La línea de objetos de aprendizaje, que funciona como mecanismo de conexión entre pacientes diagnosticados con trastorno del espectro autista (TEA) y sus familias, fue desarrollada por los estudiantes Johs Jerez, Sofía Castaño y Andrés Mora, de Diseño Industrial la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira.
Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2018 un promedio de 1 de cada 160 niños del mundo padece TEA, una disfunción neurobiológica que se manifiesta durante los primeros tres años de vida.
Los síntomas están relacionados fundamentalmente con problemas de interacción, comportamiento social, flexibilidad del pensamiento, comunicación y lenguaje, derivados de un funcionamiento cerebral y un sistema nervioso afectados. No existe certeza absoluta de su origen, pero la evidencia científica indica que viene de factores genéticos y ambientales.
Mediante las fundaciones Vibrarte y ArteVital, de Palmira (Valle del Cauca), los estudiantes de la UNAL tuvieron contacto directo con el niño John Jannier, su familia y su terapeuta. La investigación rigurosa del entorno material y del comportamiento que revelaba el niño hacia otras personas parte de la base comprobada de que no existen dos personas con TEA de características notorias exactamente iguales, de manera que el tratamiento para cada individuo es diferente y varía según sus condiciones específicas.
En esa medida, los estudiantes determinaron que John desarrolló estereotipias "movimientos, posturas o voces repetitivas que realizan frecuentemente personas con discapacidad intelectual" para mediar la sobreestimulación o la falta de esta que se presenta en su ambiente.
Pook, Jook y Gook
El primer reforzador de aprendizaje, llamado Pook, permite sustituir las estereotipias tradicionales por movimientos ejecutados con el nuevo objeto, diseñado para llamar su atención. Además este desarrolla habilidades cognitivas por medio de asociación y encaje de formas similares y aumenta la motricidad fina con el ensamble de piezas pequeñas.
El segundo reforzador es Jook, que, según la combinación de colores "escogida en este caso por John" y el movimiento de sus cientos de hilos flexibles, consigue un efecto calmante en el niño.
Documentos científicos consultados por los estudiantes sugieren que los colores pastel no saturan de luz a pacientes con TEA y además estimulan el sentido visual, combinado con el movimiento y contacto que realiza el niño con el objeto.
Gook, el tercer reforzador de aprendizaje, consistió en este caso en frutas hechas con poliestireno expandido, escogidas porque a John le gustan ya que su mamá vende frutas, y porque además aumentan el desarrollo cognitivo a través de la asociación de formas que pertenecen al contexto real del niño.
Después de observar los efectos que el grupo de objetos tuvo sobre John Jannier, los estudiantes concluyeron que el estudio de un caso particular, combinado con las técnicas de construcción de juguetes para niños, arrojó un resultado gratificante no solo en cuanto a las habilidades cognitivas y motrices del menor, sino que además facilitó que la familia interactuara mucho más con su hijo, pues los juguetes representaban un gancho, objeto que el niño usaba antes para sus recurrentes estereotipias; de ahí el nombre del proyecto: Hook " Enganchados.
Con base en esta experiencia se considera pertinente la recomendación de la OMS que determina que "las intervenciones psicosociales basadas en evidencias pueden reducir las dificultades de comunicación y comportamiento social e impactar positivamente en el bienestar y la calidad de vida de las personas con TEA".
Según una encuesta para padres que tienen hijos diagnosticados con TEA, la Liga Colombiana de Autismo (LICA) estima que en el país hay más de 115.000 personas con este trastorno (85,7 % hombres) y que el 93 % de los individuos con esta condición están ubicados en los centros urbanos.