Polifarmacia en adultos mayores afecta la salud y el bolsillo
A esto se suman las consecuencias económicas, que pueden llevar a un aumento del 30 % en los costos de atención de esta población. Esta situación puede afectar directamente los gastos de los pacientes, ya que al menos el 6,2 % debe comprar medicamentos.
En el grupo de adultos mayores de 65 años, el 56 % de las mujeres y el 44 % de los hombres consumen más de 5 medicamentos a la semana, y el 12 % puede llegar a tomar más de 10, una situación que sigue preocupando a los profesionales de la salud por los efectos adversos que se pueden presentar.
“Evidencias con pacientes en Estados Unidos muestran que en este país ocurren cerca de 140.000 muertes anuales asociadas con el uso de más de 5 medicamentos, mientras que en el 5 al 7 % de los casos, los pacientes terminan en el hospital a causa de alguno de los fármacos que está tomando. Además, el uso de remedios concomitantes –como antiácidos o aspirinas– que aparentemente son inocuos, pueden generar reacciones adversas e interacciones serias que pueden tener este otro tipo de consecuencias para la salud”.
Así lo advierte el profesor Jorge Augusto Díaz Rojas, químico farmacéutico y doctor en Ciencias Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), invitado a la sesión “Polifarmacia en el adulto mayor” de la Cátedra Manuel Ancízar.
Según el docente, una de las principales causas estudiadas en la polifarmacia son las diferencias de opiniones médicas y clínicas para tratar a un mismo paciente. Otra es el hecho de que los adultos mayores presentan múltiples patologías, de las cuales el 80 % o más tienen como mínimo más de tres patologías crónicas (hipertensión, diabetes y artritis, entre otras), lo que complica el uso de diferentes medicamentos.
También se presentan situaciones en las que los pacientes con Alzheimer o demencia olvidan el horario de tomarlos, o la dosis adecuada, haciendo que consuman más del número recomendado.
Según el profesor Díaz, el hecho de tomar tantos medicamentos impacta negativamente el proceso de adherencia, pues a mayor número de estos aumenta el riesgo de que las personas no logren consumirlos todos, o que no cumplan las instrucciones médicas, llevando a problemas para controlar la enfermedad o lograr los objetivos terapéuticos planteados.
“En pacientes con cáncer, el 43 % están tomando más de 10 fármacos en general, y en algunos adultos mayores el 78 % desearía no consumir ciertos medicamentos o descontinuarlos, impactando en la adherencia de su tratamiento”.
Otro de los impactos negativos que preocupa a los especialistas son las interacciones se pueden presentar entre medicamentos y alimentos, suplementos vitamínicos o infusiones, o la interacción entre el remedio y la patología del paciente. Estas interacciones tienen efectos como la disminución de la acción de algunos fármacos, o pueden incrementar el efecto de algunos medicamentos y llevar al paciente a estados de toxicidad o a efectos adversos no deseados.
“Se tiene evidencia de que del 15 al 40 % de los pacientes adultos mayores pueden presentar algún tipo de interacción. En el 80 % aumenta esa probabilidad cuando se tienen 5 medicamentos, y cuando hay más, la posibilidad de presentar interacciones es del 100 %. Lo peor de este escenario es que sí existe conocimiento y evidencia previa suficiente de que más del 30 % de las problemáticas son prevenibles, y si se usaran las recomendaciones se podría evitar”.
Según el experto, los médicos y especialistas deben tomar el tiempo necesario para instruir al paciente e insistir en los tiempos y dosis correctas del consumo de medicinas, al tiempo que el paciente debe informar sobre los medicamentos que toma, para qué enfermedad y de qué tipo.
“En cada control se debe evaluar si hay medicamentos innecesarios para el paciente y descontinuar aquellos que no cumplen un objetivo terapéutico claro. El profesional debe prescribir los que tienen efectos secundarios mínimos y usar el menor número de fármacos posible con un régimen de dosificación más simple”.
Agrega que otras recomendaciones se centran en mantener una lista precisa de medicamentos e historial médico. “Se debe revisar que cualquier cambio en el paciente se haga preferiblemente por escrito, teniendo en cuenta al cuidador, y al comenzar un nuevo fármaco, que sea en dosis bajas hasta que se vaya normalizando a la requerida”.