir forrajes, los animales pierden lo que ganaron en el invierno.
Así mismo, como la producción de leche depende del buen manejo nutricional del animal, también hay una baja en el tema, pues, además de haber pocos pastos, los existentes tienen menos contenido de vitaminas y minerales. Ello sumado a que el ganado aguanta más sed que de costumbre, lo que hace que la relación proteína-energía se dificulte.
En este contexto, Cárdenas invitó a los campesinos a prepararse para temporadas como esta, con forrajes conservados, que se van abaratando en la medida en que aumenta la oferta, o ensilajes propios. Insistió en que es importante montar sistemas aptos de alimentación para garantizar el desarrollo eficiente de la ganadería.
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