Los colombianos consumen un promedio anual de 210 millones de unidades de pilas y alrededor de 108 millones de bombillas. Así lo señala un completo estudio de la Facultad de Ingeniería de la UN en Bogotá y el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, en el que se realizó un diagnóstico sobre la venta, distribución y consumo de estos productos.
Los resultados serán utilizados por el despacho ministerial para implementar programas posconsumo y elaborar una reglamentación sobre la disposición final de dichos residuos en el país, tal como ocurre en otras naciones del mundo, principalmente de Europa, que ya tienen claro a dónde debe ir a parar esta "basura electrónica".
Para relacionar la producción nacional, importación y exportación de pilas y bombillos, los investigadores se basaron en información del Dane y otras fuentes autorizadas.
Según algunos resultados, pese a la oferta en el mercado de bombillas ahorradoras o fluorescentes compactas, en el país apenas se consumen unos 6,5 millones y su uso es mayoritario en el sector comercial e industrial. Las bombillas fluorescentes tubulares están en segundo lugar de uso, con 12 millones de unidades. Entretanto, se observó que la bombilla halógena, aunque también es útil en el sector residencial, es empleada principalmente para la iluminación de oficinas y espacios públicos.
En cuanto al mercado de las pilas, por su uso en tecnología, las de mayor consumo en el país son: las primarias alcalinas, con un 41%; las primarias zinc"carbón, con el 57%; en conjunto las tecnologías dióxido de mercurio, dióxido de plata y litio cilíndricas corresponden al 5%, mientras las pilas alcalinas botón son el 2% así como las níquel cadmio.
Uso racional
de energía vs. residuos
A partir de este diagnóstico, Fernando Herrera León, profesor del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica, coordinador del Laboratorio de Ensayos Eléctricos Industriales de la UN y uno de los autores de la investigación, resalta que la importancia de darle prioridad al uso racional de energía está teniendo consecuencias y costos como el uso de tecnologías que consumen menos energía y/o que producen una gran cantidad de residuos.
"Si estos desechos no reciben un manejo adecuado pueden terminar en los rellenos sanitarios de los municipios y ciudades, y su manipulación y destrucción en estos sitios, ocasionar concentraciones en cantidades peligrosas de mercurio y plomo. Incluso se sabe que algunos de los componentes electrónicos que contienen son difíciles de reutilizar o de reciclar", explicó el profesor Herrera León.
Estudios en el mundo muestran que las pilas no pueden ser dispuestas en los rellenos sanitarios, sino que deben ser procesadas o recicladas. Por eso, el investigador asegura que algunas de las propuestas del estudio resaltan la necesidad de recolectar, tratar y recuperar parte de los componentes metálicos de estos dispositivos.
En este sentido, hace énfasis en los problemas que acarrea una indebida disposición o almacenamiento de este tipo de insumos como los metales pesados que se encuentran en pilas primarias y secundarias, muchos de los cuales son considerados como peligrosos por ser tóxicos para el ser humano y el ambiente.
Por una
conversión sana
"Un bombillo incandescente no tiene problemas de mercurio como los fluorescentes compactos, sin embargo, al cambiar los primeros por los segundos se incrementarán los residuos", explica Óscar Suárez Medina, ingeniero de la UN en Medellín.
De ahí la necesidad de hacer un plan posconsumo y evitar que las bombillas y baterías se conviertan en una descarga importante para el medioambiente, considera Suárez Medina.
La investigación también revela que, en el caso de la iluminación residencial, se emplean unos 76 millones de bombillas, la mayoría de ellas incandescentes. Las mismas que deberán desaparecer a partir del primero de enero del 2011, cuando entre a regir la directriz del Ministerio de Minas y Energía sobre Uso Racional de Energía que determina el reemplazo de las bombillas de baja eficacia, como es la incandescente, por las de mayor eficacia como la fluorescente compacta.
"A pesar de la tendencia fuerte para desplazarla y prohibirla, como dice el Decreto 3450 de 2008 emitido por el Ministerio, de la bombilla incandescente se emplean al año cerca de 56 millones de unidades, es decir que con esa calidad de luz se ilumina el 70% de los hogares colombianos. Este alto consumo se explica por la alta rotación, pues duran entre 4 y 8 meses (unas 1.000 horas), de acuerdo con el uso", explicó el profesor Fernando Augusto Herrera León.
La distribución del consumo de bombillas por departamentos y de acuerdo a su tamaño poblacional indica que el 39% de los consumos residenciales de pilas se originan principalmente en Antioquia, Bogotá, Valle del Cauca y Cundinamarca, seguido por Nariño, Bolívar, Córdoba y Cauca que consumen el 22%.
El uso de pilas en los hogares colombianos representa el 61% del total nacional.
2010, un año clave
César Augusto Buitrago, director de Desarrollo Sectorial Sostenible de Minambiente, afirmó al respecto que "la cartera tiene en consulta dos normas, una para pilas y otra para computadores. De igual manera se trabaja en procesos reglamentarios para bombillas y el sector de llantas usadas".
El funcionario mencionó el ajuste de tiempos en la resolución para que estos planes se puedan elaborar y así recoger adecuadamente los residuos para que no vayan a botaderos ni a rellenos, sino a sitios adecuados de recolección.
Según explicó Buitrago, en los proyectos de resolución se tiene previsto que las empresas, productores e importadores de estos dispositivos presenten planes de gestión y de devolución de residuos al Ministerio para su evaluación. "A partir del 2011 se empezarán a recoger porcentajes determinados de tales desechos y se establecerán metas progresivas para su acopio", concluyó.
Sedes