La investigación evaluó la presencia en los salados naturales de la cuenca media del río Caquetá utilizado por las dantas, mamífero cuya característica especial es la de tener un número impar de dedos terminados en pezuñas.
"Queríamos observar la manera como la visita frecuente de fauna a esos sitios de las dantas puede alterar el bosque y la presencia de otras especies, ya que los salados son sitios muy visitados por diferentes especies de animales y eso tiene un efecto sobre el ambiente", explica el biólogo Eduardo Molina, candidato a doctor en Biología de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.).
El trabajo se desarrolló cerca al corregimiento de Araracuara, en el resguardo indígena Nonuya de Villazul. Para esta comunidad los salados son lugares muy importantes en el área espiritual, pero además son sitios en los que también se puede cazar.
Además de ser espacios esenciales para la alimentación de las dantas, por ejemplo, también representa para los paisajes amazónicos un cambio de la estructura y el tipo de especie vegetales, ya que favorece la generación de nuevos parches diferenciables de su entorno, que son áreas de tierra relativamente homogéneas internamente con respecto a la estructura y a la edad vegetativa. Estas secciones brindan una oferta de recursos, como nutrientes del suelo.
"Al ser sitios diferenciables de la matriz boscosa en la que están inmersos tienen que ver con el tipo de flujos ecológicos de materia y de energía que se dan alrededor de los bosques amazónicos. Cabe recordar que la selva amazónica es un área altamente heterogénea, con bosques inundables y los salados vienen a ser otros de estos elementos que dan esa heterogeneidad espacial con el plus de que estos son visitados por muchas especies", explica el investigador.
Agrega que, por ejemplo, si la "actividad implica el consumo o pisoteo de material vegetal (frutos, hojas, semillas, rebrotes, plántulas), puede originar la formación de zonas con condiciones ambientales particulares propicias para determinadas especies vegetales, tal y como se ha evidenciado con otras especies ingenieras".
El trabajo en campo se realizó durante varios meses, tiempo que sumó cuatro años de investigación. Durante ese tiempo el investigador analizó la información recolectada en el terreno, datos que le permitieron realizar un inventario de zonas con presencia de salados y las especies que se beneficiaban de estos lugares.
Estructuralmente los bosques alrededor de los salados son diversos en relación con las formas de vida prevalecientes, la altura de los árboles y la cobertura vegetal.
Los salados están presentes en todos los ecosistemas del planeta, excepto en manglares y en zonas de afloramientos rocosos. Sin embargo en Colombia están restringidos a la Amazonia, aunque hay unos pocos en las zonas de los Andes, aledaños a volcanes.
El biólogo afirma que estos lugares son laboratorios naturales en los que se pueden analizar múltiples procesos ecológicos producto de la interacción de individuos de una o diferentes especies. Así mismo, las dinámicas comunitarias como la depredación y la cacería, o la transmisión de enfermedades, en otras.
Al respecto menciona que "con esa información hice un trabajo de análisis satelital para evaluar la estructura de la vegetación de los estratos altos del dosel asociándolos con los resultados de campo con el fin de generar una metodología para la identificación remota de salados, lo cual ayudaría a describirlos y a crear estrategias de conservación, ya que su amenaza está en el mismo uso humano, que afectaría las comunidades silvestres y el funcionamiento de los ecosistemas".