Pérdida de territorio para el pueblo raizal, un proceso sin freno que se toma incluso el mar
Actos como la declaratoria de Intendencia; el control y la regulación de la actividad económica; el poblamiento con personas provenientes del interior de Colombia y la traída de la misión católica han dejado como consecuencia una pérdida sistemática de la tierra por parte de la comunidad raizal y formas de resistencia por parte de esta buscando proteger y conservar su territorio.
El licenciado en Filosofía Graybern Livingston Forbes, magíster en Estudios del Caribe de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Caribe, revisó y analizó cómo se ha dado este proceso en las islas en el periodo 1953-1991 y cuáles han sido las implicaciones de la avanzada del puerto libre y del turismo masivo en la desterritorialización, fenómeno que hoy persiste y que muchos desconocen por la falta de bibliografía, entre otros aspectos.
Antes de ser puerto libre y dedicarse al turismo, la industria agrícola del coco era el modelo económico imperante en San Andrés. “La tierra tenía un valor especial para el isleño, que con la abolición de la esclavitud se adueñó de ella y reconfiguró la realidad del territorio, que pasó a ser agrícola y se volvió generacional adquiriendo un valor simbólico, más allá del económico”, comenta el magíster.
Sin embargo, la implementación de estos nuevos modelos económicos (que empiezan a ganar espacio en las décadas de 1960 y 1970 en toda la región Caribe) necesitaron espacios para desarrollarse y encontraron su punto de inflexión en el norte de la Isla, en donde había más humedales y la tierra carecía de valor económico pues no era cultivable.
“En North End comienza el puerto libre y San Andrés empieza a necesitar tierras, por lo que todos los humedales y manglares de la zona se rellenan. En ese periodo muchos predios fueron robados por gente externa de la comunidad y apropiados por muchas instituciones del Gobierno, y también muchos raizales vendieron sus tierras por considerarlas sin valor porque no pertenecían a la economía del coco”.
Para desarrollar su trabajo de investigación, el magíster Livingston realizó una cartografía social como un ejercicio de memoria a fin de establecer cómo se percibía el territorio en esa época. “Fue muy interesante escuchar a los mayores contar cómo se dio la pérdida sistemática de la tierra, que estuvo muy relacionada con los modelos económicos y las políticas integracionistas del Estado colombiano”, reitera.
Precisamente por estas razones, a inicios en la década de 1960 surge el movimiento raizal, que empieza a tomar fuerza a finales de los años 80 y se consolida con los logros obtenidos en la Constitución de 1991, en la cual evidencian la necesidad de garantizar la expresión institucional del pueblo.
“A pesar de estas luchas aún hoy se pueden observar pérdidas, evidentes no solo por el paso del tiempo y la forma como se han apropiado de las tierras, sino también por el crecimiento de barrios debido al auge migratorio que tuvo la Isla, que no son propios de los raizales y obedecen a una forma distinta de poblar el territorio”.
“Barrios como Natania obedecen mucho más a la cuadrícula española, que se organizan como en el interior de Colombia, diferentes a cómo habita el pueblo raizal, que es más en el sentido de ‘espina de pescado’, es decir, es un camino largo y al borde se empieza a construir, y detrás de las casas principales empiezan a construir los hijos y demás, tomando la forma de una espina”, explica el investigador.
Así, estos nuevos barrios han ido creciendo al punto de llegar al límite de lo urbano, y las zonas rurales, tradicionalmente habitadas por el pueblo raizal, han ido desapareciendo.
Estos procesos hoy se dan además en el mar, evidenciados en la pérdida de espacios para los pescadores raizales a raíz del fallo de La Haya y los conflictos limítrofes con Nicaragua, entre otros aspectos.
“Por eso es necesario seguir haciendo ejercicios como esta tesis, cuyo resultado demuestra cómo se ha perdido la tierra de manera sistemática, y por ende hay que construir un nuevo marco jurídico que permita incluir nuevas formas de pensar el territorio y la territorialidad del pueblo raizal”, concluye el magíster Livingston.