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Medioambiente

Pese a su vulnerabilidad, población de pava caucana prospera en el Valle del Cauca

    Aunque la deforestación, la expansión agropecuaria, el desarrollo urbano y la caza indiscriminada han hecho que esta especie de ave –autóctona de los bosques húmedos del Quindío y del Valle del Cauca– sea clasificada como vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), los esfuerzos de conservación ambiental y una mayor sensibilización de las comunidades locales han hecho que su población aumente un 430 % en la Reserva Nacional Forestal Bosque de Yotoco.

    Con una longitud de entre 65 y 75 cm, la pava araucana (Penelope perspicax) parece una gallina grande; su plumaje es oscuro con tonos pardos o marrones, y de su cuello pende una gula de color rojo intenso. Y aunque es vital para el equilibrio ecológico como dispersora de semillas y en la regeneración del bosque, el desconocimiento sobre su importancia ha afectado su población en el pasado.

    La Reserva Nacional Forestal Bosque de Yotoco, custodiada por la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, se ha convertido en un refugio para la preservación de esta especie; antes de 2022 se contaban allí solo entre 40 y 60 individuos, debido a la pérdida del 95 % de su hábitat natural original, pero entre 2022 y 2023 se realizó un monitoreo que arrojó un crecimiento significativo de su población, la cual se estima ahora en 260 individuos.

    El monitoreo lo realizaron 45 estudiantes voluntarios de la UNAL Sede Palmira, junto con las Universidades Javeriana Cali, Icesi y del Valle, y fue coordinado por la ONG Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS Colombia), en convenio con la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC).

    Por parejas de observadores, ellos recorrieron 13 rutas de la Reserva, cada una con una longitud promedio de 1 km. Luego calcularon la densidad y el número de individuos, lo que les permitió registrar un aumento de más del 400 % en la población de pavas caucanas.

    Cabe anotar que un monitoreo previo hecho por otros investigadores en 2006 daba cuenta de una densidad variable entre 6,5 y 10 individuos por kilómetro cuadrado. Posteriormente se realizaron otros cálculos que mostraron densidades similares: entre 7,4 y 16 aves.

    Las comunidades adquieren conciencia sobre su importancia

    Un estudio realizado por la zootecnista Luisa Fernanda Collazos Escobar desde el grupo de investigación en Recursos Zoogenéticos de la UNAL Sede Palmira, evaluó la coexistencia, es decir la relación que establece la comunidad con la pava caucana, por lo que aplicó encuestas a más de 20 residentes cuyos predios limitan con los corredores biológicos de la Reserva.

    En esta muestra se indagó sobre el conocimiento de la especie, la percepción, las amenazas y la disposición a colaborar en actividades de conservación. Algunas de las preguntas exploraron acerca de si reconocían su sonido, si la han visto, si han hablado con entidades ambientales, y si sus predios se dedican al ecoturismo, o cuál es su actividad productiva.

    El 75 % de los consultados (15) afirmó que reconoce a la pava caucana, pero el 66,7 % (13) no reconoce su importancia ecológica. El 50 % (10) reconoce su vocalización y el 58,3 % (12) la ha visto cerca de su predio. El 91,7 % (18) conoce los lugares donde se puede observar, y el mismo porcentaje estaría dispuesto a participar de las distintas actividades en pro de su conservación. El 25 % (5) utiliza su predio para actividades agrícolas y el 16,7 % (3) para turismo y actividad agroforestal.

    “Aunque estudios previos habían documentado un aumento en la población de la especie, hasta ahora no se conocían los niveles de coexistencia, los cuales incluyen cómo las personas perciben al ave y cómo desde sus hogares, fincas y actividades cotidianas pueden contribuir con la biodiversidad y el equilibrio del ecosistema”, explicó.

    Un aspecto sobresaliente fue que, aunque algunos residentes admitieron haberla cazado en el pasado, ya que la pava se puede confundir con una gallina, hoy mantienen un compromiso notable con su protección.

    El estudio también evidenció que la pérdida de hábitat, que corresponde principalmente a los bosques húmedos entre los 700 y 1.800 msnm, sigue siendo la mayor amenaza para esta ave, debido a la deforestación, la expansión agrícola y ganadera, la urbanización y los incendios forestales.

    Pese a lo anterior, los esfuerzos comunitarios han cambiado la percepción de los residentes y ha generado un impacto positivo, ya que estos incluyen la reforestación, el monitoreo participativo y la protección de corredores biológicos, junto con la educación ambiental, entendida como el proceso de sensibilizar y capacitar a las comunidades sobre la importancia de conservar el entorno natural y las especies que lo habitan.

    Ahora, en vez de considerar a la pava caucana como una amenaza para sus cultivos –ya que algunos vecinos creen que el ave se puede comer sus cosechas o semillas–, la ven como un recurso valioso. Gracias al ecoturismo sostenible, algunos residentes han comenzado a llevar grupos de turistas a la Reserva para realizar avistamiento de aves, lo que genera ingresos y fomenta la conservación del ecosistema.

    Para examinar y comprender la dinámica de coexistencia, la investigadora Collazos adelantó el análisis estadístico en Excel y Jamovi (una hoja de cálculo estadística gratuita), un trabajo que destaca especialmente la importancia de la educación ambiental como punto de partida en la conservación de especies.