Plantas que convivían con los dinosaurios hace 120 millones de años sobrevivieron y hay registros en Colombia
La huella de los fósiles siempre permanece: un hueso, un tejido, una hoja u otro elemento de un animal o planta que se preservó en las rocas o sedimentos en donde habitaban. En el caso de las plantas gracias a que el carbono genera una especie de capa con su forma hizo que perdurara su composición.
Hay zonas que son ricas en estos fósiles, que son el lugar preferido de los paleobotánicos, una disciplina con mucho por aportar en el país encargada de descubrir cómo eran estos arbustos, árboles y demás integrantes del reino vegetal hace millones de años. Entre ellas la Formación La Paja, unas rocas localizadas entre los departamentos de Cundinamarca, Santander y Boyacá, este último con municipios como Sutamarchán, Sáchica y Villa de Leyva, en la región del Alto Ricaurte.
Pero hace décadas que, el estudio de esta unidad geológica, se ha concentrado en los grandes reptiles marinos que había en su momento, entre ellos grandes depredadores como los pliosaurios o los ictiosaurios; dejando de lado la flora de la época, en especial la del Cretácico Inferior (Periodo Barremiano y Aptiano), que abunda entre las rocas que reposan en este lugar del altiplano cundiboyacense.
Por lo que el investigador Héctor Daniel Palma Castro, magíster en Biología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), les plantó cara a estos vacíos geológicos, y se encargó de analizar más 300 fósiles de plantas de hace millones de años (al final fueron 234 seleccionados), de seis colecciones, como por ejemplo, la del Museo Paleontológico de Villa de Leyva, el Servicio Geológico Colombiano, y de la UNAL, tanto en la Sede Medellín, como en la del Padre Gustavo Huertas en el Departamento de Geociencias de la Sede Bogotá.
Se encontraron por lo menos 45 grupos de características morfológicas distintas, es decir, plantas que tenían diferencias en cuanto a la forma y tamaño de sus hojas, ramas, órganos reproductivos, y demás estructuras. Teniendo como grupo de especies predominante a las coníferas (más de la mitad de los grupos), con representantes de la familia Araucariaceae como principal componente de la flora, árboles de larga vida que puede llegar hasta los 65 metros de alto, y que hoy todavía viven en zonas como Santa Rosa de Cabal (Risaralda), que tiene un parque nombrado en su honor.
Además de estas especies de pinos que sobrevivieron millones de años y que formaban parte del paisaje de dinosaurios como el Padillasaurus leivaensis (primera especie de dinosaurio nombrada en Colombia), que eran herbívoros; se reportó la posible presencia de Pentoxylales y Gnetales, dos grupos de plantas poco comunes en Suramérica, y que en Colombia no se tenían registradas. El primero ya se extinguió y habitaba zonas como la India, Nueva Zelanda o la Antártida.
No obstante, como indica Palma que del segundo grupo aún sobrevive en algunas zonas del mundo algo restringidas, y tiene características muy interesantes, pues comparte rasgos tanto de las angioespermas (plantas que pueden dar flores y frutos), como las gimnoespermas (solo dan semillas). Esto podría dar pistas sobre cómo estas especies se fueron desplazando a lo largo de los continentes.
“En el caso de las coníferas, se puede generar la hipótesis de que había un bosque abundante cerca a las costas del país, no se sabe específicamente donde, pero el rastro que se tiene en las rocas de Villa de Leyva sería un indicio de que se desplazó del continente hasta allí en un mar hace millones de años”, indica el magíster en Biología quien trabajó con la guía de los profesores Petter Lowy, exdirector del museo paleontológico de Villa de Leyva, y Fabiany Herrera, del Field Museum, Centro de Investigación Integrativa Negaunee (Chicago).
En el análisis morfológico se implementó una novedosa técnica llamada microtomografía de rayos-x, que permitió estudiar más a fondo el interior de uno de los especímenes del presunto Gnetales; no obstante, solo se realizó en esta muestra, pues en Colombia no se cuenta con la tecnología para realizar el procedimiento, por lo que se envió a la Universidad de Chicago, en Estados Unidos, con la que el investigador ha colaborado en otros proyectos.
“La gran mayoría de rocas en las que se alojaban las plantas de esta época eran lodolitas, concreciones o acumulaciones de fragmentos del fondo del mar, que conservan los fósiles en distintas capas de protección, casi permitiendo que se quedaran conservados en tres dimensiones dentro de los sedimentos”, puntualiza.