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Artes y Culturas

Premio por rescatar y valorar saberes ancestrales en la U.N.

  • La identidad, como resultado de la sumatoria de memoria y conocimiento del territorio, permite generar amor hacia la U.N.

  • Gloria Inés Muñoz, premio al Espíritu Innovador 2015, ha apoyado con su grupo a estudiantes que provienen de distintas regiones del país.

  • Parte del proyecto es la exhibición de fotografías históricas de la Universidad.

  • La mayoría de los estudiantes que llegan a la U.N. provenientes de distintas regiones del país, especialmente de comunidades indígenas, deben recibir asesoría para que no abandonen sus estudios.

  • Muchas veces la Academia ignora el conocimiento tradicional.

El Grupo Saber y Vida, que lidera Gloria Inés Muñoz, apoya a estudiantes provenientes de distintas regiones del país, especialmente de comunidades indígenas.

Éste acaba de recibir uno de los galardones al Espíritu Innovador 2015, que entrega la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad Nacional de Colombia. Gloria Inés Muñoz, vinculada a la División Nacional de Gestión Documental, fue la única funcionaria administrativa resaltada con este reconocimiento.

Saber y Vida desarrolla el Taller de la Memoria, en el que las personas que estuvieron vinculadas a la Universidad, como pensionados o jubilados, cuentan sus experiencias a estudiantes de la U.N. La idea es que estos, a su vez, se apropien y tengan sentido de pertenencia hacia el campus universitario. Todo esto parte de una premisa: la identidad como resultado de la sumatoria de memoria y conocimiento del territorio, una fusión que permite generar amor hacia la Institución.

Este trabajo ha dado lugar a una revisión fotográfica de la U.N. y de los archivos personales de los antiguos miembros de la Universidad para fortalecer los recuerdos de la misma; así se han reunido más de 850 imágenes con información de acontecimientos importantes ocurridos en ella durante el siglo XX.

Dentro de los datos curiosos se encuentra que su nombre durante el siglo XIX fue Universidad de los Estados Unidos de Colombia, estaba ubicada en el centro histórico de la capital del país y sus estudiantes protagonizaban un carnaval anual, y el plano del campus fue diseñado en forma de búho para resaltarlo como un lugar de sabiduría.

Una segunda parte de este esfuerzo se bautizó con el nombre de Círculo de palabra, este trata de aliviar el choque que significa para personas de la comunidad afro, campesinos o indígenas de diferentes culturas, llegar a estudiar a la capital del país y en una universidad que muchas veces no tiene en cuenta sus tradiciones. El Grupo los ayuda a recordar y a valorar sus costumbres, así como a reconocerles que tienen unas raíces ancestrales.

 "Los estudiantes de las regiones llegan a la U.N. a estudiar en medio de una enorme vulnerabilidad. Muchos son de escasos recursos, situación que lleva a decenas a abandonar la Academia; otros ven la Universidad como un mundo que no entienden. Por eso creamos un ambiente en el que valoramos lo que ellos saben, sus antepasados, y rescatamos su importancia como personas", dice Muñoz.

La funcionaria explica que es usual que la Universidad nunca tenga en cuenta el contexto rural y los conocimientos que estos alumnos han aprendido durante sus vidas en comunidades y etnias como nasa, wiwa, pasto y ticuna, entre otras.

"Una vez, en una salida de campo, conocimos que un profesor llevó a sus estudiantes a La Mesa (Cundinamarca) a conocer una supuesta guadua que servía para hacer una arquitectura más amigable. Pero un alumno de la cultura Pasto (de Nariño), que hacía parte del grupo, no sólo terminó desvirtuando el valor de la guadua sino que la reemplazó por una diferente a la que el docente había sugerido y terminó convirtiéndose en  el guía del grupo en la zona rural, esto gracias a la experiencia de años acumulada en su comunidad", relata Muñoz.

Algunos llegan sin hablar muy bien el español o, después de valorar a sus muertos y de considerarlos como sagrados, deben llegar a un anfiteatro como estudiantes de medicina a manipular cadáveres o a estudiarlos, lo que los confronta con sus creencias. Esta es una de las situaciones que tendrá que cambiar poco a poco.

Otros, por el contrario, han aprovechado ese cambio para aportar en sus caseríos. Por ejemplo, en Natagaima (Tolima), un antropólogo de la U.N., de la etnia Pijao, recorre su región animando a los jóvenes a estudiar en la U.N., los ayuda a preparar el examen de admisión e incluso los acompaña cuando deben viajar a Bogotá a presentarlo.

En todas las actividades del Grupo Saber y Vida participan 56 estudiantes de todas las facultades, quienes dinamizan sus conocimientos con otros 160 miembros de la comunidad académica.