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Desarrollo Rural

¡Pare oreja! La solución a la enfermedad del cancro en fríjol está a la vuelta de la esquina

    Manchadas, negras y marchitas, así se ven las hojas de las plantas de fríjol afectadas por esta enfermedad, causada por un hongo marrón y agresivo que se desplaza con la lluvia y que en departamentos como Nariño o Cauca puede dañar hasta el 90 % de los cultivos. Una investigadora en Ciencias Agrarias encontró que el fosfito de potasio, una sustancia compuesta de fósforo y potasio, reemplazaría a los fungicidas, cuyo uso a largo plazo daña las hojas o genera resistencia en el microorganismo dañino.

    El contundente nombre del hongo causante del cancro o antracnosis es Colletotrichum lindemuthianum, un microorganismo que tiene un curioso comportamiento, pues mientras la primera mitad de su vida habita la planta sin afectarla, durante la otra mitad se convierte en un verdugo que le arrebata los nutrientes a sus tejidos hasta matarla.

    Cada vez que llueve las esporas de C. lindemuthianum (células que se desprenden de su cuerpo) viajan por aire y suelo, por lo que es muy difícil predecir si llegarán a las hojas de las plantas o a los suelos y raíces de un cultivo, lo que representa un dolor de cabeza para los productores, no solo de fríjol, sino también de tomate de árbol, mango, aguacate y mora, ya que la plaga puede arrasar con todo generando pérdidas económicas alarmantes.

    La antracnosis, descrita en 1875 en Poppelsdorf (Alemania), ha sido combatida con fungicidas a base de cobre, mercurio, estaño o zinc, que aunque efectivos, son químicos que pueden dañar las hojas y perder eficacia si el hongo desarrolla resistencia.

    Es ahí donde aparece la investigadora Catalina Saldarriaga Gómez, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien se dio cuenta de que existe un fertilizante que los productores utilizan en los cultivos de fríjol, aunque desconocen realmente sus propiedades benéficas, pues este no solo sirve para hacer que las hojas crezcan más y se vean más bonitas, sino que en su interior guarda el secreto para combatir la antracnosis.

    ¿Por qué en su interior? Porque sus ingredientes activan tanto los ácidos salicílico y jasmónico como el etileno, elementos involucrados en la transcripción de genes de defensa contra el hongo, y por ende contra la enfermedad, potenciando también proteínas que defienden y refuerzan las paredes celulares de la planta.

    ¡Eureka! fosfito de potasio al rescate

    Elfosfito de potasio es un compuesto comercial que se consigue en cualquier tienda de fertilizantes del país y no es más caro que un fungicida, lo cual disminuiría los costos para los productores y evitaría efectos secundarios a largo plazo.

    Para comprobar su efectividad, la investigadora blindó con este compuesto 60 plantas de fríjol común (Phaseolus vulgaris L.), una de las leguminosas más importantes en el país, y las infectó con la cepa del hongo, que en la literatura se reporta como la más agresiva, pues en 15 días es capaz de matar completamente las hojas y los tallos de la planta.

    Luego comparó el ensayo con un grupo de 60 plantas infectadas, pero no el fosfito, y encontró algo deslumbrante: las que tenían el novedoso producto comercial no morían a los 15 días, y sus lesiones en las hojas eran significativamente más leves, lo que demuestra que este funciona, no solo para que la planta crezca y se vea bella, sino que además la protege frente a patógenos como el hongo de la antracnosis.

    “Las dosis de fosfito de sodio aplicadas eran de alrededor de 1,5 mililitros por litro, retrasando así el daño de la enfermedad luego de 4 días, momento en que, de no aplicarse, las hojas se desgastan y presentan manchas negras”, explica la investigadora Saldarriaga.

    Según el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, en 2021 se produjeron en Colombia 20.000 toneladas de fríjol tanto para consumo nacional como para exportar, y el consumo por persona al año estuvo entre 3 y 4 kilos, lo cual no es de extrañar, pues el fríjol es el protagonista de platos tan emblemáticos como la bandeja paisa o la frijolada.

    “También se realizó una comparación inicial entre una cepa menos contagiosa y una más agresiva, con el fin de determinar su acción y sus características durante la infección. La más agresiva producía esporas de color salmón, que dañan más rápido las hojas del fríjol”, asegura la magíster, quien contó con la dirección y el apoyo de los profesores Adriana González Almario y Gustavo Ligarreto, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNAL Sede Bogotá.

    Dentro de la metodología para determinar la cepa más peligrosa se usaron datos del genoma del hongo almacenados en GenBank –una colección del Instituto Nacional de Estados Unidos y el Centro Internacional de Agricultura– mientras que para los análisis moleculares de los genes asociados con resistencia en la planta de fríjol se usó la técnica de reacción en cadena de polimerasa, también llamada PCR en tiempo real, muy conocida durante la pandemia del Covid-19.

    Este es un primer paso para seguir entendiendo la enfermedad y las posibles soluciones a su daño en el fríjol, convirtiéndose en un insumo para los productores de esta planta en el país, que se irá complementando con más investigación para determinar su efecto positivo a largo plazo.