Escudo de la República de Colombia Escudo de la República de Colombia
/¡Ojo!, las conductas adictivas pueden ir más allá de lo superficial
Salud

¡Ojo!, las conductas adictivas pueden ir más allá de lo superficial

    “No todo es como parece” es un dicho que parece aplicar en este caso. Aunque comer sin sentir saciedad se pueda percibir como un problema de voluntad propia, o la depresión y la ansiedad como una condición “fácil de controlar”, en estas existen dinámicas propias de los organismos que pueden influir. En roedores se evidenció que las alteraciones en unos diminutos elementos que habitan en las células nerviosas repercuten en las conductas adictivas.

    El estudio evidenció un cambio en la expresión, es decir un incremento o una disminución de cannabinoides (CB1) y opioides (Mu), dos de los tantos receptores cerebrales cuya principal acción se da en las neuronas presinápticas, aquellas encargadas de enviar señales a otras; este proceso que interviene en la comunicación entre diferentes grupos neuronales se conoce como “neuromodulación”.

    Los dos receptores están involucrados en conductas asociadas tanto con la ingesta de alimentos como con enfermedades psicoafectivas –como la ansiedad y la depresión–, los procesos de aprendizaje y también con comportamientos adictivos como el consumo de alcohol o de sustancias psicoactivas, e incluso con conductas sexuales.

    En Colombia solo el trastorno de ansiedad y las alteraciones en la ingesta de alimentos constituyen un problema de salud pública, por su incidencia. Según la Encuesta Nacional de Salud Nutricional de 2015, en Colombia más del 50 % de la población padece de obesidad, enfermedad producida por desórdenes en el metabolismo.

    Cuando las personas sufren algunas de estas condiciones, en algún momento se ven expuestas a especulaciones como: “si está así es porque quiere”, o “es que no pone de su parte para mejorar”. Sin embargo, en muchos casos dichas conductas pueden estar relacionadas con alteraciones neurocognitivas o conductuales que se pueden originar en la etapa de la infancia o la adolescencia.

    Marisol Murillo, estudiante de la Maestría en Fisiología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), junto con la profesora Zulma Janeth Dueñas Gómez, de la Facultad de Medicina de la Institución, aplicaron un protocolo de separación materna en ratas durante la lactancia, y las sometieron al consumo de una bebida azucarada con un edulcorante artificial para validar el comportamiento de los receptores neuronales CB1 y Mu.

    En los ensayos, los roedores se sometieron a un proceso de estrés crónico separándolos de su progenitora –3 horas en la mañana y 3 en la tarde– durante la lactancia. Luego, al entrar a una etapa de “adolescencia” –sí, similar a la de los humanos–, se realizó un destete total y las hembras fueron separadas de los machos.

    Así, a determinados grupos de ambas categorías se les proporcionó un consumo libre de dicho edulcorante no calórico utilizado como sustituto del azúcar, además de las condiciones alimentarias necesarias.

    “Hacia el día 52 se analizaron los cerebros de los roedores y se les practicó una serie de pruebas histológicas para verificar si había un aumento o una disminución de esos receptores en áreas neuronales relacionadas con los procesos de regulación de conductas”, indica la estudiante de maestría.

    La influencia del cerebro en un ser vivo

    Como se sabe, el cerebro tanto humano como el animal cumple funciones importantes relacionadas con el comportamiento, y eso se evidenció en este estudio.

    Los animales que no se expusieron a factores de estrés y tuvieron condiciones ideales de crianza presentaron diferentes expresiones de los receptores. Mientras las hembras tuvieron un mayor número tanto de cannabinoides como de opioides, en los machos se observaron muy pocos en las áreas del sistema de recompensa, aquel que causa una sensación de bienestar y se encarga de que una conducta se repita.

    “Pero ocurre que cuando se exponen a un proceso de estrés esa información se invierte: mientras en las hembras se observa una reducción, en los machos hay un aumento en esa expresión”, complementa la invetigadora.

    Una explicación que surge a raíz de estos resultados es que este tipo de cambios se pueden entender como adaptaciones estructurales y funcionales en el sistema nervioso central, que podrían aumentar el riesgo de la predisposición a desarrollar conductas adictivas, como por ejemplo un bajo consumo de alimentos, o, todo lo contrario, una ingesta no moderada.

    “Con estos estudios se pretende ayudar a desencadenar herramientas de intervención temprana complementarias, ya sean farmacológicas o terapéuticas, para mitigar estos impactos secundarios en conductas adictivas” concluye.