Riesgo biológico se debe incluir en gestión de las empresas
Así lo detalla Jhonnedisson Montenegro Enríquez, magíster en Administración de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien en su investigación identifica las principales variables de gestión del riesgo empresarial para reactivar la actividad económica de las empresas en un contexto de pandemia y pospandemia del virus SARS-CoV-2.
Seguir estas recomendaciones será relativamente sencillo tanto para las pequeñas y medianas empresas (Pyme), como para las grandes compañías, siempre y cuando estas tengan conciencia social para incluir al riesgo biológico dentro de las matrices de riesgo de su organización.
“Este riesgo antes no era catalogado en las empresas, que se quedaban solo en los riesgos reputacionales, jurídicos, económicos e incluso políticos, pero ninguno en función del riesgo de una pandemia, como la que vivimos, la cual no solo afecta la operatividad de una organización sino también sus finanzas e incluso su reputación por el cumplimiento o no de los protocolos establecidos”, subraya.
En su estudio, el magíster analiza la incidencia de otras pandemias en el sector empresarial y la economía en los últimos 100 años, y describe el impacto del COVID-19 en la industria bogotana, para lo cual hizo una revisión sistemática de la información, basado especialmente en datos de revistas indexadas a través de fuentes del sector económico; además consideró conceptos y temáticas de diferentes entidades internacionales y organizaciones que han tratado la temática en tiempos de pandemia, como Fenalco y la ANDI.
Así mismo, la investigación tiene en cuenta los estudios de las clasificaciones del riesgo del Foro Económico Mundial y las investigaciones sobre procedimientos en la gestión del riesgo empresarial por parte de la Organización Internacional de Estandarización (ISO).
Al inicio de la pandemia se evidenció en Bogotá una baja en la demanda agregada de la ciudad debido al confinamiento de las personas, hecho que produjo una primera consecuencia en los niveles de empleo formal. Según el DANE, en abril de 2020 se registró un descenso llegando a una tasa de desocupación del 19,8 %, y al mismo tiempo una desaceleración de las ventas para el segundo trimestre, exceptuando el grupo de alimentos de primera necesidad.
Según la Encuesta Nacional de Impacto Económico COVID-19, el 37 % de las empresas ha cesado temporalmente sus actividades, el 15 % ha solicitado créditos bancarios para capitalización, y el 12 % han cambiado el modelo de negocio. Además el 95 % de los empresarios considera que la crisis por COVID-19 los está afectando de manera negativa, especialmente a las microempresas.
“La conciencia social en las organizaciones ante una emergencia biológica y de salud pública, como la actual pandemia, debe ser iniciativa desde las altas direcciones y juntas administrativas de las empresas, y no verse solo como una directriz desde las autoridades locales” explica el investigador.
“Desde los altos mandos se deben promover los recursos económicos para la mitigación del riesgo, no solo en términos de adquisición de elementos de bioseguridad como tapetes de desinfección, avisos informativos sobre el virus, entre otros, sino también generar estrategias que promuevan la conciencia social dentro de la organización con diferentes actores”, señala el magíster.
Agrega que “estos esfuerzos se deben direccionar tanto a los trabajadores de la compañía como a los accionistas, proveedores y clientes, de modo que exista un modelo articulado que le permita a la empresa difundir un buen manejo del riesgo biológico, ya que este puede afectarla de forma interna y externa de no tomar medidas”.
Por último, asegura que ante esos momentos de incertidumbre es preferible que una empresa tenga una “inyección de capital” por parte de los directivos antes que acudir a créditos externos de entidades bancarias, ya que con ello las empresas aumentan cada día su base de endeudamiento, corriendo un alto riesgo de incumplir en obligaciones bancarias.