Paime, un municipio de Cundinamarca, parece el escenario de una película de terror. Serpientes venenosas aparecen en las paredes, debajo de la cama, entre los cachivaches, en los patios y antejardines. Desde hace seis meses, los pobladores han matado unas cien "talla x", la especie más común de la región.
El herpetólogo argentino Gerardo Leynaud, invitado por el Instituto Nacional de Salud al encuentro Clima, Ambiente y Salud, recalcó que los accidentes ofídicos aumentarán, de acuerdo con lo observado en dos estudios científicos en las provincias de Córdoba (Argentina) y de Veraguas (Panamá).
Aseguró que el cambio climático, las transformaciones demográficas y la deforestación, entre otros, se relacionan con los mayores incidentes. "Si se cortan los árboles las serpientes quedan más expuestas y con menos alimento. Si hay sequías, se ponen más irritables. Se piensa que la destrucción de los hábitats disminuye su cantidad, pero son animales bastante adaptables", aclaró Leynaud.
En el caso de Colombia, el herpetólogo y director del Centro de Investigación y Asesoría Ofidiológica (Ophidia), Héctor Charry, anotó que las intensas lluvias inundan los nidos de los reptiles, por eso buscan sitios secos, muchas veces cerca de los humanos. Además, la eliminación de los depredadores naturales (chuchas, aves de rapiña, zorros) permite la proliferación de este animal que puede vivir hasta 25 años y es muy fecundo (por cada macho de serpiente nacen nueve hembras).
Los expertos recomiendan desarrollar más estudios científicos locales y entregar mayor información de prevención a la población para evitar la proliferación de los accidentes ofídicos.
Una de las víctimas más recientes fue Malena Vega Arias, de 7 años, quien sobrevivió de milagro a un ataque reptil. La falta de atención médica adecuada, la precaria información sobre el tema y la ausencia de suero antiofídico condujeron a que la niña quedara con secuelas psicomotoras.
Los destacados herpetólogos (expertos en reptiles) dicen que los encuentros entre humanos y serpientes se multiplicarán por el cambio climático, la expansión de la frontera agrícola y la mayor densidad humana. Lo aterrador es que, a pesar de que en el país existen reservas de suero antiofídico, algunas regiones no tienen esta sustancia y están mal preparadas para atender los casos.
La evidencia es Paime, de clima cálido y bosques frondosos, que representa el típico municipio recóndito, no por lo lejano sino por las malas vías y la poca atención estatal. Allá, el pasado 18 de febrero hubo conmoción por el caso de Malena, mordida en el antejardín de su casa por una serpiente del género Bothrops.
"La encontré convulsionando. El enfermero del pueblo llegó alarmado por mis gritos, pues el puesto de salud queda diagonal a mi casa. Él trató de darle los primeros auxilios. Llamaron a la médica que hacía su práctica rural, pero ella entró en pánico y no supo qué hacer", relató Nancy Yanet Arias, la madre de Malena.
El biólogo Héctor Charry aseguró que en Colombia la mayoría de médicos están mal preparados para atender este tipo de situaciones.
"En una encuesta que realizó la Cooperativa de Entidades de Salud de Caldas y Quindío (Coodesca), se les preguntó a los facultativos de la región si sabían cómo evaluar un accidente ofídico. El 85% respondió que tenían conocimientos mínimos. No eran solo médicos recién graduados, también los de larga trayectoria", sostuvo Charry.
El biólogo aseveró que el desconocimiento de algunos médicos alcanza lo insólito. "Llegan a preguntar si la cantidad de suero antiofídico se aplica de acuerdo con el peso de la persona o si se suministra de forma oral".
El veneno de serpientes como la Bothrops es devastador: colapsa los pulmones y el sistema renal, coagula la sangre y hasta puede detener el corazón. De ahí la necesidad del tratamiento inmediato. Héctor Charry dijo que cada caso es único y por eso los médicos deben saber cómo identificar los casos y cómo proceder.