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Medioambiente

Perros ferales, resultado del abandono de las mascotas

    Por su aspecto salvaje y falta de domesticación, estos caninos pueden resultar intimidantes. Alejados de la vida urbana y de los humanos, viven en manadas en páramos y humedales. Para evitar que activen su instinto de protección, expertos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) recomiendan tener precaución al entrar en su territorio, además de informarse adecuadamente para evitar temores infundados.

    En este sentido, existen dos tipos de perros: los callejeros, que andan por la ciudad y se alimentan de la basura o de alimentos que reciben esporádicamente de las personas, y los semiferales, que también viven en los barrios pero que se van a los humedales a buscar comida y luego regresan a su sitio.

    Los ferales son el resultado tanto del abandono de mascotas como del nacimiento de camadas en sitios apartados; con el tiempo estos animales se vuelven callejeros o se quedan en terrenos poco habitados, tienen crías que no se relacionan con las personas y pierden el vínculo con ellas, por lo cual se empiezan a agrupar y a retomar la conducta de los lobos, organizándose en jaurías para facilitar la cacería y reproducción.

    El profesor Enrique Zerda Ordóñez, del Departamento de Biología de la UNAL, señala que en el semillero de investigación en Comportamiento Animal han estudiado el comportamiento de una manada de estos caninos que habita en el Parque Nacional Natural Chingaza, ubicado en la cordillera oriental de los Andes, con elevaciones que van de los 800 a los 4.020 msnm.

    “Es muy probable que estos sean descendientes de perros que fueron abandonados cuando esta zona era un coto de caza. Las personas solían llevarlos y luego varios de ellos quedaban olvidados, pero se han adaptado a ese hábitat y ahora rehúyen la presencia de humanos”, explica el docente.

    “Supimos que se estaban dando algunas órdenes de sacrificar a estos animales porque en los medios de comunicación se está afirmando que son un peligro para la fauna silvestre, y como existen pocos estudios, decidimos tomar la iniciativa de analizar su comportamiento en Chingaza; lastimosamente el proyecto se encuentra suspendido por falta de financiación, y los recursos son imprescindibles para adquirir satélites que permitan obtener información de sus movimientos”, aclara.

    En 2005 el grupo hizo lo mismo en el humedal de La Conejera, en la localidad de Suba de Bogotá; allí registraron 10 individuos de un mismo grupo social, conformado por 7 machos y 3 hembras.

    “La organización social de los perros mostró semejanzas con la de sus antecesores los lobos: presentan básicamente dos líneas jerárquicas, una para los machos y otra para las hembras, cada una con un macho y hembra alfa”, indica el estudio.

    “En el humedal los perros encontraron los recursos necesarios para vivir, como abrigo, agua y alimento suficiente para su supervivencia y la de sus crías; por la ausencia de otros predadores que luchan por los mismos recursos, tienen mejor acceso y menos competencia”.

    “Con el seguimiento a estos caninos se ha evidenciado que son malos cazadores y se alimentan especialmente de presas pequeñas como conejos, lo cual es benéfico para los ecosistemas porque ejercen una forma de control biológico a herbívoros que pueden estar dañando la vegetación”, agrega el académico.

    ¿Se pueden mejorar las condiciones de los perros ferales?

    El profesor señala que “a pesar de su comportamiento salvaje, estos animales todavía se dejan domesticar. Si se capturan cuando son jóvenes pueden ser entrenados y socializados para vivir con humanos. Sin embargo, capturar a un perro feral adulto y tratar de domesticarlo puede ser muy complejo”.

    Subraya además que “aunque la intención de los perros ferales no es atacar a las personas, por su instinto es importante tomar precauciones y no acercarse demasiado”.

    “También es importante hacer el llamado a cuidar a los animales domésticos y no dejarlos en abandono para evitar que corran al monte y sigan aumentando las manadas de ferales”, concluye el académico.