Peces del Caribe y del Pacífico colombianos superan niveles de mercurio recomendados por la OMS
Los resultados de la investigación adelantada por el Grupo de Investigación en Ecología y Contaminación Acuática (Econacua) de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira concluyeron que en adultos es seguro consumir ocasionalmente la mayoría de las especies, pero también advierten sobre la importancia de regular en los niños el consumo diario de ciertas especies según la región, así: en el Caribe, dulcina (Chloroscombrus chrysurus), cojinúa (Caranx crysos) y pargo rayado (Lutjanus synagris); y en el Pacífico, jurel (Caranx caninus), pargo amarillo (Lutjanus argentiventris) y pargo lunarejo (Lutjanus guttatus).
El mercurio es un elemento que el organismo elimina muy lentamente. Cuando hay acumulación biológica, uno de los espacios donde más se deposita es el sistema nervioso. Las altas concentraciones generan alteraciones visuales, falta de memoria, temblor en las manos y cambios en el comportamiento, como aumento de la irritabilidad. Si el nivel es elevado también provoca problemas renales.
El golfo de Salamanca (Magdalena) es una de las regiones colombianas con mayor diversidad de peces, por lo que la pesquería artesanal y el turismo son oficios frecuentes. El estudio reveló que allí el 85 % de los peces analizados superaron el límite recomendado para población vulnerable (0,2 µg/g), mientras que en la Bahía de Buenaventura fue del 93 %. Dicha población está constituida por las comunidades pesqueras y las familias rurales, para quienes la pesca es una de las principales actividades socioeconómicas y fuente de alimento.
El objetivo de este trabajo fue identificar las especies de peces más propensas a acumular mercurio y los factores biológicos que influyen en esta situación, como su dieta, hábitat y posición en la cadena alimenticia.
Para ello, la ingeniera ambiental Íngrid Johana Arboleda Muñoz, integrante de Econacua, extrajo muestras de hígado y músculo que se analizaron en un DMA–80, equipo especializado que permite determinar la concentración del mercurio, ya que este tiende a acumularse allí, y el músculo es la parte que más consumen las comunidades.
Para evaluar la transferencia del mercurio de los sedimentos a los tejidos de los peces utilizó el factor de bioacumulación (FB) y valoró la ingesta diaria estimada en cada especie. “Para cada individuo realizamos una caracterización completa: longitud, peso total y clasificación taxonómica”, informa la investigadora.
Los muestreos realizados en diferentes períodos climáticos de 2023 y 2024 se recolectaron mediante artes de pesca artesanal como la malla y el anzuelo, y se recogieron 673 individuos: 355 en temporada húmeda y 318 en época seca.
Aunque los datos finales están en proceso de análisis, los resultados preliminares revelan que la concentración de mercurio en peces del Pacífico fue en promedio de 0,696 ± 0,572 µg/g, mientras que en el Caribe fue de 0,588 ± 0,460 µg/g.
En el Caribe, el pargo (Lutjanus analis) alcanzó 7,810 µg/g, lo que supera en 15 veces el límite recomendado por la OMS (0,5 µg/g); en el Pacífico, el bagre canchimala blanca (Ariopsis simonsi) alcanzó 5,028 µg/g, es decir 10 veces el tope establecido.
En el Pacífico la especie con factor de bioacumulación más alto fue el pargo amarillo (Lutjanus argentiventris) con 68,369 ± 43,892, mientras que en el Caribe fue la dulcina (Chloroscombrus chrysurus), con 67,700 ± 65,216.
Según la investigadora Arboleda, “el factor de bioacumulación fue mayor en peces de niveles tróficos altos, tanto en el Pacífico (164 %) como en el Caribe (192 %), y en individuos sexualmente maduros”. La tendencia muestra que los niveles de mercurio son más altos en peces carnívoros, debido a la acumulación progresiva en la cadena alimenticia.
Por su parte, la concentración en sedimentos en el Pacífico fue de 0,027 ± 0,020 µg/g, y en el Caribe de 0,008 ± 0,005 µg/g.
Además de los avances científicos, la ingeniera Arboleda, quien adelanta su Maestría en Ingeniería Ambiental con la dirección de los profesores Guillermo Duque Nivia y Andrés Molina, integrantes de Econoacua, también recibió un reconocimiento en el congreso internacional del Instituto de Pesca del Golfo y el Caribe, celebrado en Guadalupe (Antillas francesas) a comienzos de noviembre.
La tesista participó en modalidad póster y los aportes de su trabajo le valieron un premio de 700 dólares por su destacada presentación.
Los resultados de la investigación evidencian la urgencia de monitorear y mitigar la contaminación por mercurio en los ecosistemas marinos, especialmente en zonas dependientes de la pesca artesanal. “Esperamos que estos hallazgos contribuyan a la implementación de políticas que protejan tanto a las comunidades como a los ecosistemas”, señala la investigadora Arboleda.
La contaminación por mercurio en peces podría estar vinculada a actividades humanas como la minería de oro, la quema de combustibles fósiles y los vertimientos industriales, cuyos residuos terminan en el mar. Por ejemplo, ríos como el Cauca y el San Juan en Chocó transportan residuos que pueden depositarse en las áreas costeras del Pacífico, mientras que antiguas prácticas mineras en el río Dagua, en el Valle del Cauca, también contribuyen, ya que el mercurio persiste en los ecosistemas por décadas, incluso, después de cesar su liberación.
“Para confirmar su origen tendríamos que tomar datos del sedimento en las desembocaduras de esos ríos y de las zonas costeras que nos llevan a esas áreas de pesca; son proyectos por venir, si conseguimos financiación para desarrollarlos”, señala el profesor Duque, coordinador de Econacua.