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Ciudad y Territorio

Programas de reasentamiento, mucho más que un cambio de vivienda

    Tener en cuenta aspectos como el estado de la vivienda actual, las expectativas de la comunidad y el diseño de estrategias de integración en el nuevo entorno son fundamentales para consolidar las reubicaciones colectivas y evitar que los beneficiarios de estos programas se devuelvan a sus viviendas anteriores, pese al riesgo que representan por estar en zonas vulnerables.

    Estas son algunas de las recomendaciones del arquitecto Jeison Andrés Hincapié Rodríguez, quien en su tesis de la Maestría en Hábitat, “Lineamientos nacionales para el reasentamiento colectivo posdesastre: Casos de estudio Bogotá y Mosquera”, plantea que conocer la realidad de la comunidad, su dinámica social y geográfica, y sus necesidades y expectativas reales, es determinante en el éxito de un reasentamiento.

    Con base en su estudio, sostiene que este tipo de programas no pueden ser rígidos sino flexibles e integradores de todas las partes:“aunque un reasentamiento se hace para evitar riesgos en la población de una zona con algún tipo de peligro, no se trata de sacar a una comunidad de un sitio y ubicarla en otro, sino tener en cuenta muchos aspectos derivados de la realidad colectiva, de su entorno, relaciones y formas de vida, entre otros muchos aspectos”, precisa el investigador.

    El estudio surgió después de analizar casos específicos de al menos 12 familias de un total de 50 identificadas de Ciudad Bolívar, Bosa y del margen del río Bogotá en Mosquera, que regresaron a sus asentamientos iniciales pese a que habían sido reubicados en lugares considerados de bajo riesgo.

    “Según varias entrevistas realizadas, aspectos como la carencia de un espacio para continuar con un negocio, enfermedades que les dificultaban bajar o subir escaleras, la lejanía de familiares, el entorno, los gastos e ingresos, la falta de espacios públicos, el sentirse rechazados, o la convivencia, entre otros factores, fueron motivos para que estas personas decidieran abandonar el lugar en donde fueron reubicados y regresar al anterior”, explica el arquitecto Hincapié.

    Cuatro etapas clave

    Las recomendaciones del investigador para que el proceso sea exitoso contemplan cuatro etapas en las que se hace énfasis en las necesidades que tienen que ver con las unidades habitacionales, la calidad de los espacios públicos y el entorno, seguridad y equipamientos en general, la generación de apropiación por el barrio y por el proyecto de ciudad.

    La primera es la preparación del asentamiento colectivo, en la que se deberá trabajar en hábitos cotidianos y repetitivos, territorio, identidades individuales y colectivas, entendiendo y potenciando la participación de las personas a reasentarse facilitando las nociones de hábitat desde las viviendas y luego, en el exterior, teniendo en cuenta aspectos como por ejemplo el avaluó de las viviendas.

    En segundo lugar, se deben tener en cuenta los usos y funciones en el espacio para consolidar un hábitat, es decir, construir un conjunto de acciones que lleven a resolver las necesidades inmediatas, aspiraciones y expectativas de los pobladores, para evitar un posible desplazamiento y retorno a los barrios de salida. Esto apoyándose en actividades que les permitan apropiarse de su nuevo entorno y adaptarse.

    La tercera etapa contempla la producción del hábitat, que se sustenta sobre procesos de planeación y acción a partir de las necesidades de la colectividad, y poder establecer maneras de intervenir, desde la construcción colectiva que reconozca diferencias, realizar acciones que reduzcan el miedo al cambio, integrarlos a su nuevo entorno, apropiarlos de su nuevo espacio.

    Por último, se debe consolidar el papel de diferentes actores: generar un mayor grado de concurrencia y coordinación entre las dependencias y entidades del municipio para promover relaciones intersectoriales al momento del reasentamiento urbano colectivo, incorporando además la responsabilidad ciudadana y sus experiencias previas, no solo en la organización sino también en la gestión comunitaria del riesgo.

    Pese a que los casos de estudio fueron específicamente en Bogotá y el municipio aledaño de Mosquera, para el magíster de la UNAL estas recomendaciones aplican en todo el territorio nacional, pues los temores de las comunidades al momento de reasentarlas son las mismas, pues se encontraron similitudes en casos de Cali y Cartagena.

    Según la investigación, la recomendación más importante es que durante un programa de reasentamiento se vea la vivienda como mucho más que cuatro paredes y ladrillos y se entienda dentro un contexto mucho más amplio. Allí está la clave del éxito.