Orinoquia, región diversa en escarabajos melolontidos
Los melolontidos se pueden encontrar en diferentes ecosistemas, ellos se alimentan de las plantas y ayudan al proceso de reincorporar nutrientes al suelo. Foto: Jeimi Villamizar - Unimedios.
Escarabajo perteneciente al género Dyscinetus conocido por estar presente en los cultivos de arroz. Foto: Johan Guillermo Navarro Arbeláez, Biólogo de la UNAL.
Los fragmentos de bosques, que fue lugar de muestreo, son ecosistemas que se encuentran en la Orinoquía. Foto: Johan Guillermo Navarro Arbélaez, Biólogo de la Universidad Nacional de Colombia.
Mediante la trampa de luz se colectaron 9.472 escarabajos en total. Foto: Johan Guillermo Navarro Arbélaez, Biólogo de la Universidad Nacional de Colombia.
El trabajo en laboratorio fue esencial para separar a los escarabajos y hacer la respectiva identificación. Foto: Brandon Pinto - Unimedios.
Estos insectos, que aparecen como por arte de magia ante la presencia de luz blanca, y que también son conocidos como cucarrones, cumplen un rol importante en los ecosistemas, pues tienen la gran capacidad de reincorporar nutrientes al suelo, y los melolontidos en especial, ayudan a mantener un equilibrio en la vegetación, al ser las plantas su fuente de alimentación.
Muchos géneros de esta familia, al tener este mecanismo de alimentación, se pueden convertir en una plaga y arrasar con los cultivos, siendo este un común denominador de los Llanos Orientales, lo cual afecta la economía de los productores.
La Orinoquía es conocida por sus llanuras y extensas sabanas, que, mediante actividades agropecuarias, aportan a la economía del país. Pero también, cuenta con otros ecosistemas como las sabanas inundables, áreas protegidas en el país, y fragmentos de bosques altos.
Precisamente, al ser representativos de la región, Johan Guillermo Navarro Arbélaez, biólogo de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), los tomó como lugares de muestreo para colectar los escarabajos melolontidos.
“A pesar de que son ecosistemas muy cercanos, las sabanas inundables son cíclicas; tienen una época de lluvias y otra de sequía, ambas muy marcadas, y su temperatura es de aproximadamente 28°, mientras que en los fragmentos de bosques, que en su mayoría tienen hasta 4 metros de altura, la temperatura disminuye, otorgando un microclima diferente para la vegetación y organismos que allí habitan”, indica.
Al tener hábitos nocturnos, los cucarrones son atraídos por fuentes de luz, bien sea blanca o ultravioleta. Así, durante los seis días de muestreo, el investigador instaló por tres días, tanto en la sabana inundable como en el fragmento de bosque, lámparas de luz ultravioleta que se mantuvieron encendidas durante 12 horas, atrayendo de esta manera a los insectos, que después de chocar con la placa de la lámpara, cayeron a frascos de muestras.
Junto a las lámparas de luz -mediante las cuales colectó 9.472 especímenes- colgó carpotrampas artesanales, elaboradas con botellas plásticas de tres litros a las que se le hicieron agujeros en su parte superior y fueron cebadas con banano para atraer a integrantes de la subfamilia Cetoniinae, que en su fase adulta se alimentan de frutas.
“Aunque las carpotrampas se ubicaron de manera estratégica, no lograron su cometido que era atraer a escarabajos Cetoniinae. Sin embargo, mediante una colecta directa realizada con las lámparas de luz blanca del campus de la UNAL Sede Orinoquía, se obtuvieron 444 especímenes”, relata el biólogo.
Señala que, “en el fragmento de bosque se colectaron tres subfamilias: Rutelinae, Melolonthidae, Dynastinae y en la mayoría de sus géneros, a excepción de Pucaya, que se obtuvo mediante colecta directa. En general, se evidenció mayor diversidad y abundancia en los fragmentos de bosques, pues la sabana mostró únicamente dos subfamilias”.
Los individuos se separaron y limpiaron antes de ser analizados a través del estereoscopio, tipo de microscopio óptico que permite observar la muestra generando una imagen en tres dimensiones. De esta manera, se identificó los géneros de los especímenes y dio una identidad con morfoespecies.
Un complemento a esta fase, fue la aplicación de un índice de medición de diversidad de Shannon - Wiener. Indica que, “con la información recolectada en el método experimental, se obtuvo un 2,77 que indica que la región es muy diversa en la familia Melolonthidae”.
En esta investigación, también se construyó una curva de acumulación de especies que arrojó un 52 % de compleción, que indica que es necesario un mayor esfuerzo de muestreo en la región para identificar más géneros y morfoespecies.
El biólogo espera que este es primer estudio anime a otros investigadores a explorar la región, pues “la sabana, además de ser un ecosistema muy hermoso, en él hay muchos elementos que no conocemos”.