Piscicultura portátil, proyecto innovador de la UNAL Sede Amazonia
El proyecto de piscicultura portátil adelantado por la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Amazonia en las comunidades ticunas ubicadas en el Km 11 y Nazareth, cerca a Leticia, forma parte de una estrategia de soberanía alimentaria en la región que busca garantizar el suministro de peces para el sustento en las comunidades.
Paradójicamente, aunque la Región Amazónica es una de las más biodiversas y ricas en recursos naturales, sus poblaciones, en especial las comunidades indígenas, son vulnerables por factores como la falta de acceso a alimentos suficientes, diversos y nutritivos, entre otras problemáticas.
Según el DANE, el 69,4 % de la población del Amazonas se encuentra en situación de pobreza y el 24,6 % en pobreza extrema. Además, el 17,4 % de los hogares del departamento tienen inseguridad alimentaria moderada o severa.
¿Cómo puede suceder esto si en 2020 se capturaron y comercializaron 1.200 toneladas de pescado y se produjeron 30.600 toneladas de plátano, yuca, maíz y frutas? Entre las razones está que el 70 % del abastecimiento de alimentos provienen de Brasil –con productos como azúcar, harina, aceite, leche o arroz– y de Perú, con tomate, papa, fríjol, cebolla, lenteja e insumos agrícolas. Así mismo, en el caso de Leticia, capital del Amazonas, gran parte de las frutas y verduras llegan vía área desde Bogotá, lo que aumenta los costos y en algunos casos disminuye la calidad de estas.
El zootecnista Arturo Samuel Gómez, profesor de la UNAL Sede Amazonia, señala que “ante esta situación es necesario impulsar iniciativas que promuevan un modelo de desarrollo sostenible del territorio, que integre lo urbano y lo rural, comprendiendo que los recursos en estas zonas también son limitados”.
“Por eso estamos liderando estrategias, como por ejemplo establecer sistemas agrícolas productivos resilientes y sostenibles frente al cambio climático, de captura-almacenamiento de carbono y baja emisión C02; el desarrollo de energías alternativas aprovechando desechos orgánicos para generar bioenergía y bioabonos, estos últimos esenciales en el mejoramiento y la recuperación de suelos”.
“En ese sentido, avanzamos en este proyecto de producción de especies piscícolas nativas amazónicas bajo sistemas de estanques superficiales con circulación de agua aprovechando las aguas lluvias, fortaleciendo la cadena de valor como estrategia que ayuda a determinar la ventaja competitiva de las comunidades indígenas que integradas al manejo de las chagras garantiza su seguridad alimentaria y económica solidaria”.
Para ello se ha creado un programa de capacitación y asistencia técnica para las comunidades, liderado por el profesor Gómez, quien anota que “aunque el río Amazonas es una fuente importante de proteína para la población local, la pesca comercial y la extracción de recursos naturales han llevado a la disminución de las poblaciones de peces”.
Una forma de solventar esta situación ha sido mediante la implementación de unidades desmontables, jaulas o estanques superficiales, fáciles de manera y transportar, que se pueden instalar en cualquier lugar sin necesidad de cavar en el suelo.
“Estas cuentan con un sistema de recirculación de agua, aprovechando aguas lluvias mediante energía fotovoltaica y a la vez utilizan un método hidropónico que permite filtrar el agua y al mismo tiempo producir cebollín y otras plantas de consumo, lo que garantiza la sostenibilidad del proyecto”, destaca el profesor.
Hasta el momento este proyecto se ha puesto en marcha en las comunidades de Nazareth y el Km. 11 donde se montan y desmontan las unidades según las necesidades de las comunidades. Además, ya se han tenido las primeras “cosechas” de peces que son medidos para saber que se respeta la talla y que son aptos para consumo.
En actualidad se está diseñando una nueva bomba de agua con un sistema de golpe para facilitar su aplicación en otros lugares más alejados.
“La idea es lograr que el proyecto crezca implementándolo en otras comunidades para ofrecer la posibilidad de garantizar una fuente de proteína en tiempos de escasez o en las comunidades alejadas del río y, a futuro, posiblemente se genere también una entrada adicional de ingresos para las familias que utilicen las estaciones piscícolas”, concluye el académico.