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Política y Sociedad

Política nativa promueve participación de mujeres indígenas del río Mirití Paraná

    En Colombia el poder político se rige por procesos sistematizados enmarcados en relaciones Estado-sociedad. Sin embargo, desde las comunidades indígenas del río Mirití Paraná se plantea y se vela por una política integral, diversa, múltiple y flexible, que denominan política nativa, la cual cuenta con la participación y el liderazgo femenino.

    La politóloga Joana Higuita Castro, magíster en Estudios Amazónicos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Amazonia, menciona que “pese a que las mujeres ocupan un papel importante en asuntos de crianza, manejo de la horticultura e intercambios rituales, de los cuales dependen el prestigio de los hombres en las sociedades amazónicas, resulta llamativo la escasez de trabajos etnográficos sobre las miradas femeninas en torno a temas como el manejo del territorio y la participación en espacios políticos”.

    Por lo anterior, en su investigación de maestría, indaga acerca de la percepción de las mujeres sobre su participación en los procesos políticos y organizativos del territorio.

    “Este enfoque ayuda a encontrar nuevos elementos, que sirvan para dimensionar una participación por género y etaria capaz de brindar herramientas para la consolidación de procesos más incluyentes dentro de los territorios indígenas, teniendo en cuenta las lógicas del cuidado, las relaciones parentales y prácticas desde lo doméstico”.

    El río Mirití Paraná está ubicado en la región nordeste del departamento del Amazonas. Es un afluente del río Caquetá, Camaweri como lo conocen los yucuna o río Japurá en Brasil. Ejá para los yucuna se caracteriza por tener aguas de igapó, es decir que es de color oscuro o rojizo, con altas cantidades de taninos y de material en descomposición.

    Según datos de la Asociación de Capitanes Indígenas del Mirití Amazonas (Acima), para 2018 alrededor de 850 personas pertenecientes a distintos grupos étnicos habitaban la zona. Los yucuna, matapí, tanimuka y macuna. También algunas familias cubeo y murui. Asimismo, desde hace unas dos décadas una comunidad conformada por familias del pueblo tuyuca se trasladó desde el río Apaporis hacia el Mirití y ahora pertenecen a Acima.

    La investigadora señala que la organización social de los yucuna está  centrada en la figura de la maloca. “Los bailes de maloca eran y siguen siendo de vital importancia en la región, puesto que ellos represen toda una unidad socio política y ritual sobre la cual giraba la vida”, afirma. De otra parte, los matapí son un pueblo de cuyos ancestros se explica fueron más guerreros.

    Agrega que, “yucunas y matapí han sido y siguen siendo fuertes aliados, esta relación entre hermanos y cuñados, tíos y sobrinos se constituía especialmente en torno a las negociaciones para conformar parejas”.

    Anota que, en el Mirití y gran parte de esta región, casi todas las personas se reconocen como parientes. “En un territorio tejido por los lazos de sangre y de parentesco, fundamentales tanto para seguir multiplicando la gente, como para mantener la cohesión social y la tradición cultural necesaria para la supervivencia del territorio”.

    Mujer y poder político

    Para aproximarse al papel político de la mujer en estas comunidades, la investigadora entrevistó a ocho mujeres de entre 30 y 80 años, de los sectores Puerto libre, Puerto Nuevo y Puerto Guayabo, para conocer en primera persona acerca de sus labores, costumbres, fortalezas y cómo su posición en la comunidad otorga un valor social a la composición y consolidación de la política nativa.

    Destaca que optó por una metodología que incluyera la observación etnográfica, es decir, centrada en las experiencias de la vida cotidiana de los individuos, para comprender mejor las prácticas sociales existentes. Cada entrevista fue grabada en video.

    El acercamiento a estas mujeres, el acompañamiento en sus labores en las chagras y en la comunidad, le mostró a la magíster un panorama que entrelaza la mujer y el poder político.

    “En la región se suele decir que las mujeres son comida, como una referencia al valioso papel que juegan en la chagra y en la producción de alimentos.  El conocimiento de estas labores, constituyes su identidad como mujer indígena”, señala.

    Es a través de esta visión el rol de mujer indígena toma fuerza y autonomía, revirtiendo directamente sobre la población. Lo que las mujeres ejecutan, dicen y producen tiene una dimensión explícitamente colectiva y por ello, se considera política.

    “La capacidad de sostener, de romper, de mantener los vínculos sociales es una parte fundamental del agenciamiento colectivo de las mujeres, es decir, de su capacidad de incidencia sobre el ámbito político haciendo presión, regañando, apaciguando, protegiendo, cuidando, dando consejos, produciendo alimentos y fuerza para sostener la vida”, apunta Joana Higuita, una de las mujeres entrevistadas.

    Al respecto, la magíster concluye que, “las prácticas y acciones que desarrollan las mujeres plantean un tipo de política más orgánica, más cercana a los cuidados parentales, una política nativa en términos de lactancia, una política de la nutrición de la sociedad. Esta política es lo que permite navegar la contingencia, crear con sabiduría y paciencia alternativas para la vida, sobrellevar los conflictos y dificultades, y de posibilitar la permanencia y la vida en un territorio”.