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Medioambiente

Robles, resilientes ante incendios pero amenazados

  • El Santuario de Fauna y Flora Iguaque pertenece al municipio de Villa de Leyva, en Boyacá. Fotos: Natalia Salazar.

  • Para recolectar las muestras, los investigadores se internaron en el Santuario durante 20 días.

  • Rebrote en el fuste o tronco de los árboles.

  • Hoja y bellota del roble.

  • Rebrote de raíz.

Aunque se encontró que los árboles que resultaron afectados por incendios en el Santuario de Fauna y Flora Iguaque (Villa de Leyva, Boyacá) mostraban rebrotes tres años después, el fuego sí afectó negativamente el bosque en su estructura, al eliminar una proporción importante de robles y alterar su composición.

Estos fueron los hallazgos de Natalia Salazar Latorre, magíster en Ciencias - Biología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien, junto con la profesora Dolors Armenteras, analizó cómo respondieron los bosques de roble de algunos sectores del Santuario a los incendios ocurridos en 2015.

El estudio forma parte del proyecto "Degradación de los bosques tropicales en Colombia e impactos por el fuego", de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) y la Academia Nacional de la Ciencia, en el cual participa la profesora Armenteras y su grupo de investigación en Ecología del Paisaje y Modelación de Ecosistemas (Ecolmod), adscrito a la Facultad de Ciencias.

Como parte de esta iniciativa, la investigadora Salazar analizó los cambios en la biomasa, estructura y composición del robledal afectado por el fuego; determinó si existía variación en el rebrote de estos árboles después del incendio; observó si su supervivencia podía ser mediada por algunos de sus rasgos "por ejemplo la altura"; y determinó si existía alguna interacción entre el fuego y el consumo de material vegetal por parte de los animales, o herbivoría.

La magíster primero ubicó los sitios en los cuales se adelantaría la investigación, a través de las imágenes de satélites como Modis y Viirs, que permiten identificar sitios de calor con los que los investigadores realizaron un mapeo de los lugares con mayor concentración de calor en las zonas andinas, lo que indicaba que se podían estar quemando.

Miembros de Ecolmod empezaron a visitar esos sitios y a ver qué había pasado allí y durante cuánto tiempo se había quemado el bosque: "encontramos que el Santuario de Fauna y Flora Iguaque se había quemado en 2015, incendio que atacó un área de 800 hectáreas, afectando una buena parte del bosque de robles" explica la investigadora Salazar.

En un trabajo colaborativo con Parques Nacionales Naturales (PNN), se permitió el ingreso de los investigadores de Ecolmod a la zona para adelantar varios estudios, entre ellos el de la magíster Salazar. Se ubicaron seis parcelas de 0,9 hectáreas de bosque que no hubieran sufrido los efectos del fuego, y otras seis en áreas quemadas, para comparar e identificar los cambios en la vegetación.

En estas áreas se midió la altura de los árboles de roble, su diámetro, la copa y su estado fitosanitario, y en la zona afectada por el fuego se analizó además la altura a la que llegaban las cicatrices dejadas por las llamas en los árboles, si se había afectado su copa, si tenían rebrotes de hojas nuevas y si en el bosque se había generado un proceso de regeneración natural y estaban creciendo nuevas especies.

Se tomaron muestras de ramas, cortezas y hojas que se llevaron al Laboratorio de Ecolmod en Bogotá para su análisis y procesamiento estadístico, que llevó a importantes resultados. Uno de ellos es que los robles que hay en el país (Quercus humboldtii Bonpl.) rebrotan después del fuego, al igual que otras especies del mismo género presentes en países del Mediterráneo y que están más expuestas a quemas.

Así mismo se evidenció que algunos rasgos funcionales (altura, grosor de la corteza y capacidad de rebrote) de la especie tienen una participación importante en la supervivencia de los árboles; por ejemplo aquellos más altos o con una corteza más gruesa resultaban más resistentes a los efectos del fuego.

Pese a estas noticias positivas también se encontró que la biomasa aérea disminuyó en los bosques afectados, en contraste con los no afectados, y que aunque el último incendio en esa área fue en 2015, sí dañó el bosque en su estructura, al eliminar una proporción importante de árboles, y alteró su composición, convirtiéndolo en una comunidad menos diversa.

Esta información, junto con la proveniente de otros estudios del grupo de investigación, brinda herramientas a entidades como PNN para realizar seguimiento y manejo al efecto de los incendios en la zona, que contribuyan a la protección de los bosques andinos, ecosistemas que brindan importantes servicios a las zonas más habitadas del país y sobre las que se han estudiado poco los efectos del fuego en su vegetación.