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Política y Sociedad

Pobreza y narcotráfico inspiran letras del trap que se hace en Buenaventura y Tumaco

    “Quería ser rico, quería ser narco y ahora soy un rapero que está mezclando de ambos”, “yo no quería, pero como no, esta fue la vida que a mí me tocó, mi papá sin trabajo y yo sin educación, meterme en este cuento fue mi única opción”, “mandamo los kilos, mandamo el paquete, mandamo las lanchas con to y canalete”… Así son algunas letras con las que los jóvenes “traperos”, o intérpretes de trap –género musical estadounidense surgido en la década de 1990 que fusiona elementos de rap, rhythm and blues y música electrónica– retratan el histórico olvido del Estado en Buenaventura y Tumaco.

    El trabajo adelantado por la antropóloga María del Mar Vanín Ramírez, de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), se centró en entender la relación entre el trap y problemáticas como la desigualdad, la falta de acceso a servicios como agua, energía eléctrica e internet, y la violencia ejercida por grupos armados ilegales.

    “El desafío era indagar si el trap en sí mismo es el causante de comportamientos delictivos entre los jóvenes de Buenaventura y Tumaco, ya que las letras de algunas canciones se asocian con temas como drogas, violencia y estilo de vida callejero”, amplía la investigadora.

    Su estudio se originó en los comentarios negativo que leyó sobre canciones trap como Niche panda, del bonaverense Junior Jein; en estos, las personas manifestaban su preocupación por el posible impacto negativo en los jóvenes, como la inclinación hacia actividades ilícitas y el abandono de la educación. “Se afirmaba que ahora los niños iban a empezar a ‘traquetear’, que iban a no querer estudiar, o que ‘eso’ no es música”, afirma la antropóloga.

    Para profundizar en estos aspectos, llegó a Tumaco, y durante mes y medio entrevistó a ocho cantantes de música urbana, algunos de los cuales también cantan salsa choke. Allí conoció sus barrios y cuatro estudios de grabación caseros, lo que le permitió evidenciar que tales letras se originan en un contexto de abandono estatal y de falta de oportunidades educativas y laborales.

    “No es la música en sí misma la que está generando estos pensamientos de querer buscar dinero a partir de actividades ilícitas, sino que nacen de los contextos de abandono estatal, con pocas oportunidades de estudio o sin ellas”, agrega.

    Cifras de la Secretaría de Educación de Tumaco indican que en 2023 el abandono escolar se ha visto impulsado por diversos desafíos, entre ellos la violencia, el desplazamiento y las dificultades en el transporte de las zonas dispersas. Estos factores han llevado a que 2.857 estudiantes no regresen a las aulas de clase, a pesar de que el municipio cuenta con 35 instituciones educativas: 13 en la zona urbana y 22 en la zona rural.

    En paralelo, Buenaventura enfrenta una situación similar, con una tasa de deserción del 17 %, según el Sistema Integrado de Matrícula (Simat). Esto se traduce en 8.957 alumnos menos que en 2021, cuando la matrícula alcanzó los 53.188 estudiantes.

    En una charla con Junior Jein adelantada en 2018, el compositor relató las problemáticas que históricamente ha vivido su pueblo natal, como el desempleo y vivir del rebusque. En entrevistas posteriores mencionó: “yo vengo diciendo esto hace mucho rato en diferentes escenarios: que Buenaventura lo que realmente necesita es inversión social. Buenaventura es una ciudad rica en creatividad, cultura y deporte”.

    “Es el momento de que se abra ese abanico industrial para darle cabida a otras economías como la naranja. Aún los planes de desarrollo de Buenaventura y todo el tema del comercio gira en torno al puerto y no se dan otras oportunidades”, afirmaba el músico, quien fue asesinado en 2021 en un atentado sicarial en una discoteca del sur de Cali.

    Un aspecto crucial de la investigación es la interpretación de la ostentación material en las canciones trap como una forma de desafiar la representación histórica de las personas negras como empobrecidas. La antropóloga Vanín amplía que “la ostentación de bienes materiales en el trap es una crítica al estigma de la pobreza que ha afectado a las comunidades negras, mostrando que los individuos pueden tener éxito y disfrutar de lujos a pesar de las condiciones adversas”.

    Además destaca la importancia de la antropología para contextualizar prácticas culturales, sociales e históricas, subrayando la necesidad de entender las letras del trap de una manera más amplia. Además, resalta los esfuerzos de los jóvenes “traperos” en Tumaco, quienes a través de la autogestión han logrado establecer estudios musicales en sus hogares, superando obstáculos financieros para adquirir los equipos necesarios como computadores, micrófonos y consolas de grabación, entre otros.