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Desarrollo Rural

Productores de achiote chocoano deben fortalecer su cultivo y mercadeo

    Las semillas de achiote (Bixa orellana L.) son la materia prima de un colorante natural qué, además de utilizarse en la industria de alimentos, tiene aplicaciones farmacéuticas y cosméticas. Pese a la importancia económica que representa su cultivo en el Medio Baudó (Chocó), para competir con más fuerza en el mercado, se debe fortalecer la asistencia técnica, incrementar el área de cultivo y explorar nuevas presentaciones -por ejemplo, en pasta o semilla deshidratada-.

    Medio Baudó se encuentra ubicado a 120 km de Quibdó, la capital del Chocó y, entre las actividades económicas más importantes se destacan la producción de plátano, cacao y yuca, además de la piscicultura, cría de cerdos y aves de corral.

    Desde 2016, los habitantes de los Consejos Comunitarios General del Rio Baudó y su Afluente y, el Consejo Comunitario Mayor del Río Pepe, con el apoyo del Fondo para la Acción Ambiental y la Niñez, iniciaron el establecimiento de unidades productivas de achiote como cultivo principal, con el objetivo de fortalecer la gobernanza comunitaria y establecer alternativas productivas diferentes a la madera.

    Dichas comunidades se encuentran asentadas en territorios muy valiosos para la conservación de la biodiversidad global y dependen, en gran medida, de los recursos naturales para su supervivencia. Es por eso que el achiote, además de considerarse un árbol de uso ancestral, tiene un alto valor religioso, cultural, medicinal y culinario. Además de ser un colorante natural, es antioxidante, hidrata, repara y tonifica la piel, contiene pro-vitamina A y ayuda a proteger de los rayos ultavioleta.

    El ingeniero agroforestal, Elías Rentería Palacios, magíster en Ingeniería Agroindustrial de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín, explica que el fruto es una cápsula de color rojo, erizada y con pelos de color verde oscuro; dentro de ella se encuentran las semillas recubiertas por una sustancia viscosa de color rojo vivo, del cual se obtiene un colorante natural conocido como annato, biodegradable, no tóxico, no carcinogénico y está aprobado para su uso por parte de la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés)”.

    Agrega que, “sus pigmentos naturales son conocidos como bixina y norbixina y tienen una gran demanda en la industria de alimentos, cosmética, textil y farmacéutica. El achiote es un árbol amigable con el medio ambiente y produce con poca disponibilidad de nutrientes en los suelos”.

    Según el magíster, en la actualidad los productos naturales son la tendencia del mercado y el achiote por su capacidad de pigmentar es un colorante con gran demanda, motivo por el cual, es necesario investigar sobre el análisis de la cadena productiva del achiote bajo el enfoque de cadena de valor, un conjunto de estrategias diseñadas para optimizar cada paso en la producción de un bien o servicio.

    Para ello, aplicó el diseño no experimental transversal tipo descriptivo con enfoque mixto, metodología que se realiza sin manipular las variables, sino observando los fenómenos en su contexto natural, en otras palabras, viajó hasta la zona para conocer de primera mano y de viva voz de las comunidades cómo son las diferentes etapas del proceso.

    De esta manera evidenció que, para fortalecer la economía de las comunidades del Medio Baudó, se debe continuar fortaleciendo a los eslabones que la componen: (i) producción (cultivadores), (ii) transformación (hogar y centros de acopio) y (iii) comercialización (comercialización local, regional y nacional).

    Algunas comunidades de los dos consejos comunitarios pasaron de tener menos de 10 árboles inmersos en otros cultivos donde la producción no era voluminosa (generalmente para atender necesidades del hogar) a tener grandes unidades productivas mayor a 110 árboles y convertirse en cultivo principal.

    Las hectáreas ya existentes se establecieron asociada a cultivos como el plátano, pero al momento de iniciar la producción de achiote, debían sembrar al menos 2 hectáreas, lo que implicaba un gran desafío dadas las condiciones climáticas y los requerimientos de limpieza, secado y extracción de colorante de la semilla.

    Sumado a esto, no se llevaban registros contables, ni de producción, “lo que dificulta la transición a esta nueva etapa de producción bajo un enfoque agroecológico y la garantía de rentabilidad de las unidades productivas, calculadas a partir de los ingresos de las familias”.

    Como alternativa de mejora se construyó un centro para transformar la cápsula y realizar el proceso de deshidratación a través de marquesinas especiales. Después, inició la búsqueda de compradores. “Vimos que, mientras en los municipios de Chocó la demanda era por la pasta de achiote, en ciudades como Medellín, Bogotá, Pereira y Cali solicitaban semilla deshidratada”, relata el magíster Rentería.

    Aunque las comunidades continúan sembrando y trabajando en la producción de pasta, semilla y otros derivados como polvo de achiote, el proceso de la deshidratación se ve afectado por las frecuentes lluvias (Chocó es una de las primeras zonas de más alta pluviosidad en el planeta con más de 9.000 mm de precipitaciones anuales) y las pocas horas de sol al día. Esto hace que el proceso tome más tiempo para secar las semillas (hasta 5 días), lo que genera un cuello de botella, además de incrementar los costos de operación en los centros de acopios y transformación de la materia prima.

    Además del manejo de la semilla bajo condiciones extremas de humedad, la cadena de valor del achiote afronta los retos que impone la precaria infraestructura vial, la conectividad eléctrica y de internet para el uso de plataforma digitales, sumado a la débil presencia institucional.