¿Pueden las pymes de Caldas ser más competitivas y menos contaminantes?
Hacia esta meta avanzan las investigadoras Joana Rodríguez Sepúlveda, ingeniera industrial y doctora en Ingeniería - Industria y Organizaciones, y Danya Katherine Jurado Erazo, ingeniera química y estudiante de la Maestría en Ingeniería Industrial, ambas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales, quienes afirman que “nuestra apuesta es apoyar a esta empresa local, entendiendo su impacto ambiental y trazando un plan para reducir sus emisiones”.
Según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Colombia buscará reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en un 51 % para 2030 y la neutralidad de carbono para 2050. Para que estas metas se puedan cumplir es importante que sectores como la agricultura y sus cadenas de suministro –que aportan respectivamente el 27 y 18 % de los GEI globales– realicen sendos esfuerzos por transformar esta realidad.
Esto convierte a la industria agroalimentaria en un actor fundamental en la mitigación del cambio climático y en un área de especial interés en el ámbito rural, donde la implementación de nuevas tecnologías y prácticas sostenibles pueden marcar una diferencia significativa.
Una característica fundamental de la empresa con la que se realiza el trabajo es que está conformada mayoritariamente por mujeres, muchas de ellas reincorporadas de las extintas FARC; además el municipio de Palestina es considerado como Zona Más Afectadas por el Conflicto (Zomac), y el objetivo de estas es acelerar su desarrollo, progreso y crecimiento.
Para el análisis de la huella de carbono de la agroindustria, las investigadoras utilizaron los estándares de la norma ISO 14064-1 y el WRI/WBCSD GHG Protocol, iniciativas que proporcionan una guía para la contabilidad y gestión de los GEI.
Este enfoque les permitió cuantificar las emisiones directas e indirectas relacionadas con la producción y distribución de frutas deshidratadas, incluyendo productos como banano maduro, banano verde, cáscara de piña y mango. En 2023, el análisis arrojó un total de 141,3 toneladas de CO₂ equivalente emitidas, con el empaquetado y el uso de gas natural como principales fuentes de emisiones.
Con la implementación de algunas estrategias operativas y uso de combustibles de menor impacto ambiental, la empresa puede disminuir considerablemente su consumo energético, logrando una reducción estimada del 30,3 % en sus emisiones de CO₂eq (CO₂ equivalente que permite evaluar todos los gases bajo un mismo parámetro).
“Nuestro trabajo busca abrir puertas para que más mujeres se integren a la ciencia y contribuyan a solventar los retos ambientales que enfrenta nuestro país”, destaca la investigadora Jurado, beneficiaria de la convocatoria “Programa Orquídeas: mujeres en la ciencia, agentes para la paz”, del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, que destaca el rol de las mujeres en la ciencia y su capacidad de conectar la investigación académica con el desarrollo empresarial local, fomentando alianzas estratégicas que contribuyan al desarrollo rural, la sostenibilidad ambiental y la paz.
Además de optimizar el secado, las investigadoras han propuesto otras estrategias para mitigar las emisiones de esta pyme agroindustrial, entre ellas introducir tecnologías de secado más eficientes; usar cámara infrarroja para identificar áreas de mayor y menor temperatura, y optimizar el proceso de secado mediante paneles solares y secado híbrido: solar-convectivo (aire caliente en horno). Entre los avances conseguidos hasta ahora se encuentra que la transición de gases licuados de petróleo (GLP) a gas natural permitió reducir el 17,4 % en las emisiones de GEI, eliminando en gran medida las emisiones directas derivadas del uso de combustibles fósiles en el proceso de secado de las frutas, que se utilizan en los hornos de deshidratación.
La tecnología de secado con ultrasonido ha sido importante para reducir el tiempo de secado de 17 a 15 horas, alcanzando una reducción en emisiones de hasta el 26,5 %. Además mejora la calidad final del producto, ya que preserva una mayor cantidad de humedad y de nutrientes.
Así mismo, la implementación de paneles solares con una capacidad de generar alrededor de 900 kilovatios al mes es un cambio con el que se espera que las emisiones anuales se reduzcan a 10,5 toneladas de CO₂ equivalente, logrando una disminución del 30,3 % en comparación con el año base.
Este proyecto contribuye no solo a la sostenibilidad de la región, sino que además impulsa el empoderamiento de estas mujeres, quienes encuentran en la ciencia una herramienta para su reintegración social y su desarrollo económico. “Nuestra meta es que ellas sientan que forman parte de algo más grande, que puedan ver el impacto de su trabajo en la sostenibilidad de la región”, comenta la investigadora Rodríguez.