Las frutas tropicales se encuentran tanto en clima templado como en cálido, y además de caracterizarse por su colorido y agradable olor, poseen alto contenido de vitaminas y componentes importantes para el organismo humano como los carotenos y los antioxidantes.
Luego de cultivarse en países como Ecuador, Brasil y Colombia, los frutos son enviados a centros de acopio en diferentes ciudades donde se limpian, seleccionan y empacan para ser distribuidos por tierra a diversos puntos del territorio nacional y a puertos marítimos para su exportación por barco hacia Europa y Estados Unidos.
La gulupa, Passiflora edulis, de pulpa ácida similar en sabor y forma a la del maracuyá, pero con cáscara más resistente y lisa, se ha convertido en el producto preferido de importantes empresas exportadoras como Ocati, Colombian Exotic Fruits and Vegetables, que en promedio saca anualmente del país ochenta toneladas del fruto, según Sergio Lloreda, representante de la compañía.
Con base en datos del DANE y la DIAN, Proexport Colombia indica que en el 2007 la exportación de gulupa tuvo un valor cercano a los US$ 2 millones, y en el 2008 fue de US$ 5,5 millones. En el 2009 alcanzó los US$ 6,5 millones, cifra que la convirtió en la segunda fruta exótica de mayor exportación en el país, después de la uchuva, según el estudio El mercadeo de frutas exóticas de la docente de la Universidad de La Salle Claudia Álvarez.
Y es que a la hora de comprar, el consumidor nacional e internacional exige que el producto mantenga intactas sus características organolépticas como buen olor e hidratación, variables que dependen en gran medida de la tecnología que se use en el empaque que las transporta.
Demasiado madura
El químico César Sierra, director del Grupo de Investigación en Macromoléculas de la UN, indica que el principal inconveniente que presenta esta especie de Passiflora durante la etapa de comercialización es su rápida sobremaduración. Por ello, cerca del 20% de la gulupa que llega a los puntos de distribución en el viejo continente sufre de mala apariencia y problemas fitosanitarios.
"Los empaques tradicionales acrecientan esta dificultad, ya que propician la maduración del fruto y hacen que se produzca condensación de agua, fuente de proliferación de hongos", señala Sierra.
La mayoría de comercializadores colombianos utilizan empaques importados de alto costo para transportar los frutos fuera del país. Según estudios del Departamento de Química y Biología de la UN, estas envolturas no solucionan el conjunto de problemas "como los asociados a los hongos" que se presentan durante el trayecto de exportación, lo cual genera rechazo en el mercado internacional.
Se estima que desde la salida de la fruta del cultivo hasta su llegada a los anaqueles de los micromercados europeos, pueden pasar 35 días.
Desde la década anterior y en términos de exportación, el Ministerio de Agricultura había denominado a algunas frutas tropicales como fortalezas para la economía nacional, entre estas la pitahaya, el arazá y la gulupa. Asimismo, había identificado debilidades en la cadena productiva, particularmente en los empaques de transporte y algunos problemas fitosanitarios. Por esa razón, en los últimos años abrió convocatorias de apoyo a investigaciones, como la de la UN, que busquen soluciones a dichos inconvenientes.
Para mejorar el manejo poscosecha de gulupa tipo exportación, el Grupo de Investigación en Macromoléculas, con gran experticia en materiales plásticos, desarrolló un empaque con poder antimaduración y antiempañante; esta última particularidad con el objetivo de librar al fruto del caldo de cultivo que lo invade de microorganismos.
Empaque polimérico
Se trata básicamente de una envoltura plástica (poliolefina). Para llegar al prototipo, los científicos Sugey Martínez y Alejandro Gutiérrez ensayaron alrededor de 50 formulaciones distintas teniendo en cuenta el tipo de polímero, la variabilidad en su espesor y proporción, así como la naturaleza química de algunos aditivos que, al aplicarse al plástico, son los agentes encargados de conferir a la "bolsa" propiedades antimaduración y antiempañamiento para proteger no solo la vida sino la calidad del apetecido fruto, cuyo peso promedio es de 60 gramos.
Para obtener el empaque final, de apariencia similar a las bolsas de supermercado, fue necesario utilizar métodos de mezcla muy precisos en una máquina llamada "extrusora", que se encargó de combinar la poliolefina con cantidades relativamente bajas de aditivo.
El resultado fue una película delgada y casi transparente "actualmente en trámite a patente nacional", que se convierte fácilmente en un empaque efectivo para asegurar una mejor poscosecha de la fruta tropical.
Con el novedoso empaque, la gulupa permanece fresca durante 50 días, luego de salir del cultivo. Ello significa que la fruta resiste sin inconvenientes el transporte de 35 días hasta Europa, y quince días de vida en el anaquel de los comerciantes, conservando una excelente apariencia externa e interna, sin perder peso por deshidratación.
Los ensayos para probar la efectividad del producto diseñado en la UN se hicieron comparativamente, midiendo el comportamiento de frutas en empaques de marca comercial, sin empacar, y finalmente en el nuevo prototipo del Departamento de Química.
Durante un mes y medio (en múltiples ensayos del mismo tipo realizados paralelamente) se monitorearon variables como pérdida de peso, índice de maduración y textura. De igual manera, un entrenado grupo de catadores hicieron seguimiento a su olor, color y sabor.
El análisis demostró que el periodo de vida de las gulupas sin empacar es de 8 a 10 días, las empacadas en bolsas de marca comercial se mantienen intactas alrededor de 30 días, mientras las protegidas por el nuevo empaque permanecen sin daños durante casi 50 días.
Según el investigador César Sierra, el conocimiento obtenido en este estudio, realizado durante dos años, permite inferir qué técnicas similares de creación de empaques podrían ser aplicadas a otras frutas tropicales, inclusive más delicadas como la uchuva.