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Política y Sociedad

¿Sabía que José Eustasio Rivera, autor de La vorágine, se graduó en la UNAL?

    Del trasiego de este huilense por las aulas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) –cuando todavía quedaba en el centro de Bogotá– hasta su graduación, en marzo de 1917, quedan algunos documentos en el Archivo Histórico de la Universidad, como las actas de matrícula y de sustentación de su tesis, titulada “Liquidación de las herencias”, unánimemente recibida con beneplácito por sus jurados. En este “Año Vorágine” el país conmemora desde ya el centenario de la aparición, en noviembre de 1924, de una de las obras más importantes de la literatura hispanoamericana.

    La Facultad de Ciencias Humanas, a nombre de la Universidad, iniciará la celebración reeditando –por primera vez– la primera edición (1924) de La vorágine, acompañada de un cotejo intensivo con los manuscritos de la Biblioteca Nacional y de 14 textos que invitan a su lectura, escritos desde distintas disciplinas.

    “Esta obra les abrió los ojos a miles de lectores acerca de nuestra geografía y de los dramas que suceden allí, pero también dejó una imagen poderosa de la selva como un lugar de crisis. Crisis, eso es, en su sentido más propio: como instancia de dilema, de conflicto, de paradoja, que obliga a buscar una salida”, afirma el profesor Carlos Guillermo Páramo Bonilla, decano de la Facultad de Ciencias Humanas, en un análisis publicado en Periódico UNAL.

    Según el académico, “La vorágine ha sido llamada como la ‘gran novela del Llano y de la selva’, la ‘gran novela sobre la violencia’, o la ‘gran novela sobre el capitalismo y las economías extractivas’, todas afirmaciones correctas, pero no totales”.

    “En tiempos del calentamiento global y de la trágica deforestación amazónica también es una ‘gran novela sobre el maltrato a la Tierra’. Tanto más: La vorágine es una impresionante síntesis de la mitología occidental sobre la Frontera, ese lugar donde Occidente se define por oposición a lo que está más allá de él, pero que al tiempo no puede resistirse a cruzar, para dominar (y conquistar y colonizar y explotar y apropiar) lo que haya en esa incógnita región”, agrega.

    Pero en La vorágine también está la celebración de la diversidad; el académico menciona que “la región amazorinoquense se despliega como un continente pródigo en paisajes, especies, emociones, sociedades y personas de la más distinta naturaleza. Leer esta obra es viajar a un país espléndido que en un siglo no ha cambiado ni para bien ni para mal”.

    Su autor, José Eustasio Rivera (1888-1928), se graduó en 1917 en la Facultad de Derecho de la UNAL, cuando todavía quedaba en la calle 8ª con carrera 8ª de Bogotá, donde hoy tiene sitio la Academia Colombiana de Historia. “De su trasiego por las aulas quedan las actas de matrícula y de sustentación de su tesis, en el Archivo Histórico de la Universidad. Nos enteramos así de que su tesis, ‘Liquidación de las herencias’, fue unánimemente recibida con beneplácito por sus jurados, y que la materia que pasó raspando fue Economía Política. Mayúscula ironía para una novela que, si de algo versa, es de eso”, destaca el profesor Páramo.

    “Por lo mismo es curioso que nunca, hasta la fecha, la Universidad haya celebrado la figura de Rivera, nuestro egresado. No hay un solo hito en nuestros distintos campus o currículos que le hagan homenaje. Y todavía hay una razón de mayor peso para reparar esta omisión: La vorágine encierra y está imbuida en el espíritu y la misión de nuestra Universidad. Se preocupa por la construcción y el devenir de la Nación, por el problema de las comunicaciones a todo nivel, por cómo preservar sus recursos para el bien común. Es un llamado al ejercicio de la soberanía nacional e intelectual, porque, como obra, fue un producto casi totalmente nuestro, mínimamente interesado por emular modas estéticas o filosóficas”.

    “Se trata de una obra de un incuestionable valor antropológico, psicológico, social, político, cultural y, claro, literario; porque interpela a la Nación y sus fronteras como lugares para pensar y obrar; porque se preocupa por las muchas raíces de la violencia; porque se maravilla tanto con la lengua como con el paisaje, los tipos sociales y las otras culturas; porque encierra el cometido histórico de la Universidad Nacional de Colombia, ha llegado la hora de reclamar La vorágine como nuestra.

    El “Año Vorágine” cuenta ya con una robusta agenda, que día a día se va nutriendo con las iniciativas de distintas Facultades y Sedes, y de grupos estudiantiles.

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