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Mora, banano, pera, mango, fríjol, tomate, papa, habichuela, espinaca y leche fueron los productos promisorios seleccionados para desarrollar este proyecto que benefició a 3.600 productores de 34 organizaciones rurales de las zonas de Sumapaz, el oriente de Cundinamarca, Guavio, Río Negro y zonas de alto Ricaurte y Márquez en Boyacá.
Además, las organizaciones rurales superaron en un 60 % los limitantes de tipo administrativo, desarrollaron planes de negocios y proyectos productivos, crearon comités de comercialización e instauraron sistemas internos de control de calidad.
El contrato realizado por la Facultad de Ciencias Agrarias de la U.N. Sede Bogotá, con la Secretaría de Desarrollo Económico de Bogotá en torno al Plan Maestro de Abastecimiento de la capital colombiana, pretendía vincular 3.000 beneficiarios directos y 1.500 unidades productivas, pero terminó favoreciendo a 3.600 productores y 1.660 predios.
En 2012 el grupo de investigación Agricultura, Ambiente y Sociedad (AGRAS) de la U.N., junto a egresados de la Facultad y pasantes de diferentes carreras se reunieron con la Secretaría para desarrollar un programa integrado de fortalecimiento de organizaciones rurales direccionado a la gestión empresarial.
Heliodoro Arguello, profesor de la Facultad de Ciencias Agrarias, explica que el grupo se dio a la tarea de trabajar en la gestión empresarial para fortalecer a cada una de las 34 organizaciones vinculadas.
Protocolos de inocuidad
Dentro del proyecto se identificaron los productos potenciales para mejorar su desarrollo. Se tomaron como base 10 sistemas de producción para la construcción de guías técnicas orientadas a la implementación de los protocolos de inocuidad. Para ello, se tuvieron en cuenta aspectos como el óptimo manejo del agua y la restricción del uso de agroquímicos tóxicos.
Las guías fueron un factor de mejoramiento, por ejemplo, en la calidad de la leche, pues se encontró que las cooperativas productoras se concentraban en el manejo del animal y no en la pastura, lo que se veía reflejado en la calidad del producto.
Por eso, el grupo capacitó a los productores en el manejo fitosanitario de los pastos, los aspectos de nutrición con fertilizantes, el análisis de suelos y el riego y control de plagas. Estos elementos sirvieron para el aprovechamiento de todo el ciclo productivo y para la presentación de un producto cuya calidad está presente en toda la cadena.
"El grupo encontró organizaciones de todo nivel, unas muy bien organizadas y otras pobremente gestionadas, como los distritos de riego del oriente de Cundinamarca que no presentaban un arraigo organizacional", destaca el profesor Arguello.
Además, según el docente, este es un problema generalizado en el país, pues el tema de la organización rural normalmente se queda en el acto protocolario de crear las organizaciones pero no de desarrollar procesos participativos y de compromiso de la sociedad.
Después de esta etapa, por medio del índice de capacidad organizacional se midieron las necesidades y, con base en ellas, se diseñó el plan de trabajo.
Finalmente, el trabajo se dividió entre los miembros de las juntas directivas y los asociados, quienes actualmente concentran sus esfuerzos en el mejoramiento de esos productos clave para los proyectos empresariales.