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Medioambiente

Restaurar capital natural es esencial en páramo de Sabana Rubia

    Recuperar la biodiversidad y los sistemas tanto silvopastoriles como agroforestales y de producción del páramo de Sabana Rubia, ubicado en la Serranía de Perijá, en Manaure (Cesar), es el propósito de un proyecto de Extensión Solidaria de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede de La Paz para fortalecer la innovación social.

    La iniciativa surgió a raíz de un incendio provocado en el páramo del Perijá en marzo de 2020, debido entre otras causas a la expansión de la frontera agrícola, una acción que se salió de control y arrasó con 5.700 hectáreas de páramo. La zona más afectada fue el páramo de Sabana Rubia.

    “Aunque con la conflagración se afectaron todas las especies (mamíferos, anfibios, reptiles, insectos y plantas), una de las más sufrió fue Espeletia perijaensis, especie autóctona de frailejón del Perijá”, explica el ecólogo Joan Gastón Zamora Ábrego, profesor de la UNAL Sede de La Paz, adscrito al grupo de investigación Ecología y Conservación de Fauna Silvestre.

    Según el investigador, “los frailejones son como ‘esponjas’, pues absorben el agua del ambiente y la redistribuyen a lo que sería el subsuelo. Si esta especie se extingue se perdería este valioso servicio ecosistémico que provee al páramo”.

    La idea es conservar y recuperar esta especie de frailejón, ya que el gran potencial hídrico de la Serranía del Perijá –que alimenta los ríos que dan agua a los municipios de La Paz, Manaure, San Diego, La Jagua del Ibirico y Agustín Codazzi– proviene de allí.

    “Si se elimina la cobertura vegetal para transformarlo en ganadería o agricultura, esa humedad se pierde y eventualmente las comunidades no tendrían agua para regar sus cultivos o alimentar a sus animales”, acota.

    Un dato que vale la pena anotar es que las predicciones del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) señalan que en el año 2100 la temperatura en Cesar subirá en 2,8 °C y habrá un 20 % menos de humedad o de precipitaciones, lo que tendría serias implicaciones para la vida cotidiana y los ecosistemas naturales.

    Los principales cultivos de las comunidades que habitan en esta zona son cilantro, cebolla y zanahoria, en algunas ocasiones producen papa, fríjol y maíz, y de manera más reciente café.

    Las quemas son recurrentes, en especial por la ampliación de la frontera agrícola; en 2020 el incendio se salió de control afectando una gran superficie del páramo.

    El docente Gastón relata que estas prácticas son utilizadas por los campesinos porque así lo han aprendido de sus padres y abuelos; algunos de ellos han reflexionado sobre los impactos que ellas tienen y no saben cómo cambiar o implementar mejoras. En este sentido, el proyecto de extensión solidaria que iniciaremos busca capacitar y acompañar a estas comunidades en buenas prácticas agrícolas.

    Al respecto, el ingeniero de alimentos Diego Felipe Tirado Armesto, profesor del programa de Ingeniería Biológica de la UNAL Sede de La Paz, menciona que entre los temas que se abordarán con ellos es la necesidad de no utilizar fertilizantes indiscriminadamente, debido a su impacto ambiental.

    “Otro factor importante será el de la asociatividad, pues es una estrategia idónea para captar los beneficios de las asociaciones campesinas, lo cual es indispensable porque ellos son más de 100 familias reunidas en 30 fincas y quieren vender productos a supermercados locales”.

    Por su parte, la profesora Lucía Eufemia Meneses Lucumí, experta en investigación sobre cambio social cultural, expresó que en un acercamiento realizado con pobladores de la vereda Brisas del Chiriamo, su situación no difiere mucho de lo que ha ocurrido en la Serranía del Perijá.

    “En esta región ha habido una relación directa entre las dinámicas sociohistóricas y las formas específicas del uso del suelo. Se recrudece el conflicto armado en un momento particular y el territorio se desocupa, la gente se desplaza por todas estas situaciones y ahora están en proceso de regresar”, señala la docente.

    Agrega que “estas dinámicas han afectado la producción agrícola, y se han identificado tres periodos: antes del conflicto armado esta región era muy productiva, incluso la primera en la región en producción de cebolla; durante el conflicto armado no hubo producción; y después del conflicto armado se retoma con diferentes productos, entre ellos el cilantro, cuya producción está afectando el agua y el suelo”.