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Economía y Organizaciones

Rigurosidad en planes de inversión mejoraría calidad del servicio de energía eléctrica

    En Colombia hay 18 empresas encargadas del suministro de energía, por lo que para garantizar la calidad del servicio es necesario que haya una adecuada planificación de proyectos o mantenimientos a realizar. Estos deben considerar aspecto que vayan más allá de lo técnico, es decir que tengan en cuenta aspectos sociales, prediales y ambientales, con lo cual se incrementaría la confiabilidad hasta en un 80 %; así lo evidenció un estudio realizado en circuitos de distribución eléctrica del Valle del Cauca.

    El estudio realizado por Cristian Jhoany Jiménez Guzmán, magíster en Ingeniería Eléctrica de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales, identificó que en 2020 en varios municipios del Valle se presentaron índices bajos en la calidad del servicio; de hecho se registraron 186 daños en el suministro de energía.

    Entre los daños más frecuentes sucedidos en el circuito de distribución, es decir, desde la red de transporte de alta tensión hasta la entrega a los consumidores, la mayoría fueron provocados por descargas atmosféricas –relámpagos, truenos y rayos–, fallos de la red secundaria, conexiones flojas y pararrayos en mal estado.

    El 87 % del daño en el suministro eléctrico del Valle obedece a la presencia de vegetación, ya que al pie de los transformadores hay árboles, matorrales y bosques que ante los constantes vientos pegan contra los dispositivos generando cortos circuitos o caída de cables. También suelen verse afectados por la presencia de felinos, roedores o aves, y además es un sector propenso a descargas eléctricas.

    “Para solventar las fallas generales por constantes cortes de energía, sobrecargas o cortocircuitos, durante la planificación de los proyectos se debe pensar en criterios más profundos; así se puede analizar cuáles son esas posibles variables que generarían un sobrecosto adicional a las obras, durante 2 o 5 años”, explica el magíster.

    En ese sentido, anota que “es necesario profundizar en los planes de proyecto, analizando el entorno, la compensación al usuario y el beneficio al territorio, entre otros factores”.

    ¿Cómo mejorarlo?

    En el caso analizado, el investigador indica que el periodo de cinco años establecido por la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG) para realizar una planificación y un estudio de los proyectos propuestos para abastecer de energía a los distintos departamentos del país no es eficaz.

    “En este momento se debe esperar hasta que culmine ese periodo para volver a presentar una planificación del proyecto o mirar si hay que hacer ajustes al diseño propuesto”, anota. De ser así, incluso se hubieran podido utilizar recursos sobrantes para implementar acciones en zonas rurales de Colombia.

    De esta forma, la empresa de energía tuvo que mejorar la calidad de la distribución de energía eléctrica en los 28 km estimados en Jamundí, donde repuso el 37 % del cableado por material de guarda, que es más resistente al alambre, instaló 10 equipos reconectores para recuperar la corriente cuando esta se cae y ubicó 280 unidades de polo a tierra para evitar cortocircuitos.

    También identificó la necesidad de deforestar o nivelar cuatro sectores de vegetación para reducir los cortes de energía red a pesar de tener una nueva infraestructura más resistente en la red, para realizar una debida gestión de licencia ambiental para la disposición final de residuos verdes y las posibles compensaciones de árboles

    A su vez, la compañía evaluó la necesidad de tener un consejo con la reserva indígena Kwe’sx Kiwe Nasa y en tierras campesinas que en la actualidad están en la Reserva Natural Bonanza, como análisis de aspectos sociales y relacionamiento ante la Agencia Nacional de Tierras.

    Para que esto sea una realidad se necesita un plan de gestión apoyado en información del Instituto Geológico Agustín Codazzi, que permitirá conocer el uso de predios requeridos para la instalación de los puntos de abastecimiento de energía, a través de servidumbres prediales.

    Por último, se tuvo en cuenta la ocupación en espacio de vía pública; mediante un mapeo del Instituto Nacional de Vías se estimó la urgencia de instalar señales de tránsito como Pare o Siga.