Se trata de la Parcela Permanente Amacayacu, que se perfila como uno de los lugares con mayor diversidad arbórea en el mundo. Por eso, investigadores de la Universidad Nacional en Medellín y del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi), en asocio con la Unidad Administrativa del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, se dieron a la tarea de rescatar la riqueza natural de este paraíso.
"Con esta clasificación es posible entender cómo es la diversidad local y regional en este tipo de bosques, identificar variedades de especies amenazadas, nuevas especies importantes para la ciencia y aquellas útiles desde el punto de vista del uso de productos maderables y no maderables", explica Álvaro Duque, docente del Departamento de Ciencias Forestales.
Al respecto, el investigador del Sinchi Dairon Cárdenas señala que "uno de los principales beneficios de Amacayacu es el aporte al Inventario Nacional de Biodiversidad y a la Estrategia Mundial para la Conservación de Plantas, en la medida en que se han identificado especies maderables con algún grado de amenaza como el cedro (Cedrela odorata), sometida históricamente a grandes presiones por sobreexplotación".
Asevera que poder tener identificadas y marcadas estas especies y otras reconocidas como útiles o emblemáticas y de importancia cultural permite adelantar estudios de monitoreo que conlleven estrategias de conservación y directrices para su aprovechamiento sostenible.
Hasta el momento se han mapeado aproximadamente 125 mil individuos en 25 hectáreas de bosque, de los cuales se han identificado preliminarmente alrededor de 1.200 especies, entre las que aparecen varios tipos con potenciales maderables como las Lauráceas, Miristicáceas y Lecitidáceas. También se han reconocido otras que, según diferentes estudios, podrían poseer alto potencial de variedades con propiedades útiles para el desarrollo de productos cosméticos y farmacéuticos.
"Por ejemplo, hemos encontrado el asaí (Euterpe precatoria), importante desde el punto de vista nutricional y comercializado recientemente por su potencial antioxidante; el milpesos o seje (Oenocarpus bataua), reconocida oleaginosa a la que se le atribuyen propiedades medicinales y cosméticas; chuchuwasa (Maytenus amazónica), popularmente conocida como medicinal; el inchi (Caryodendron orinocense), promisorio aceite vegetal, y el caucho (Hevea brasiliensis), de uso masivo en la industria automotriz, entre otras especies", explica Cárdenas.
Para lograr estos avances, los investigadores se han dedicado a detallar e inventariar cada uno de los individuos arbóreos leñosos que tengan más de 1 centímetro de diámetro y 1,30 cm de altura, evaluando características en hojas, frutos y troncos, con el fin de explicar el comportamiento de las especies.
"Ello permitirá comprender el impacto del calentamiento global sobre este tipo de bosques. Por ejemplo, saber qué especies están muriendo más que otras o cuáles están sobreviviendo", precisa el profesor Duque.
La iniciativa, que acogió a una zona caracterizada por sus selvas vírgenes, su diversidad de fauna y flora y sus paisajes multicolores, proveerá al país, según Duque, de herramientas únicas para entender la respuesta de los bosques al cambio climático, así como de nueva información para conocer el funcionamiento de los sistemas naturales boscosos de la Región Amazónica y los bosques de tierras bajas húmedas tropicales en general.
A propósito, los resultados obtenidos hasta el momento dan cuenta del cambio en la mortalidad de especies de madera dura como respuesta a las últimas sequías ocurridas en la Amazonia. "En el 2010 encontramos que la mortalidad de los árboles se duplicó, ocasionando un impacto muy fuerte en las especies típicas de bosques más maduros, pero sobre todo en las especies que están almacenando más carbono en su biomasa, lo que va a significar un efecto de alta liberación de carbono a la atmósfera por efecto de la sequía", advierte el investigador de la UN en Medellín.
Cuando los árboles mueren dejan de ser receptores de CO2, por lo tanto este es liberado a la atmósfera. Estudios realizados por investigadores de la Universidad de Leeds (Inglaterra), revelan que los bosques del Amazonas no absorberán las habituales 1.500 millones de toneladas de CO2 de la atmósfera en el 2010 y el 2011 y que otros 5.000 millones de toneladas serán lanzadas a la atmósfera en los próximos años una vez los árboles que han muerto por la reciente sequía se pudran.
Trabajo colaborativo
Y es que este es un proyecto de largo aliento, pues ya van cinco años de un trabajo juicioso y la búsqueda continúa, ya que la idea es vincular a otras instituciones del país y abrir nuevos caminos de investigación que permitan replicar a escala local, regional y global opciones de manejo para los bosques de la Amazonia colombiana.
A la investigación se han sumado unos 35 estudiantes de pregrado y posgrado de la UN y varios coinvestigadores pertenecientes a la comunidad indígena de origen Tikuna, Palmeras, que colaboran en la medición y recolección de muestras, identificación de especies y análisis de materiales. La vinculación y apoyo de directivos y miembros del PNN Amacayacu también ha sido fundamental.
La Parcela Permanente Amacayacu hace parte de la red mundial Center for Tropical Forest Sciences, que integra otras 22 parcelas, y tiene como finalidad hacer un ejercicio de reflexión acerca de fenómenos actuales como el cambio ambiental global, la sostenibilidad y el manejo de los recursos forestales en el contexto mundial.
El camino continúa
En la actualidad se desarrollan otras iniciativas respecto al monitoreo del carbono en sus diferentes compartimientos, también de algunos rasgos funcionales de la especies en el bosque de tierra firme y se adelanta el muestreo de suelos para establecer el análisis de la fertilidad y el contenido de carbono.
Conscientes de la importancia de seguir explorando y conociendo la historia de vida de las especies arbóreas de la Región Amazónica, los investigadores de la Sede Medellín y del Sinchi buscan nuevos campos de estudio a través de los cuales se pueda llegar a la identificación genética.
"Esperamos avanzar en la caracterización genética de las especies. Es una tarea un poco compleja por estar en parques naturales, pero es un punto muy importante y de gran valor ya que tener el nombre de una especie es tener solo el primer paso y es importante conocer su estructura genética y química para entender mejor los potenciales reales del bosque", concluye el docente de la UN en Medellín.
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