Poca luz solar disminuye la sacarosa en el cultivo de caña de azúcar
Ante esta situación, Aura Mercedes Cepeda Quevedo, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), trabajó con trece ingenios azucareros de Cauca, Valle del Cauca, Risaralda y Quindío (Valle del Río Cauca). En ellos, entre otras acciones, midió cómo, durante la etapa de maduración utilizan la luz solar dos variedades de caña de azúcar, para realizar la fotosíntesis, proceso en el cual la energía de la luz solar se convierte en energía química en forma de azúcares.
Para su trabajó, financiado por el Centro de Investigación de la Caña de Azúcar de Colombia (Cenicaña), utilizó la fluorescencia de la clorofila, que es como una “señal luminosa” emitida por las plantas, técnica que sirve como indicador. Además, se adentró en entender cómo funcionan las partes internas de las plantas para comprender mejor lo que estaba pasando a nivel de su funcionamiento.
El experimento se realizó con las variedades Cenicaña Colombia (CC) CC015430 - caracterizada por ser tardía en su maduración y presentar una acumulación intermedia de sacarosa- y CC 01678 - temprana en su maduración y con alta acumulación de sacarosa-. Para la simulación de baja radiación solar utilizó polisombras oscuras con calibres diferentes.
Después, expuso un grupo de plantas a la exposición solar normal, y el otro a exposición solar reducida al 67 %, 80 % y al 95 %. Las polisombras se instalaron cuando estas tenían 12 meses de edad y la evaluación de los cambios se realizó durante dos meses.
En este periodo midió con equipos especializados la fluorescencia de clorofila en horas específicas, el intercambio de gases, la productividad y el rendimiento del jugo; de esta manera evidenció que la variedad CC 01678 adoptó una estrategia de tolerancia a la sombra incrementando en un 10 % el contenido de clorofila, en tanto, la variedad CC 05430 presentó mayor crecimiento apical como estrategia de evitación de la sombra. Un hallazgo importante puesto que se ha encontrado que mayor contenido de clorofila y crecimiento apical, permiten maximizar la captación de radiación solar y mejorar la eficiencia fotosintética en condiciones limitadas de esta.
“Observamos que estas plantas modifican su anatomía y morfología para adaptarse a las condiciones que el ambiente les ofrece”, menciona la investigadora.
En la región, la agroindustria azucarera provee 186.000 empleos que, además de producir azúcar, también generan biocombustibles, papel, mieles y bagazo, lo cual tiene un importante impacto económico y social.
En 2022, Colombia experimentó la siembra de 286 toneladas de caña de azúcar, abarcando 184,731 hectáreas, con un rendimiento promedio de 117.8 toneladas por hectárea. Sin embargo, en la última década, el rendimiento de este cultivo ha experimentado una disminución notable, atribuida principalmente a la variabilidad climática, marcada por fenómenos como La Niña, con sus consecuentes periodos de intensas lluvias y alta nubosidad.
El ciclo de este cultivo, que varía entre los 12 y 14 meses, abarca diversas fases, iniciando desde la siembra, donde la planta se establece. A partir de este punto, emergen tallos que experimentan un alargamiento progresivo y comienzan a desarrollar entrenudos, los cuales tienen un papel crucial, ya que, durante su formación, acumulan sacarosa, el componente de mayor interés en la producción de caña de azúcar.
En el décimo mes el desarrollo de la caña tiende a estabilizarse. Este marcado cambio en el proceso de crecimiento señala el inicio de la etapa de maduración, un periodo crucial para la definición de las últimas unidades de sacarosa en la planta.
Por lo tanto, el equilibrio adecuado de luz solar, junto con otros factores ambientales y nutricionales, es fundamental para garantizar un rendimiento óptimo en el cultivo de la caña de azúcar. Cualquier alteración en este equilibrio, como cambios en la disponibilidad de luz, puede tener repercusiones directas en el proceso fotosintético y, en última instancia, en la productividad y calidad del cultivo.