Semillas de paz: jóvenes de Arauca construyen futuro desde la Universidad
El evento, organizado por Bienestar Universitario, subrayó la urgencia de fortalecer el acompañamiento a la juventud en las regiones más afectadas por la violencia en Colombia, como Arauca, departamento fronterizo con Venezuela históricamente golpeado por el conflicto armado en el país.
La falta de presencia efectiva del Estado y la carencia de oportunidades educativas y laborales han perpetuado la crisis, sumiendo a muchas comunidades –especialmente campesinas e indígenas– en la pobreza y la incertidumbre. En este contexto, la construcción de paz en Arauca es un reto en el que la educación, la cultura y el liderazgo juvenil son pilares fundamentales para resistir a la violencia y construir un futuro más justo.
En el encuentro, dirigido a los estudiantes de la Universidad y realizado en el Auditorio de la UNAL Sede Orinoquia, participaron líderes juveniles y culturales de la región llanera, quienes pusieron sobre la mesa las problemáticas más apremiantes para la juventud araucana.
En relación con las dinámicas de conflicto del territorio, la presidenta del Consejo Municipal de Juventudes, Daniela Rodríguez, actual consejera de juventud por la curul especial afrocolombiana, destacó que la violencia ha cobrado la vida de muchos jóvenes y ha forzado a otros a migrar.
“La falta de oportunidades laborales y las pocas opciones educativas nos empujan hacia la violencia o la huida. Necesitamos que el Estado y las instituciones nos ofrezcan alternativas reales para afrontar la situación de los jóvenes, pero para eso se necesita más participación ciudadana”, sostuvo.
“Debemos unirnos, yo he ido a espacios en donde soy la única representante joven, mientras que por otros municipios van 20 delegados; pero también los entiendo, por la exposición, pues para nadie es un secreto el riesgo que cada uno de los líderes juveniles llevamos a cuestas todos los días de nuestra vida, pero debemos participar, yo los invito a que nos unamos, la Defensoría del Pueblo siempre ha sido un aliado efectivo para nosotros”, añade la consejera juvenil, quien además subrayó la importancia de la educación como motor de cambio.
Por su parte Jorge Iván Avellaneda, investigador humanitario extrajudicial de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD), habló sobre los procesos de búsqueda de víctimas en la región enfatizando en que “la desaparición forzada ha dejado en Arauca profundas heridas en nuestras comunidades, y muchos de los afectados son jóvenes, por eso hoy la juventud tiene un rol crucial en la construcción de memoria y justicia, no deben ser ajenos a la realidad de su territorio, vinculándose en el relevo en la búsqueda de personas desaparecidas, por ejemplo”.
Según el DANE, en 2020 la pobreza multidimensional en Arauca alcanzó el 26,1 %, y además la región enfrenta problemas graves como el desempleo (32,5 %), la violencia y la falta de oportunidades, factores que contribuyen al desplazamiento y la migración juvenil, exacerbando las dificultades del territorio.
A su turno Eduard René Ochoa Vargas, folclorista y cultor araucano, destacó la relevancia de la cultura llanera como un medio para alejar a los jóvenes de la violencia: “el folclor y la música nos permiten reconectar con nuestras raíces y construir identidad. Desde la cultura podemos resistir y ofrecerles a los jóvenes caminos distintos al de las armas, por eso es importante reforzar la apropiación cultural desde los hogares”, afirmó el artista.
También se abordaron las dificultades que pueden presentar los jóvenes en zonas rurales de Arauca. En ese sentido, Yan Carlos Villamizar, seminarista de la Pastoral Vocacional, mencionó que muchos programas de paz y desarrollo rural carecen de continuidad, lo que desmotiva a la juventud local.
“Es necesario garantizar que los proyectos lleguen a largo plazo, de lo contrario los jóvenes terminan viendo la guerra como su única opción; lo digo porque en mi caso encontré un camino en la Iglesia, que siempre está ahí, pero los demás proyectos sociales que vi en mi vereda no continuaron”, relató.
Otro de los puntos importantes del debate fue la construcción de paz a partir de la educación. Los panelistas coincidieron en que las instituciones educativas deben jugar un rol protagónico en la formación de una juventud que resista la violencia y construya alternativas de vida digna.
Por eso la UNAL, a través de su Sede Orinoquia, se presenta como un espacio que cobija a la juventud araucana mediante diferentes programas educativos y sociales para su formación integral, papel que destacó Julieth Pinzón, coordinadora de Bienestar Universitario de la Sede.
Uno de los programas más destacados en la Sede Orinoquia es el de acompañamiento psicosocial, en el que los jóvenes pueden compartir sus experiencias y recibir orientación profesional en temas de salud mental, un aspecto crucial en una región afectada por la violencia y la inestabilidad.
“Queremos que los estudiantes aprendan a manejar sus emociones de manera asertiva, que sepan cómo afrontar el estrés y la ansiedad, y que encuentren en la Universidad un lugar donde se sientan apoyados”, comentó la coordinadora Pinzón.
Además la Universidad promueve actividades culturales como talleres de música, danza y teatro que les permiten a los estudiantes conectarse con sus raíces y desarrollar habilidades creativas.
Las jornadas de bienestar –que abarcan charlas motivacionales, ferias de salud y actividades recreativas– fomentan una comunidad estudiantil cohesionada y comprometida. El impacto de estos programas no solo mejora la vida universitaria de los estudiantes, sino también sus comunidades, ya que los jóvenes llevan consigo herramientas para contribuir al desarrollo social de sus entornos.