Reducir riesgos de salud en manipulación de químicos en laboratorios será posible gracias a nueva herramienta
Con la entrada en vigencia del Decreto 1072 de 2015 la gestión de los riesgos laborales en el país se convirtió en un tema relevante, ya que obliga a las empresas a realizar dicha gestión. No obstante, aún hay dificultades para cumplir completamente con estos estándares, especialmente en áreas donde se manipulan sustancias químicas peligrosas como los laboratorios.
“Alrededor del 99 % de los laboratorios tienen sustancias químicas, así sea solo alcohol isopropílico, que se suele utilizar como desinfectante para manos, por ejemplo”, señala Paola Astrid Cañón Lara, magíster en Seguridad y Salud en el Trabajo de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).
Los riesgos varían según el tipo de sustancia y son particularmente críticos en el caso de aquellas que pueden provocar intoxicaciones o desarrollar con el tiempo enfermedades graves como el cáncer.
Pero uno de los principales problemas es que la infraestructura para medir y gestionar adecuadamente los riesgos químicos sigue siendo insuficiente, pues muchas veces se requieren análisis cuantitativos que implican enviar muestras a laboratorios internacionales y que son muy costosos. Además es necesario contar con instituciones locales que garanticen una medición adecuada.
La magíster de la UNAL detectó este vacío e hizo un estudio enfocado en evaluar cualitativamente la exposición a inhalar agentes químicos en laboratorios de Física, de tal manera que le permitiera identificar el nivel de riesgo de las sustancias sin necesidad de hacer análisis costosos.
La metodología utilizada es una herramienta llamada COSHH Essentials (Control of Substances Hazardous to Health Regulations), validada por el Gobierno nacional para evaluar riesgos químicos. Esta se basa en tres factores: la cantidad de sustancia utilizada, es decir, si son gramos, kilogramos, etc.; las “frases H”, que indican el nivel de peligrosidad, y la volatilidad o pulverización de la sustancia según su estado físico (líquido, sólido o gaseoso).
El proceso es relativamente sencillo y asequible para los investigadores o laboratoristas. “A través de la revisión de las fichas de datos de seguridad, que contienen información sobre el riesgo de cada sustancia, se determina el nivel de peligro y estos datos permiten tomar decisiones sobre las medidas de control necesarias para minimizar la exposición, como el uso de equipos de protección personal (EPP) o la instalación de sistemas de ventilación”, explica la investigadora.
En los laboratorios de Física, donde la investigadora aplicó la metodología, encontró 571 sustancias químicas, 63 de las cuales se catalogaron como muy peligrosas, y 24 son especialmente preocupantes porque pueden causar cáncer, alterar el ADN o afectar la fertilidad.
“Estas representan un riesgo alto para la salud de las personas que trabajan con ellas, por eso es importante manejarlas con mucho cuidado para evitar problemas graves a largo plazo”, manifiesta la magíster Cañón.
Según la ingeniera de Producción, los riesgos se clasifican en cuatro niveles según la sustancia, así: (i) bajo, que se pueden controlar con equipos de protección personal básicos como guantes, gafas y ventilación general, (ii) requieren medidas adicionales como extracción localizada o respiradores especializados, (iii) sustancias cuyas medidas son más estrictas, incluyendo el confinamiento o la sustitución por alternativas más seguras, y (iv) sustancias que demandan mediciones cuantitativas obligatorias, como las 24 que se encontraron en el estudio.
Preocupa que dentro de su análisis la magíster encontró que muchas de las sustancias no tenían etiquetas ni fichas de datos de seguridad, información importante para alertar sobre los riesgos de cada una, cómo debe ser la manipulación segura y las medidas a tomar en caso de exposición o derrame.
A raíz de esta investigación los laboratorios analizados invirtieron en los EPP necesarios para manejar las sustancias, además de mejorar las prácticas.
“La metodología se podría replicar en diferentes laboratorios, y por ser fácil de aplicar, permite que los mismos laboratoristas puedan evaluar los riesgos a los que están expuestos y tomar medidas preventivas. Esto es importante porque se fomenta una cultura de autocuidado y responsabilidad compartida en estos espacios”, concluye la magíster.