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Desarrollo Rural

Reforestación mejora producción de panela en Cundinamarca

  • Expertos del Centro Internacional de Física enseñan el proceso del cultivo de balso en una finca de Caparrapí (Cundinamarca). Cortesía CIF

Tres especies de plantas útiles como aglutinantes en la elaboración de la panela fueron rescatadas de la extinción. Un proyecto de biotecnología halló la forma precisa de propagar sus semillas y hoy los paneleros las cultivan bajo el principio de agricultura ecológica.

En el proceso de elaboración de la panela se requieren tres plantas que sirven como aglutinantes naturales y limpian los jugos de la caña de azúcar: el balso, el camillo y el guásimo, que se producen silvestres en algunas zonas de Cundinamarca. Sin embargo, estas especies corren peligro por el uso desmedido.

Para evitar su extinción, el Centro Internacional de Física (CIF), adscrito a la Universidad Nacional de Colombia, desarrolló un proyecto de reforestación en la cuenca hidrográfica del río Negro, en los municipios cundinamarqueses de Guaduas, Caparrapí, Puerto Salgar y Chaguaní. Este último, aunque no pertenece a la cuenca, presentaba la misma problemática.

La escasez de las especies nativas empezó a ser evidente para los paneleros cuando, para encontrar el camillo, debían avanzar más por la ribera del río. "Era difícil hallarlo en su estado natural", comenta Abraham Ramírez, panelero de Chaguaní.

Según el productor, este tipo de plantas son sometidas a un proceso que comienza extrayendo la corteza del tallo principal para macerarla y humedecerla en agua. Dos horas después de haberla dejado reposando en un balde, esta produce una sustancia viscosa que se aplica a los jugos de la caña en el momento de la cocción, cuando se fabrica la miel. Así se limpian todas las impurezas y se obtiene una panela más refinada.

"Pero, al cortar la corteza, el tallo del árbol queda totalmente desprotegido e inmune a plagas y enfermedades, además se inhibe la conducción de nutrientes", explica José Mejía, integrante del grupo de biotecnología del CIF, enfatizando en que, por ejemplo, el camillo es una especie que en el municipio de Guaduas desapareció.

Hay que tener en cuenta que una carga de panela equivale a 100 kilos y 10 cargas componen una tonelada. Así, por carga se necesitan 0,32 kg de camillo, 0,65 kg de balso y 1,31 kg de guásimo. Cerca de 10 árboles de balso se ven afectados por cada 100 cargas. En un trapiche se puede producir cerca de una tonelada de panela cada dos meses. Bajo estas circunstancias, era necesario lanzar un salvavidas para las especies.

Propagación
El proyecto de reforestación productiva propuesto por el CIF contempló la revisión del proceso de propagación de las especies a través de semillas, estacas o esquejes, con el fin de que los paneleros las cultiven en sus fincas, o por lo menos realicen una extracción más sostenible y eviten pelar totalmente el tronco o el tallo del árbol, para que la corteza se regenere.

Según el investigador Mejía, se evidenció que la forma óptima de expansión de las planta ocurre a través de las semillas. "Al sembrar las especies en estas zonas de ladera, resulta importante que los árboles desarrollen su sistema de raíces para mejor agarre en el suelo. Los métodos de propagación asexuales, como estacas y esquejes, no son apropiados para este propósito, pues incentivan el crecimiento de rizomas secundarios que son superficiales y no profundos como los primarios. Por tanto, los árboles quedan expuestos a un posible volcamiento por acción del viento o por ablandamiento del suelo durante la lluvia", aclara el especialista.

De las tres especies, la más difícil de propagar fue el balso. Por el método de estaca, obtuvo porcentajes entre 0% y 4%, mientras que por semilla, mezclando humus de lombriz con suelo y manteniendo condiciones controladas de humedad, los porcentajes de germinación llegaron al 50%.

Mediante el mismo proceso, con el guásimo se logró entre el 75% y el 80% de propagación, y con el arbusto del camillo, que según los productores es el mejor aglutinante, se obtuvieron resultados del 95%.

Hoy los paneleros no ven estas especies como recursos inagotables. Partiendo de los principios de la agricultura ecológica, aprendieron a sembrarlas y a producirlas, y de esa manera le han puesto freno a su extinción, al tiempo que evitan la deforestación en la cuenca del río Negro, cuyo cauce había decrecido según los chequeos adelantados por la Empresa de Energía de Cundinamarca, cofinanciadora del proyecto.

Cifras paneleras en la región

El Ministerio de Agricultura y el Fondo para el Fomento Panelero señalan que en el 2010 había sembradas en Cundinamarca 48.000 hectáreas de caña panelera (correspondientes al 20% de la producción del país), y los rendimientos eran de 4,36 toneladas por hectárea.

El municipio de Caparrapí tenía 12.000 hectáreas sembradas, Chaguaní 1.350 y Guaduas 1.260. Puerto Salgar no es importante en la producción de panela, pero estuvo incluido en el proyecto por los problemas de deforestación y degradación de suelos.

Según la Encuesta Nacional Panelera, en Cundinamarca había cerca de 8.000 productores en el 2010, de los cuales se reportaron 1.249 en Caparrapí, 341 en Chaguaní y 238 en Guaduas. Acorde con el empleo tanto permanente como temporal que genera, esta actividad puede llegar a ser tan importante como la del café.

Otra especie incluida en el proyecto y que igualmente se origina en esta región del país es la jatrofa: se trata de una planta oleaginosa cuya semilla tiene un aceite especial para producir biodiésel. "Buscamos aprovechar dicha semilla como fuente energética en el proceso de elaboración de la panela, quemándola directamente en las hornillas y así evitar el uso de llantas en los trapiches", precisa el investigador Mejía.