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Artes y Culturas

Pueblo raizal se resiste a su transformación cultural

    Por medio de su tradición oral, del relato público del pasado y la conmemoración de la emancipación del pueblo raizal, los habitantes del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina se resisten al proceso de transformación cultural, que incluía prácticas como castigar a los niños que hablaran creole y darles becas de estudio solo a quienes se declaraban católicos.

    Así lo evidenció la investigadora Julia Martínez en su tesis de Maestría en Estudios del Caribe de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), enfocada en la manera como el Estado realizó la “colombianización” del pueblo raizal durante la existencia del modelo administrativo conocido como la “Intendencia Nacional de San Andrés y Providencia”, iniciado en 1912.

    La magíster, perteneciente al pueblo raizal, define la colombianización como el “proceso mediante el cual el Estado intenta homogeneizar los territorios fronterizos con la imposición de los valores de la Colombia continental y de la lengua española, la religión católica, la transformación de la educación y la castración de la autonomía administrativa”.

    La imposición de la colombianización se hizo abruptamente: se prohibió impartir clases en creole (inglés materno), tanto así, que cuando los monjes capuchinos escuchaban a algún niño hablarlo les lavaban la boca con jabón, les pegaban o los hacían repetir el curso tachándolos de hablar “guariguari o jeringonza”, descalificando su idioma. En este aspecto, la investigadora Martínez aclara: “no hay nada de malo en aprender español, sino su imposición como castigo”.

    Además, aunque les enseñaban los valores patrióticos colombianos como el himno nacional, la bandera y el escudo, “el pueblo raizal los desconocía y por lo tanto no podían profesar amor hacia ellos ni patriotismo porque no lo consideraban necesario o importante”, menciona la magíster de la UNAL.

    Misiones católicas

    Entre 1926 y 1976, con el envío de las misiones católicas de los capuchinos, se da la catolización de los habitantes ancestrales del Archipiélago.

    En ese sentido, el ingeniero electrónico Walt Hayes Bryan, de 61 años y líder de la autoridad raizal, recuerda que “en los años treinta, básicamente […] llegaron acá y nos llamaron incivilizados porque no éramos católicos, […] y como el Estado empezó a construir colegios y a dar becas, los primeros beneficiados fueron los jóvenes católicos; así, cualquier persona se convertía porque quería obtener una beca, estudiar, no importaba decir que eras católico también”.

    Muchos raizales se convirtieron al catolicismo porque además vieron en esa conversión la posibilidad de ostentar una mejor posición social y económica o lograr una mayor visibilización.

    Por otra parte, la Ley 52 de 1912, por medio de la cual el Estado invita a familias compuestas por 4 personas a establecerse en la Isla, agilizó el proceso de colombianización y generó sobrepoblación.

    Al respecto, el profesor Raúl Román considera que “mantener esas memorias vivas y conservarlas en la historia del pueblo raizal fue posible gracias a la tradición oral que pasa de generación en generación y al uso público de relatos del pasado que permiten reconstruir la historia convirtiéndolos en un discurso válido desde el punto vista político para resistir a las nuevas disposiciones del Gobierno, que desconoce las peculiaridades de estos habitantes ancestrales”.

    Como raizal, la investigadora Martínez cuenta que “mi abuela le contó a mi mamá y ella a mí, que en 1927 el gobernador de turno en las islas, Jorge Tadeo Lozano, se presentó en el sector de La Loma con un contingente de policías y le pidió al pastor de la iglesia Bautista que abandonaran ese terreno porque el dueño de esas tierras iba a pedir los derechos para construir una catedral. Era día de culto, así que los presentes se alzaron en rebeldía y los vecinos de los alrededores se armaron de palos, piedras, machetes y lo que tenían a la mano, y decidieron oponerse al desalojo”.

    “Un día las monjas capuchinas les pidieron a las niñas raizales que llevaran sus Biblias al colegio, cuando llegaron les dijeron que las pusieran en el patio del colegio y les prendieron fuego. Eran tiempos en que los raizales aprendían a leer desde pequeños con la Biblia”.

    Otra manera de exaltar su herencia cultural y africana es la conmemoración de la emancipación del pueblo raizal, que se realiza desde 2001, del 25 de julio al primero de agosto, con muestras de gastronomía, danzas, idioma, costumbres y música, entre otros.

    La fuente principal de esta investigación –con un enfoque etnográfico– fueron 29 entrevistas realizadas a personas raizales, hombres y mujeres, mayores de 60 años, autoridades y personas del común, que se contrastaron con prensa e informes oficiales; también se usaron además fuentes secundarias como libros, memorias, documentos grises y fotografías.